Crítica de 'El asombroso Mauricio' (2022): Ratas, oh, cielos, muchas ratas

Apostaría que Ratatouille cocinaría bien a gusto, con romero, aceite de oliva virgen extra, hierbas extraordinarias y basurilla apetitosa para roedores de la excelsa ralea y calaña de 'Castaño Oscuro', 'Sardinas' y otros miembros del clan de los Sabios Roedores, pandilla de estafadores, buscavidas, picapleitos, bocachanclas... comandados por un gato atigrado que por saber negociar negocia hasta con la Muerte, en una escena morrocotuda que no pienso, de ninguna manera, relatarles.

Estas ratas se atreverían a corretear entre las patas del paquidermo al que hacen aparecer en la orgía de 'Babylon'. Con la ayuda de su gurú (sic) y el apoyo de ese compañero sosías peludo de Rambo y Van Damme (sic), capaz de enfrentarse en un ring clandestino a un perro y... tampoco se lo contaré, no.

Estas ratas no se hubiesen dejado masticar por el coloso maloliente que habita las catacumbas de... 'Babylon', pero hubiesen seguido las enseñanzas de otro famoso roedor del cine y el cómic. Me refiero, obvio, al Maestro Splinter, esa rata mutante antropomórfica que ejerce de consejero aúlico, padre adoptivo e instructor de artes marciales y ninjutsu de Michelangelo, Leonardo, Rafael y Donatello; es decir, las tortugas ninja.

'El asombroso Mauricio' no miente. Dice la verdad desde su título. Es sorprendente. Con su flautista de Hamelin (forma parte de la jugada, del timo, del tocomocho) y su narradora, que como los nombres de Morticia, Maléfica y Miércoles ya estaban registrados, se hace llamar Malicia, es pelirroja, viste un traje de cuero a lo Catwoman y le encanta besar flautistas. A ritmo de tango.

Por supuesto, la película es británica. Como el gato de Cheshire.Y está basada en el libro de un escritor nombrado 'sir' por su Graciosa Majestad británica. Ustedes, obvio, deberían verla. Aunque no tengan niños. Casi mejor.