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La actriz vitoriana Susana Abaitua da vida a Clara, una madre que viaja a la India junto a su pareja e hijo, en el filme de aventuras 'Valle de Sombras'. Atresmedia
Entrevista a Susana Abaitua

«Tuve que acostumbrarme al dolor de cabeza al rodar a una altura de 5.000 metros»

La intérprete vitoriana enlaza trabajos aclamados en cine y series en el momento más prolífico de su carrera

Sábado, 20 de enero 2024, 00:38

Susana Abaitua (Vitoria, 1990) lleva encadenando tantos proyectos en los últimos años que afirmar que es la actriz del momento ha pasado a convertirse en un lugar común, en algo que se repite de forma periódica. La semana pasada se estrenó en los cines 'Valle ... de Sombras', donde se mete en la piel de una joven que viaja a la India de vacaciones junto a su novio y su hijo. Una película que juega con géneros como el drama y la aventura que cuenta con tres nominaciones al Goya. Además, hace tan solo unas semanas se estrenaron las series 'Los Farad' y 'Vestidas de azul', dos de las grandes apuestas de la plataforma Amazon Prime. En ellas le saca brillo al papel de una traficante de armas y da vida a Teresa, una joven ante un embarazo indeseado, respectivamente.

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«Si te digo la verdad estoy un poco impactada con la promoción. Y está siendo un poco locura que coincidan los tres proyectos», cuenta esta intérprete de altura, que dio sus primeros pasos en la actuación de la mano de Iker Ortiz de Zárate. Fue en el Estudio de Danza Sofía Anitua, que regenta su madre en la capital alavesa. Estos días rueda bajo las órdenes de Daniel Guzmán en Madrid, donde reside desde hace años. No faltan guiones sobre su mesa. «Estoy agradecida porque a todos los proyectos. Les que tengo mucho cariño».

– La película de Salvador Calvo, 'Valle de Sombras' se rodó en el Himalaya. ¿Cómo se prepara un rodaje en altura?

– Pues es difícil. Yo ya había estado en altura y estaba bastante asustada porque la primera vez que estuve en un viaje en Perú, me pegó bastante. Y me costaba pensar que eso mismo que viví de turista y caminando despacio porque lo que te falta es oxígeno y te duele la cabeza, me podía pasar teniendo que dar un resultado y con un texto encima. Cuando llegué allí, me di cuenta que la única manera de prepararse era ir de a poquito, como hizo un gran equipo que encima tuvieron que andar subiendo cajas y material para el rodaje. O sea, no hay manera de prepararse más allá de lo que hicieron.

– Hubo escenas que se registraron a 6.000 metros.

– Hasta ahí se produjo una parte del rodaje en la que no participé y fue en invierno medio año antes. En mi caso empezamos a partir de los 2.000 metros, que es cuando empiezas a notar todo. Subimos primero a 3.000, luego ya empezamos a 4.000, hasta los 5.000. Había un equipo muy preparado por si pasaba cualquier cosa que no fuera dolor de cabeza, porque eso tienes que asumir que vas a tenerlo. Hasta que te acostumbras, los cuatro primeros días, tienes como esa carga. Pero cuando empiezas a tener síntomas ya de vomitar había una médico que estaba pendiente del oxígeno para ir viendo cómo ibas. Lo pasé bien, aunque me daba miedo al principio. Más que miedo, respeto.

– En la película de Calvo planea una crítica sobre este turismo en el que uno no es muy consciente de los lugares que visita. ¿Qué tenía el personaje de Clara?

– Hay una crítica social que a mí me gusta mucho. Y sobre todo es un director que siempre propone un viaje emocional y visual potente. Cuando recibí la llamada del director estaba haciendo 'Loco por ella' y había visto su película 'Adú' que me gustó mucho. Con el guion me pasó igual. Clara es un personaje pequeñito, pero se descubre que es una de las más importantes de la película.

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– El protagonista de la cinta es Miguel Herrán, en el papel de su pareja. También coincidió con él en 'Los Farad', la serie estrenada hace apenas un mes.

– La película se confirmó mucho antes que la serie y sabía que estaría él. Y más tarde me llamaron para hacer un casting para la serie 'Los Farad'. Fue pura casualidad. No nos habíamos conocido todavía y esas cosas a veces pasan, pero esa fue pura casualidad. Fue muy curioso y gracioso porque hablabámos de que íbamos a rodar en el Himalaya mientras estábamos en 'Los Farad' (rodada en Marbella). Estuve un año y medio currando con él casi.

La danza, en el ADN

– Ha rodado en el Himalaya, pero también en Colombia ('El grito de las mariposas'). ¿Se ha tomado de forma literal eso de que la interpretación es un viaje?

– ¡Ya! Recuerdo que me he dado la oportunidad de rodar también en Marruecos –con la película '4 latas'– y creo que hay algo de eso. Siento que tengo que parar de ir a otros países y ciudades a actuar. Llevo dos años así y necesito un poquito de mi casa y poder apuntarme a un curso de natación y cumplir, por ejemplo. Es rarísimo estar tanto tiempo fuera de casa. Hacía años que no ruedo, y por fin estoy haciendo una película con Daniel Guzmán ahora mismo en Madrid. En Vitoria, que también es mi casa, también llevo tiempo sin rodar.

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– ¿Cansa más la promoción que los rodajes?

– Sí. Al final cuando estás rodando todos los días tienes un personaje, llegas a casa y estudias el texto. Es cansado pero me apasiona. Entonces, cuando algo te gusta, es distinto. ¿Qué me pasa con una promoción? Tener que hablar continuamente me genera más inseguridad eso me cansa más mentalmente.

– Su nombre se vincula al estudio de danza de su ama, Sofía Abaitua. ¿Apartó esa disciplina de alguna manera por la interpretación?

– Me formé desde los tres hasta casi los 18 años, así que forma parte de mí y no me la puedo sacar. Eran muchas horas al día y marcó mi vida. Y sí que es verdad que, por ejemplo, en la serie 'El grito de las mariposas', que se rodó en Colombia, mi personaje (Arantxa Oyamburu) era bailarina. Me reconecté con la parte clásica que hacía mucho que no hacía y mi hermana Gabriela hizo la coreografía de esta serie. Lo que sí rompí por completo fue cuando me fui a Madrid a estudiar Interpretación porque no se podía compaginar. El baile es un deporte al que tienes que dedicar tu vida para ser profesional.

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– Su nombre se vincula también con el de Iker Ortiz de Zárate, actor y director al mando del laboratorio escénico Ortzai. ¿Ha vuelto a ese pequeño teatro de la Correría en los últimos años?

– Sí, sí. Fui a ver 'Cenicienta' o 'La Sirenita', no recuerdo, pero siempre me lo paso en grande. Lo adoro y tengo la sensación que no estaría aquí sin Iker, que venía a dar clases a la escuela de danza de mi madre. Le tengo mucho cariño.

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