Ni luna llena ni balas de plata

Presentado bajo bandera estadounidense, aunque se supone que sucede en Oregón y fue filmado en Irlanda con el apoyo de la Film Commission de Nueva Zelanda, revisita la leyenda del hombre lobo sin mentar para nada la luna llena, las balas de plata y la maldición que en siglos y películas pasadas caía sobre el séptimo vástago varón de una familia de siete hijos. Tampoco parece tener ninguna intención (ni tal vez medios) para mostrar una de esas maravillosas transformaciones de hombre a licántropo tipo 'Un hombre lobo americano en Londres'.

No, esta última recreación, orgullosa, cálida, enérgicamente fallida, habla de picaduras de insectos que habitan más allá de las montañas más lejanas, cuenta que los pueblos originarios penaban por aquellos que tenían 'rostro de lobo' y presenta una familia de tres (padre, madre, hija) cuya relación es bastante interesante. A la niña al principio le han puesto frases que te estallan en el cerebro pero luego va surgiendo en ella un personaje muy cuajadito aunque el guion dé para lo que da. La madre es soberbia. Dispara bien, sabe arreglar motores y toma buenas decisiones. Me gusta. No me gusta. Ahora sí. Ahora no, ahora...