Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
elena sierra
Martes, 18 de diciembre 2018, 01:02
Ayer iba Onintza Enbeita (Muxika, 1979) por las calles de Gernika y todo el mundo le quería dar la enhorabuena, un abrazo, saludar, mostrarle de alguna manera su cariño. Probablemente hoy, y los próximos días, seguirá siendo así. Dará dos pasos y tendrá ... que detenerse. Es normal: ha ganado la final del campeonato de bertsolaris de Bizkaia y se ha convertido en la primera mujer en ponerse esta txapela. Y es nieta de Balendin Enbeita, la bisnieta de Urretxindorra, la sobrina de Jon. Una larga saga en la que se cuela el nombre de una mujer, el de esta periodista nacida en 1979, a la que de niña le enseñaron a jugar con las palabras cantando y rimando.
- Zorionak. Por el título y por el logro para las mujeres...
- Ahora empiezo a ser consciente de todo: que no solo es un premio a mi trabajo, a los años de dedicación, sino que en la historia del bertsolarismo en Bizkaia mi nombre va a quedar ahí por ser la primera mujer en ganar. Es un honor no solo ser la primera mujer, sino ser una más en esta larga carrera de mujeres que nos abrieron el camino.
- En su caso, son muchas cosas en las que pensar: la trayectoria personal, ser la primera mujer y pertenecer a una saga importante en el bertsolarismo en Bizkaia.
- Son muchas responsabilidades y al mismo tiempo eso hace que la emoción sea aún mayor. Poder recibir la txapela de las manos de mi tío Jon, poder acordarme de mi abuelo. Si he acabado siendo bertsolari en parte el culpable es él, porque vivíamos juntos y desde niña me enseñó a cantar, a rimar y a jugar con las palabras. Y además, en esta familia donde hasta ahora la mayoría de los bertsolaris habían sido hombres, de repente entra el nombre de una mujer por la puerta grande. Por todas esas mujeres de la familia también ha sido muy bonito.
- Jugar con las palabras. ¿Es la forma más sencilla de explicar el bertsolarismo?
- No es tan sencillo explicarlo, es verdad. Pero viendo el sitio que ha ocupado la bertsolaritza en mi vida, sí, tiene que ver con eso: jugar con las palabras, cantar, rimar, aprovechar ese juego para poder expresar los sentimientos cantando. Para mí, sirve para eso. El sábado más que nunca pude cantar la alegría que sentía, que es una cosa maravillosa.
- Su abuelo Balendin no llegó a ver su debut; murió en 1986.
- Murió cuando yo era muy niña, pero me acuerdo de cuando vivíamos todos juntos en el baserri y él me enseñaba sus versos o versos antiguos de su padre o que había aprendido en el pueblo. Yo tenía muy buena memoria y los repetía, era como un lorito. Ese era nuestro juego. Luego mi trabajo ha sido buscarle sentido a todo eso, saber qué era todo eso que repetía y comprender que yo puedo hacerlo, que no solo se trata de aprender de memoria y cantar, sino improvisar y rimar mis propios sentimientos. Ha sido un camino muy bonito el que he recorrido.
- Si su abuelo y su bisabuelo levantaran la cabeza y vieran qué es el bertsolarismo hoy y lo que se canta en el escenario, ¿se llevarían las manos a la cabeza?
- Sin duda alguna, por todo lo que ha evolucionado esto, por cómo ha cambiado y por el lugar al que hemos llegado. Mi abuelo Balendin abrió un camino en plena posguerra: estaba prohibido hablar en euskera, así que imagínate lo que sería ser bertsolari en aquel momento. Y él, con otra gente, se puso a ello, a recuperar aquello que creía que se podía perder en el tótum revolútum de la posguerra. Creo que acertó en su apuesta vital. Volvió a despertar la bertsolaritza en Bizkaia y si ahora levantara la cabeza, se sorprendería por este nivel, por las mujeres jóvenes que aportan tanto a este mundo... Y estaría muy orgulloso de lo que hemos conseguido, este haberle dado un lugar protagonista en Bizkaia.
- (La gente del pueblo sigue felicitándola). Veo que está todo el mundo emocionado.
- Como aquí todo el mundo me conoce, es difícil hacer sitio a todo el amor que estoy recibiendo. Pero es una maravilla, no me puedo quejar de nada. La parte más bonita de la victoria es esto. La pena es que cada día tiene solo 24 horas y no tienes tiempo de estar con todo el mundo y celebrarlo como te gustaría.
- Hablando de eso, ¿cómo fue la celebración del sábado?
- Mi señor padre, que entre todos los Enbeita es mi favorito, no suele ir a las finales porque se pone muy nervioso. Entonces, lo primero que hice fue coger el coche en Bilbao y venir al pueblo para estar con él, para recibir su abrazo. Luego ya fui a Gernika, al bar de una amiga, y ahí empezó la fiesta. Y empezamos a darnos cuenta realmente de lo que habíamos conseguido.
- Supongo que con la canción 'Como una ola' de Rocío Jurado como banda sonora, porque hasta la subió al escenario del Bizkaia Arena...
- (Risas) El tema me hace gracia, porque una vez dije que me gustaba, la gente se sorprendió mucho y ahora siempre me lo recuerdan. Pero es cierto. Me gusta. Y cuando el sábado, para la octava menor, nos pusieron el tema del karaoke, creo que los 4.000 que estaban en Miribilla pensaron en esa canción. Incluso yo. Me dije: «Me han puesto un tema para que lo diga». Me salió como una sonrisa interior. Y encontré la manera de meterlo y de coserlo elegantemente, y al final fue la estrella de todas las celebraciones. Además, tenía una apuesta con compañeros de la radio. Tenía que decir la palabra pomelo en algún momento de la final y los de Gaztea me iban a cantar 'Como una ola' en euskera. Yo dije pomelo, ahora ellos ya saben.
- En otro momento, poniéndose en el papel de Olentzero, le respondió a Etxahun Lekue que los vascos no bailan... No sé por qué me da que esa norma también se le salta.
- Yo sí, totalmente (risas). Cuando caricaturizamos a los vascos, injustamente los ponemos siempre en la barra, no bailando. Y me vino muy bien esa caricatura. No me la puedo aplicar a mí misma, porque yo bailé mucho el sábado, y cuando estoy contenta bailo y cuando estoy triste, muchas veces, también. Bailar es una gran terapia.
Dice Enbeita que este año estaba muy, muy nerviosa. Esa era la única sensación que tenía la tarde del sábado. «Pero las cosas te vienen cuando menos te lo esperas. Y puede que cuando más preparada estás para recibirlas». Lo dice por una trayectoria que comenzó en casa de cría, siguió con el debut en la plaza en 1987 y la llevó a su primera final de Bizkaia en 2006. Ha participado en todas desde entonces y también en dos del absoluto, en 2005 y 2009.
«El sábado en ningún momento creí que iba a entrar en el buruz buruko», rememora. «Y cuando oí mi nombre, bueno, solo pensé en seguir, seguir, seguir. No sabía las puntuaciones que teníamos, y toda la tarde cuenta, no sabía si estaba segunda o primera... Pero era un fifty-fifty, o Etxahun o yo. No hay más. Y ahí empecé a pensar 'ostras, ostras, ostras, aquí va a pasar algo muy grande'. Y pasó».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.