Crítica de 'Cuando cae el otoño' (2024): Cuídalas, María Magdalena

Otra escena ya avanzado el metraje, en el mismo pueblo un cortejo fúnebre acompaña hacia el cementerio el cuerpo de una vecina del lugar. En primera línea, el sacerdote, el hijo (ex convicto) de la fallecida, su mejor amiga que lleva de la mano a su nieto (que recién se ha quedado huérfano de madre). En segunda, un puñado de prostitutas de bastante alto standing llegadas de París, pues eran viejas conocidas de la finada...

Dos escenas simples, sencillas, escritas y rodadas sin aspavientos pero que miradas con la imprescindible complicidad y con lupa de aumento (de) muestran que este filme es cualquier cosa menos política y socialmente ortodoxo y sus meandros narrativos, suaves, sutiles, casi imperceptibles, dulcemente inquietantes, bien que se merecían el premio l mejor guion recibido en el pasado Zinemaldia. Por más que a bien seguro no faltó quien, avinagrado o amargada, opinó que lo último del director de 'Mi crimen' y 'Todo irá bien'. no pasa de ser una comedia menor. Y es que en los festivales la gente enloquece a la búsqueda de la película pluscuamperfecta que alterará el curso del Cinematógrafo.

'Cuando cae el otoño' es una delicia más que maléfica con fantasmas, setas tóxicas, gente que fuma, gente que ama, gente que perdona(y también que no perdona), un fantasma, dos tumbas y algún que otro buen vino. Ah, también hay gente que muere (o que 'la' mueren). Pero sin problemas, todo va bien. Vital, narrativa y cinematográficamente bien. María Magdalena, acuérdate de nosotros.