![Bermeo y Mundaka acogen el rodaje de «un wéstern feminista»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/05/16/Imagen%201466221841-kHxE-U20031190130102G-1200x840@El%20Correo.jpg)
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El equipo de 'Nina' trabaja a contrarreloj. El tiempo es oro, sobre todo en los rodajes. El día anterior terminaron a medianoche y ahora les tocará lidiar con una escena coral en el puerto de Bermeo, «y encima viene mi familia para hacer de extras, ... seguro que la lían...», confiesa, medio en broma, medio en serio, la directora Andrea Jaurrieta (Pamplona, 1986), en el balcón del Casino de la localidad costera, donde la productora ha citado a los medios de comunicación. En Bermeo llevan semana y media y luego marcharán a Mundaka. La previsión es terminar el 8 de junio y el estreno tendrá que esperar al año que viene.
«Esta zona es perfecta para situar el pueblo ficticio de la protagonista. Le he puesto Arteire, fusión de Artajona y Beire, que son mis pueblos de Navarra». Queda claro que la cineasta siempre pone mucho de sí misma. En su anterior película, 'Ana de día' (2018), también actuaban sus padres y su prima –«porque son faranduleros, pero nada más, no se dedican a esto»– y todo giraba en torno a un impulso: el ansia de huir y empezar de nuevo con otra identidad. Aquella cinta, protagonizada por Ingrid García-Jonsson, le valió una nominación al Goya a la mejor dirección novel. Lo que ahora tiene entre manos es un largometraje en la dirección opuesta: «En 'Nina' se ajusta cuentas con el pasado. Es un western contemporáneo y feminista, aunque en última instancia tiene un enfoque mucho más amplio».
El reparto está liderado por Patricia López Arnáiz (Vitoria, 1981) y Darío Grandinetti (Rosario, Argentina, 1959). La primera ganó un Goya por 'Ane' y tiene en cartelera '20.000 especies de abejas'; el segundo recibió la Concha de Plata en San Sebastián y ha estrenado hace poco 'Empieza el baile'. «Estoy muy satisfecha con ellos. Patri tiene una fragilidad física y una dureza en la mirada que me recuerdan a la de Joan Crawford de 'Johnny Guitar', mientras que Darío, tan alto y espigado, tiene una clase y distinción que no pasan desapercibidas, justo lo que yo buscaba». La actriz alavesa asume el rol de Nina y el argentino se mete en la piel de Pedro. Entre ambos hay una relación envenenada que se remonta a la adolescencia de la protagonista.
¿Qué sucedió? ¿Por qué se llegó tan lejos? ¿Podrá curarse la herida que le dejó la experiencia de haberlo conocido? Son preguntas que flotan en el ambiente cuando ella vuelve a su localidad natal después de más de 30 años de ausencia. «Mi personaje se marcha de casa en la adolescencia con la ilusión de ganarse la vida como actriz, pero las cosas no le salen nada bien. Entonces vuelve y tendrá que tomar decisiones», desvela Patricia López Arnáiz, poco antes de ponerse en manos de las maquilladoras para rodar la escena del retorno de Nina.
Por el Casino de Bermeo anda también Darío Grandinetti, con gafas de sol y unos andares felinos que hacen muy difícil calcular su edad. Tiene 64 años y en la película no faltarán momentos en que deba quitarse un par de décadas. Mide 1,86 metros, se encuentra en plena forma y resulta creíble como hombre maduro y más joven. En los 'flash backs' será Aina Picarolo quien asuma el papel de la Nina adolescente.
A estas alturas, ya es historia la crisis del año pasado, «cuando un parón por financiación hizo que se descolgara el actor chileno Alfredo Castro, que me encanta y era mi primera opción para el personaje de Pedro», explica la directora de 'Nina'. Lo fundamental es seguir trabajando. De hecho, ahora no se puede imaginar la película «con otro Pedro que no sea Darío». Y Grandinetti también se declara encantado y «muy atraído por el argumento, porque ahonda en cuestiones que han estado normalizadas y no son más que un abuso de la mujer».
'Nina' se basa en la obra de teatro homónima de José Ramón Fernández, que a su vez es una versión muy libre de 'La gaviota', de Chéjov. «Al aceptar el papel de Pedro, la verdad es que yo desconocía todas esas connotaciones. El guion de la película me gustó sin más. Andrea es una cineasta con una mirada propia. Eso me basta para ponerme a sus órdenes», subraya el actor argentino, antes de quitarse las gafas de sol.
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