Crítica de 'After. Almas perdidas' (2021): Un toque de infidelidad

La adolescente Tessa es de nuevo la protagonista de esta almibarada franquicia, centrada en la crisis sentimental que provocan los celos de su chico, Hardin, así como en las sorpresas que surgen cuando se destapan inconfesables secretos familiares. Recuperar 'ipso facto' la pasión amorosa y la convivencia familiar son los retos a los que debe hacer frente la chica, interpretada por la aspirante a actriz Josephine Langford con un dulzón tufillo a agua de rosas. De hecho, con 'After. Almas perdidas' estamos ante un melodrama urdido en torno a una muchacha romántica, a años luz del amor verdadero, con su hermosura delicada, junto al filo de la nada.

Asimismo, un tenue toque de infidelidad se vislumbra a lo largo de la anécdota, hasta el punto de convertirse en una de esas películas, cada vez más numerosas, que se traicionan a sí mismas. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que falta auténtica pasión amorosa, en el sentido de que la pasión es como el viento que infla las velas de un bergantín, sin percatarse de que, a veces, le hacen hundirse. Es el caso de 'After. Almas perdidas', incapaz de conectar con aquella preciosa canción de Yves Montand, con letra de Jacques Prévert, que dice: «Millares y millares de años no bastarían para expresar ese pequeño segundo de eternidad en que tú me has besado».