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George Lucas no había cumplido 20 años cuando su encuentro con Bruce Baillie cambió su vida. En 1960, Baillie (1931-2020) había tendido una sábana en el patio trasero de su casa en Canyon, en el área de la Bahía de San Francisco, para exhibir ... el trabajo de cineastas underground como Jordan Belson y Stan Brakhage. Aquellas películas conformaban un programa, Canyon Cinema, que se proyectaba en los bares beatniks de San Francisco compartiendo el escenario con cantantes de folk y cómicos de 'stand up'.
El futuro director de 'La guerra de las galaxias' corría a buscar el boletín informativo de Canyon Cinema en la mítica librería City Lights. Lucas se enamoró de aquel cine de vanguardia auspiciado por Baillie en la Costa Oeste, de la misma manera que Jonas Mekas hacía lo propio en Nueva York. Azkuna Zentroa reivindica el legado del director estadounidense en su primera gran exposición dedicada al cine. La sala que comparte el piso -2 con los Golem Alhóndiga había acogido alguna muestra con conexiones con la imagen en movimiento, como los story boards de Akira Kurosawa o las piezas de Laida Lertxundi, pero 'Somewhere from here to heaven', abierta hasta el 26 de febrero, es la primera exposición específica sobre el séptimo arte en los doce años de existencia del centro.
La comisaria Garbiñe Ortega trató con Baillie en sus últimos años y hasta ha tenido la fortuna de recibir de sus herederos dos películas inéditas. La muestra permite adentrarse en su obra a través de materiales como escritos, fotografías, los boletines de Canyon Cinema y la proyección de sus trabajos, entre ellos 'All My Life', una pieza de tres minutos rodada por Baillie en 1966, en la que la cámara recorre la valla de un jardín mientras escuchamos cantar a Ella Fitzgerald. Para Manolah Dargis, venerada crítica del 'New York Times', en 'All My Life' ocurría «algo mágico: llámalo cine».
Las películas «líricas y observacionales de Baillie, donde se fusionan lo místico y lo mundano, lo cósmico y lo personal, lo mitológico y lo autobiográfico», según Ortega, han inspirado a cuatro cineastas de distintas partes del mundo, que han elaborado cuatro piezas que se pueden disfrutar en la penumbra de Azkuna Zentroa. El tailandés Apichatpong Weerasethakul, ganador de la Palma de Oro en Cannes y el León de Oro en Venecia, superpone las imágenes de dos proyectores tomadas en un río de Perú e invita a perderse en los sonidos de la naturaleza.
El británico Ben Rivers rodó en una cantera de Menorca a una tribu de niños, uno de ellos con cabeza de minotauro, mientras el argentino Eduardo (Teddy) Williams contrapone en 'Un GIF larguísimo' –82 minutos– imágenes del aparato digestivo tomadas con una cámara que se traga como una píldora con planos de gente fotografiada con teleobjetivo. Finalmente, la brasileña Ana Vaz charla con su padre, que vivió durante un tiempo en Amazonas alejado de la civilización, lo que conecta con el espíritu hippie de Bruce Baillie, que dormía en su Volkswagen Escarabajo con su perro y su cámara Bolex.
«Hubo épocas de fe, cuando los hombres hicieron conexiones entre ellos y el lugar en el que vivían, las plantas que cultivaban, el combustible que usaban para calentarse, sus bestias y sus ancestros», escribe Bruce Baillie. «Mi trabajo será descubrir en la vida americana esos contactos naturales y antiguos a través de una forma contemporánea: la película de cine».
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