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El tópico asegura que los críticos de cine son directores frustrados. En el caso de Anton Merikaetxebarria (Bilbao, 1944) la máxima no se cumple. Antes de consagrarse como crítico en las páginas de este diario, donde lleva ya unas cuantas décadas adjudicando estrellitas, participó ... activamente en el surgimiento de un nuevo cine vasco que arrancó en los 70 y estalló en los primeros años 80. Gracias a sus cortometrajes obtuvo una Mención Especial en el Festival de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao con 'Arrantzale' (1975) –«la rodé en Elantxobe pero yo soy de Ibarrangelua», matiza– y la mismísima Concha de Oro en el Festival de San Sebastián con 'Ikuska 3' (1979).
Merikaetxebarria sumó ayer un nuevo premio: el Mikeldi de Honor especial. Zinebi ha decidido reconocer en su 60 aniversario «a algunos de los protagonistas del cine en Bilbao, que a partir de la Transición y los años 80 lograron con sus trabajos desarrollar y dar visibilidad a la producción cinematográfica en nuestra ciudad». Junto al crítico de EL CORREO subieron al escenario del auditorio del Museo de Bellas Artes el artista José Antonio Sistiaga, los directores José Ángel Rebolledo, Javier Rebollo y Juan Ortuoste, el actor y director Ramón Barea, el periodista Alberto López Echevarrieta, el exdirector de Zinebi Ernesto del Río y el profesor e historiador Santos Zunzunegui.
«Si los que financian el cine, los productores, los distribuidores y los exhibidores tienen el poder, nosotros los cineastas tenemos la gloria», proclamó Merikaetxebarria en su aplaudido discurso de agradecimiento. Merika, como le conocemos los amigos y la gente de la profesión, había acudido al museo con su camiseta del Monument Valley fordiano directamente desde el cine, al que sigue acudiendo a diario. La magia de una buena película disfrutada desde el patio de butacas, confiesa, no se ha desvanecido. A pesar de que cada vez haya más elementos en contra: «Los móviles que suenan, las palomitas, la gente que habla alto...», enumera. «Sin embargo, de vez en cuando todavía me sigo fascinando con una película. La última vez ha sido con 'Cold War', una cinta polaca en blanco y negro que cuenta una insólita historia de amor».
Merikaetxebarria todavía recuerda cómo de chaval se colaba en Zinebi, por aquel entonces bautizado Certamen Internacional de Cine Documental Iberoamericano y Filipino. «Hasta te puedo decir el primer corto que vi: 'Os cafajestes', de un director brasileño, Ruy Guerra, rodado en las playas de Río». Después, ya como director, sus obras participarían del vibrante ambiente político de la época, denunciando la represión en 'Rumores de furia', que mostraba el descuartizamiento de animales en un matadero como nada sutil metáfora y donde su autor se atrevió a introducir vías de travelling para desplazar la cámara en las hoy intocables cuevas de Santimamiñe. En 'Ikuska 3' plasmó el urbanismo caótico de Bilbao y la especulación de la época a través de un viaje que arrancaba en la contaminada Ría y proseguía por los barrios de aluvión que trepaban por los montes. Contó con Javier Aguirresarobe como director de fotografía y coincidió en el proyecto de los 'Ikuskas' con directores como Pedro Olea y Montxo Armendariz.
Anton se escapaba de crío a San Sebastián cuando se celebraba el festival de cine. Iba en autostop. Un día le dejaron en Durango a las tres de la mañana y vino a Bilbao andando. Por eso no se le ha olvidado el momento de la concesión de la Concha de Oro. «Me la entregó Barbara Bouchet, una actriz que había trabajado en 'Primera victoria' con John Wayne y Kirk Douglas. Todavía recuerdo su perfume...». Iba para piloto en la Escuela de Náutica de Portugalete y acabó en la London Film School.
El 7 de noviembre de 1985, Anton Merikaetxebarria publicaba en este diario la crítica de 'El honor de los Prizzi'. Desde entonces no ha parado, siempre sin hacer sangre y con una especial predilección por el cine humanista y de estirpe clásica. «El público te quiere cuando ha visto una película y coincide con tu crítica», reflexiona este cinéfilo queridísimo en Bilbao, un bon vivant cordial que nunca abandona su gorra de visera. «Pon esto de Truffaut», ruega el crítico de cine en activo más veterano de la Prensa española. «Para mí, el cine ha sido más importante que la vida».
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