«Me pillas viendo una película que se estrena el viernes», dice al otro lado del teléfono Anton Merikaetxebarria (Bilbao, 1944). Ve unas 600 al año, muchas en el cine, pero otras en casa. «Prefiero las salas por la magia», asegura el crítico de EL ... CORREO, que siempre se queda «hasta el final» de los títulos de crédito. Tanta entrega tendrá su reconocimiento cuando a Merika, como le llamamos sus amigos y colegas, le entreguen el 4 de marzo en el Palacio Euskalduna de Bilbao el Premio de Comunicación Alfonso Sánchez que concede desde 2010 la Academia de Cine.
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«Para alguien que se considera un profesional del cine, es un honor recibir un premio que lleva el nombre de Alfonso Sánchez y que otorga una institución que representa al mundo del cine», reconocía ayer. Con su voz nasal y su sentido del humor, Sánchez fue para varias generaciones de españoles el crítico cinematográfico de referencia hasta su muerte en 1981. Hacía gala de «un periodismo elegante, ameno, gracioso y cultivado», recuerda la Academia.
«Conocí a Alfonso Sánchez en el Festival de Cannes viendo 'El quimérico inquilino', de Roman Polanski. La película le gustó bastante y me dijo: 'Es un suspense distinto al que hace Hitchcock, pero igualmente efectivo'. Tenía razón. Hitchcock era el maestro, pero estaban surgiendo otros cineastas, como Polanski, que venía de sufrir problemas en Estados Unidos y al que él revindicaba como creador». A Merikaetxebarria aquel día el veterano crítico le «enseñó dos lecciones: a apreciar a la gente nueva y, otra cosa muy importante, a separar siempre a la persona del cineasta. Yo tengo que juzgar lo que veo en la pantalla».
Eso hace para los lectores de este periódico desde mediados de los años 80 cuando se despidió del cine como creador, «después de más de una docena de cortometrajes y documentales», por falta de medios. «En mi época no había subvenciones, no existían los apoyos económicos que hay ahora. El primer corto que realicé, 'Rumores de furia', me lo financié yo mismo. Me encargué del guion, la dirección, la producción, el montaje, la sonorización... ¡Todo! Eso requería un tremendo sacrificio no solo físico y creativo, sino también económico».
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Después de recibir por 'Arrantzale' (1975) una mención especial en el Festival de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao y ganar nada menos que la Concha de Oro de San Sebastián con 'Ikuska 3' (1979), trasladó su pasión de detrás de la cámara a delante de la pantalla. De vez en cuando, todavía siente el gusanillo. «Si veo una película de Steven Spielberg, igual sí. Pero, si veo muchas cosas que se hacen, no. En absoluto. Ahora cualquiera con una cámara y un guion de chichinabo te hace una película. Eso no es de recibo. Una película requiere, primero, un buen guion y, luego, conocimientos y experiencia para plasmarlo en imágenes. El guion es el alma de una película», sentencia Merikaetxebarria, que en 2018 recibió el Mikeldi de Honor de su querido Zinebi.
Para él, el crítico debe ser ante todo sincero. «Cuando el espectador coincide con tu gusto, te quiere y, cuando discrepa, te odia. Pero, por encima de todo, la gente quiere que seas sincero, que digas lo que piensas. Además, creo otra cosa: la primera impresión es la buena en el 99% de los casos». ¿Cuál es la de la película cuya visión ha interrumpido para atender a este periódico? «La recomiendo. No es muy profunda, pero Charlize Theron y Nicole Kidman son tan brillantes y la puesta en escena tan vigorosa que merece la pena. Se titula 'El escándalo (Bombshell)' y se centra en un tipo verdaderamente siniestro, el fundador de Fox News, un depredador sexual». Tomen nota.
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