Crítica de 'Cerdita' (2022): Dispara, Sara, dispara

La entidad malvada que habita en mí se revuelve al ver los cuatro bolardos de maestría cinematográfica otorgados al primer largo de Carlota Pereda, que confiesa haber tenido una infancia feliz gracias, entre otras cosas, a los libros de 'El pequeño vampiro'. Carlota, cuyo corto -origen de esta película recién premiada en Argentina y Sitges- ganó un buen Goya y cuyas otras propuestas, 'Las rubias' y 'There Will Be Monsters', fueron subidas a la red antes incluso de empezar ella a rodar en Vasconia 'Un regalo para Ane'.

Entiendo a mi Bestia. También yo he dudado. Porque soy más perversa que Carlota, Sara y ese jurado de la Blanca Subur donde estaba Mariana Enríquez. Yo, como mi Monstruo interior, habría deseado que la película acabase cuando la hija del carnicero (y de una Machi avinagrada pero feroz en la defensa, tardía, de su camada) apunta con su escopeta y se oye el disparo. Pero es que yo y mi Criatura arderemos en el Averno. Esperando, sí, que no sea ese el destino ni de la gran Carlota ni de su impresionante directora de fotografía ni de su apabullante actriz Laura Galán ni del compositor de la banda sonora, que es el mismo de 'As bestas' y ha creado la de 'Cerdita' a partir de los sonidos producidos por y durante el rodaje.

No quiero que se quemen (aún) en la caldera de Pedro Botero porque han de rodar más. Cosas como ésta, puro terror rural, agro gore del bueno, enésima confirmación de la inmortal frase «pueblo pequeño, infierno grande». No quiero porque toda la gente citada y otros tantos, hasta la nutricionista de la producción, Ángela Quintas, dominan el género, esparcen la rabia y son hermanas de 'Alma viva', 'Txot', 'La pasajera', 'Totem loba' o 'Leyenda dorada'. De ahí las cuatro estrellas. Pero mi Bestia y yo sabemos que Carrie (con la que comparan gratuitamente a Sara) sí lo hizo.