Crítica de 'Elvis' (2022): El maestro y la marioneta

Para quien no conozca siquiera vagamente la vida y milagros de Elvis Presley, el resumen de este pomposo biopic firmado por Baz Luhrmann posiblemente no alcance más valor que el de una somera colección de postales estéticamente poderosas pero sin apenas valor narrativo, como uno de esos productos de merchandising que se venden a la salida de Graceland, la antigua mansión del Rey del Rock reinaugurada en 1982 como parque de atracciones turístico. La idea de contar la historia del mito a través de la voz de 'Salieri' era buena, aunque a medida que avanza el metraje, a lomos de un vertiginoso carrusel de imágenes sobremontadas, la relación que se establece entre Elvis y el Coronel Parker se revela tan tóxica para el cantante como para la película.

Por pura inercia, el personaje interpretado por Tom Hanks absorbe el interés de un relato que para funcionar necesita mantener la intriga respecto a su verdadera identidad, lo que reduce al cantante al papel de una simple marioneta alejado del espectador por el cristal de una urna que lo envuelve y asfixia. Cuando Luhrmann quiere dotarlo de una conciencia (política) es demasiado tarde, y en ese sentido son reveladores los títulos de crédito de la película porque dejan expuesta su superficialidad con el contraste entre lo filmado y la autenticidad emocional de las imágenes de archivo.

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