Crítica de 'Il buco' (2021): El descenso

Casi 11 horas en coche separan el pueblo de Gallio (donde Ermanno Olmi filmó 'I recuperanti' en 1970) del pequeño municipio calabrés en el que Michelangelo Frammartino ha rodado 'Il buco', un viaje al centro de la Tierra a priori alejado de la épica verniana ... pero, aunque separadas por casi 1.200 kilómetros, ambas localidades parecen suspendidas en un éter atemporal que existe al margen del frenesí desarrollista de las áreas metropolitanas. Algo parecido quiso reivindicar Alice Rohrwacher en su interesantísima 'Lazzaro feliz', que difiere de la propuesta de Frammartino en tanto que el director de 'Le quattro volte' huye del simbolismo, de la ficción antinaturalista y de las escenas dialogadas. En 'Il buco' predominan los planos fijos encadenados por medio de cortes netos y un sonido ambiente que es la verdadera médula espinal de la puesta en escena de una película que relata la inmersión de un grupo de espeleólogos en una sima kárstica de 654 metros de profundidad. Frammartino relata la expedición con el rigor del científico que expone la hazaña ante el comité de expediciones y trabajos de campo de la Royal Geographical Society, sin estruendo y subrayados, y en paralelo al sufrimiento de un pastor calabrés cuyas imágenes se superponen en nuestro cerebro dando la impresión de que 'Il Buco' es un descenso a sus entrañas.