Crítica de 'El hombre del sótano' (2021): Odio en el desván

La industria del cine francés se diversifica con títulos como 'El hombre del sótano', protagonizado por un peligroso sujeto, negacionista del Holocausto, que habita en el sótano a que hace referencia el título de esta película de Philip Le Guay. Un cineasta del que los buenos aficionados seguro que recuerdan 'Las chicas de la 6ª planta' (2011). Estamos ante un tipo casi de ultratumba, en sintonía con los negacionistas de la actual pandemia, encarnado con malévola precisión por ese versátil actor galo que es François Cluzet. Su interpretación es lo mejor de este irregular filme, que no termina de resultar contundente, a pesar de estar basado en hechos y personajes reales.

Porque lo que prima por encima de todo en 'El hombre del sótano' es el sombrío retrato de la ingenuidad mal entendida, vista y comprobada la longitud de onda política en la que se nueve su protagonista, confrontado a una confiada pareja que, mirando para otra parte, es como comienza su error. Le Guay delata, además, una evidente falta de armonización de los diferentes registros dramáticos en los que se desarrolla la trama, a partir de un aforismo de Gilbert Keith, que sirve de leitmotiv a toda la película: «A veces, los seres humanos confían en las personas anónimas cuando no confían en sí mismos». Y es que el necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.