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'Mientras dure la guerra' arranca y concluye con una bandera española que vira del blanco y negro al color. En una memorable escena, Miguel de Unamuno y su buen amigo Salvador Vila, un exalumno que sería fusilado por los franquistas tres meses después ... del inicio de la guerra, discuten en una loma a las afueras de Salamanca. Amenábar eleva la cámara, sube el volumen de la música y les deja inmersos en sus acusaciones sobre derechas e izquierdas. Así ve España el director de 'Tesis', sumida en una eterna contienda fratricida, condenada a no entenderse.
Ganadora de cinco Goyas, 'Mientras dure la guerra' reivindica la incómoda figura del filósofo bilbaíno con ánimo didáctico. Las similitudes que establece entre 1936 y la actualidad resultan meridianas. No estamos ante un 'biopic' de Unamuno, cuyo célebre discurso en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca ocupa apenas unos minutos. De manera paralela a la toma de conciencia del escritor (brillante Karra Elejalde), el filme desarrolla las intrigas militares y políticas que llevaron a Franco a perpetuarse en el poder durante cuarenta años.
Por primera vez en el cine, el dictador (Santi Prego) no está retratado de manera caricaturesca, sino como un estratega temeroso, indeciso, gris y sagaz. A su lado, un maquiavélico Nicolás Franco (Luis Bermejo) y la estrella de la función, Millán Astray, un explosivo Eduard Fernández que se quita el parche para asustar a los niños. Amenábar no carga las tintas ni cae en el maniqueísmo en el dibujo de los bandos, un mal de la mayoría de cintas sobre la Guerra Civil. Apela a nuestro presente y nuestra condición de ciudadanos eternamente a la gresca.
Disponible en: Movistar Plus.
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