Crítica de 'Estamos hechos para entendernos' (2021): Los gritos del silencio

Antoine, un veterano profesor que se está quedando sordo, es el inusual protagonista de 'Estamos hechos para entendernos': emotiva comedia humanista, sazonada con ribetes dramáticos y un amable sentido del humor. Un hombre a la deriva que al fin encuentra en su nueva vecina, Claire, las ilusiones perdidas es el elemento catalizador de la historia, siempre lucida, nunca ñoña, que rompe asimismo una lanza por la superación personal, cuando, como es el caso, una vida en sordina se impone de la forma más angustiosa que quepa imaginar Una vida al borde del abismo, porque para su protagonista, en ningún lugar puede arraigar su corazón deshabitado. Sin duda estamos ante una película difícil de hacer por el delicado equilibrio que exige jugar con el dolor y el humor, por la proximidad de la soledad y por la necesidad de sobrevivir a toda costa. Pascal Elbé cuenta la historia de este profesor con escrupuloso pudor, capaz de resolver un problema de lenguaje, de comunicación, con una dignidad y unos valores no muy frecuentes en los tiempos que corren. Y, sin embargo, en el corazón de Antoine aún arde una llama, todavía vive la ilusión y el amor impera, convencido de que sólo desde el corazón se puede tocar el cielo. Una película, en suma, donde la naturaleza humana todavía esconde tesoros por descubrir.