Crítica de 'Lightyear' (2022): El beso redentor

Siempre hay cenutrios que se escandalizan por las cosas más naturales del mundo, como es un beso. En este caso, se trata de un beso lésbico, incluido en una estupenda película de animación, protagonizada por Buzz Lightyear, uno de los superhéroes preferidos por la chiquillería a escala global. Ahora le vemos metido en la sofisticada escafandra de una trepidante misión interestelar, donde la aventura, la ciencia ficción, los peligros sin fin y las vertiginosas emociones, desarrolladas a lo largo y ancho de mundos inexplorados, se hermanan para ofrecernos un sugestivo divertimento, en el que se nota el buen pulso narrativo de la productora Galyn Susman.

La presencia de Sox, un gato-robot, añade malicia a este viaje interplanetario, técnicamente irreprochable, capaz de camelar a chicos y grandes. Si la aventura se refleja en el rostro humano, si escuchamos gritos sin eco por los espacios insondables, tal vez como signos de tiempos remotos, que ya nadie recuerda. Si tantos rostros hermosos ocultos por las lágrimas de los fascinados espectadores se convierten en tantos ojos seguros de sus noches, como amantes que permanecen juntos. Si tantos besos al abrigo de la nave nodriza en la que viaja Buzz se desparraman por el universo infinito. Todas estas apariciones surgidas de ausencias eternas son aquí dignas de ser amadas.