Cuatro años después de pasar por Zinemira con 'Black is Beltza', Fermin Muguruza ( Irun, 1963) recupera aquella trama y la traslada al momento histórico de 1988, en vísperas del desmoronamiento del campo socialista y de que el mundo cambiara de arriba abajo. Ahora, la protagonista ... es Ainhoa, la hija vasco-cubana de Manex, que recorre medio mundo para desmontar una red de tráfico de heroína en la que se mezclan intereses políticos y económicos. La cinta se estrenó anoche en un Velódromo con las 3.000 localidades agotadas.
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- Durante la realización de la película confesó que había superado una depresión. ¿Qué tal está?
- Este verano ha sido clave, con puntos de inflexión. Lo primero, haber acabado la película y que el Festival nos ofreciera el Velódromo. Otro momento muy curioso fue volver al escenario con La Mala Rodríguez para cantar 'Quién manda aquí'. Las escaleras hasta el escenario fueron las escaleras hacia el infierno, pero fue pisar el escenario y decir: «Si ésta es mi casa». Y finalmente Jone (Unanua) y yo nos fuimos unos días a Londres y a Bristol para ver un par de conciertos. Tuve la sensación de que vuelvo a la vida.
- 'Black is Beltza 2' parece concebida como un instrumento para intervenir en la famosa construcción del 'relato'.
- Sí, de hecho en la anterior ya había unas pinceladas: ya se hablaba de la muga, que es algo que me atraviesa, y del contrabando de música vasca.
- Pero no es lo mismo hablar de Melitón Manzanas y el franquismo que de la etapa democrática en 1988.
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- Ramón Aguirre decía que el 90% de las producciones audiovisuales que se han hecho sobre el tema en los últimos años adoptan el mismo punto de vista. Es que tendríamos que irnos a 'Lasa y Zabala' para encontrar otro. Hablo de un relato homogéneo, unificado y de pensamiento único. Nosotros contamos otra historia, desde otro punto de vista, con otros personajes y otra dialéctica.
- ¿Son excluyentes entre sí todos los relatos que salen a la luz?
- Son complementarios. Algunos están preparados para ser un arma en el relato y otros son historias que necesitamos contar. 'Maixabel', por citar un ejemplo, me parece interesante. Yo sobre el conflicto vasco me lo veo todo. To-do. Cuando el 99% da una versión de una parte y sólo el 1% muestra la otra, piensas que quizás debería estar más equilibrado, pero las veo todas. He visto hasta 'Expediente ETA'.
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- Están ausentes en su película las víctimas de ETA. ¿Teme que se lo recriminen?
- La cuestión es que hay un montón de víctimas y el sufrimiento es el sufrimiento. Si yo estoy contando la historia de una cuadrilla, hay una serie de contradicciones y discusiones, para que la gente vea que las hubo. Estoy contando nuestra historia y ahí nosotros éramos las víctimas de la represión. Aquí ha habido una guerra.
- Unos mataban y otros morían...
- Todos mataban y todos morían, y nosotros hemos sufrido una represión policial bestial y hemos sufrido el embate de la heroína que se nos metió aquí como un arma de la 'guerra sucia'. Todo esto tiene que ir saliendo poco a poco. ¿Que no aparecen las víctimas de ETA? Pues no porque no es nuestro punto de vista. Nuestras canciones muestran lo que teníamos: un odio a la Policía porque ellos también nos odiaban a muerte. Y si podían nos machacaban y nos daban una paliza. «No, pero es que ellos también...» Bueno, pues cuenta tu historia.
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- Sí hay una reflexión sobre lo que significa algo tan irreversible como matar a un hombre. No sé si con la edad y los acontecimientos le ha suscitado una reflexión sobre este asunto...
- Es además un debate que estaba sobre la mesa ya entonces. En aquellas discusiones, cada uno de nosotros a veces defendíamos una cosa y a veces, otra. La diferencia respecto a ahora es el contexto histórico y socio-cultural. Hablamos de un momento en el que hay grupos armados en prácticamente toda Europa. En América Latina cada país tenía su guerrilla y en Suráfrica Nelson Mandela no salía de la cárcel porque no renunciaba a la lucha armada. Incluso los socialdemócratas alemanes apoyaban la campaña «armas para El Salvador».
- Pero, ¿ha cambiado sólo el contexto o también usted, con la edad?
- Ha cambiado todo, es otro mundo y nosotros somos distintos. Estamos en 2022 y es un momento de zozobra, en el que van a llamar 'capitalista' al Gobierno suizo por obligar a que las casas estén a 19 grados. Yo sigo optando por una revolución socialista, lo que ocurre es que lo de la insurrección armada es algo que, como dirían en México, ya estuvo. Ya pasó. Yo vengo del sector de la izquierda más libertario y la idea de que el Estado acumule poder me despierta recelos. Sin embargo, me parece imprescindible que intervenga en muchos sectores. Todo eso hay que repensarlo.
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- A diferencia de la primera 'Black is Beltza', aquí el protagonismo femenino es casi absoluto.
- En Francia me dijeron que qué pena que no siguiera con el personaje de Manex, pero Ainhoa es un personajazo increíble. Y va acompañada de Josune, la periodista.
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