Crítica de: '13 exorcismos' (2022): No sé en qué película estoy

Estoy en una sala de cine totalmente sola. Buena ambientación para ver una película con Satán dentro. Sé que dicha película ha alcanzado el cuarto puesto entre las más taquilleras. Sé que la firma un largometrajista novato con buena experiencia como director de fotografía en series como 'Fariña' o 'Velvet'. Sé que los efectos espaciales los firma Drama FX, con sede en el paseo Mateo Errota de Donostia. Sé que tiene cuatro guionistas, lo que así, de buenas a primeras, me provoca un respingo. Para lidiar con el Maligno, mejor de uno en uno.

Eso sé sobre '13 exorcismos'. Aparte de que a su protagonista las pelis de miedo le daban... miedo (para eso se hacen, María) hasta que en el rodaje se dio cuenta de que todo era mentira (ya...).

El problema es que en esa película, yo diría que mal estructurada, mal iluminada, mal creada (¡por favor, ¿ a dónde vamos con esa escena de posesión en la casa del médico! Cosa más tonta no se ha visto desde que te hicieron 'buuu' por detrás y te asustaste), quienes la han hecho no sabían a qué carta quedarse. No se decidían si querían imitar (malamente) 'El exorcista' o 'Carrie'. No tenían claro si creían en la existencia del Mal o si preferían fiarlo todo a trastornos mentales producidos por la ingesta de drogas y alcohol que aceleran diversas paranoias provocadas por ser hija de una familia acosada por fantasmas interiores y entregada a un catolicismo de caverna. Dudaban si dibujar al exorcista como un padre Karras galaico (¡qué más hubiera querido Sacristán, por muy Don José que sea, que haber sido Jason Miller!) o como un cabrito redomado. Solo sabían que cuando el Diablo dijera «¿Me buscabas, cura?», estaban escribiendo la frase que hubiera podido salvar esta peliculastra. Pero no lo hizo.