Crítica de 'Smile 2' (2024): Alucinaciones de una estrella

Qué precisa es, cómo va hacia donde quiere sin perderse en su camino. Qué gore, qué super gore puede llegar a ser. Qué susto(s) más rico(s) da. Qué pedazo de actriz/cantante esa Naomi Scott que si no está en el 99% de los planos de la película es que no está en ninguno. Qué poco importa que en muchos momentos no sepamos si lo que vemos es realidad o pesadilla. Porque, de hecho, ¿hay acaso algo más auténtico que un mal sueño? Porque, de hecho, ¿sabe por un casual la protagonista cuándo está soñando y cuándo despierta? Qué buenos efluvios de 'La sustancia' nos llegan aunque Parker Finn quizás ni supiera de ella cuando filmó la suya. Qué potente reflexión sobre la fama, el éxito, la madre que se supone lo ha sacrificado todo por ti y ahora está intentando cobrártelo a costa de tus entrañas. Qué percutante la banda sonora escrita por Cristobal Tapia de Veer, ganador de un puñado de premios por sus composiciones para 'Utopia' o 'The White Lotus'. Qué irónica, sarcástica y socarrona puede ser cuando le apetece. Qué bien encontrarnos al principio, de pronto, de golpe y porrazo, con Drew Barrymore en persona (recuerden además de aquella niña de 'E.T.' es una de las heroínas de la muy venerada saga 'Scream').

Hay quien le ha concedido nueve estrellas sobre diez y la ha comparado con las obras de Bob Fosse (¿con 'All That Jazz', tal vez?) y Hideo Nakata, el autor de 'Ringu' y 'Dark Water'. No, mejor no sonrían. Porque no le falta razón.