«Cada vez habrá más chinos y anglosajones en la comunidad de hablantes del español»
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El informe constata la expansión del idioma, con un 30% más de hablantes potenciales en los diez últimos años«Yo creo que el Instituto Cervantes no desentonaría como parte del Ministerio de Industria», deja caer medio en serio, medio en broma, David Fernández Vítores (Madrid, 1971), que no solo es doctor en Lengua y Literatura española y profesor en la Universidad de Alcalá, ... sino también politólogo. No se le escapa ninguna de las implicaciones económicas de la expansión del castellano en el mundo. «Los clientes del español, ya sean estudiantes o empresarios que desean acceder a mercados hispanohablantes, no han dejado de crecer en los últimos 10 años. Y por supuesto, cada vez habrá más chinos y anglosajones...», advierte el experto con motivo del Anuario 2020 del Cervantes, que acaba de presentarse esta mañana.
Es uno de los muchos datos que captan la atención en las más de 500 páginas del informe, que ha elaborado el propio Fernández Vítores. Se trata de un trabajo del que lleva encargándose, año tras año, desde 2010. «En este lapso ha aumentado más de un 30% el número de hablantes potenciales (de 438 a 585 millones). ¡Algo increíble! En las próximas décadas, la presencia del español seguirá en ascenso, pero no al mismo ritmo». El llamativo incremento de la última década responde al crecimiento demográfico; a la pujanza de la comunidad hispana en Estados Unidos; y a la revalorización del español como un idioma para hacer negocios.
¿Dónde se encuentran los caladeros más suculentos para atraer a los potenciales estudiantes de la lengua de Cervantes? «Hay que tener los ojos puestos en todo el mundo y no dejar de trabajar. Eso sí, está claro que todas las inversiones que hace el Instituto Cervantes en Asia son pocas. Es un continente que debemos tener muy presente. Tanto China como Corea del Sur tienen muchos intereses en Latinoamérica y eso nos beneficia en gran medida». La afinidad con la cultura o la historia no es determinante para estudiar una lengua, «lo que realmente importa es su 'instrumentalidad' o, dicho de otra manera, el provecho que se le pueda sacar», recalca Fernández Vítores.
La motivación es algo muy personal. Los hay que sueñan con dominar el castellano para leer a Vargas Llosa, mientras que otros buscan, ante todo, ampliar su red de contactos en Linkedin. «Es revelador constatar que los usuarios de esta aplicación, dirigida exclusivamente al mercado laboral, emplean cada vez más el español en Estados Unidos, y no me refiero solo a gente que se mueve en el ámbito hispanohablante». El idioma se ha despojado en este caso de sus connotaciones identitarias o culturales para convertirse básicamente en una herramienta de promoción en el trabajo.
«Hay que interpretarlo como un signo de vitalidad. Igual que el hecho de que más de la mitad de los universitarios apuestan en Estados Unidos por el español cuando estudian una lengua extranjera». La rentabilidad del español en el mercado laboral también explica el interés creciente en Reino Unido por aprenderlo. Dominar ambas lenguas a la perfección cotiza muy alto, lo mismo en Londres que en Nueva York o Pekín. En la última década los estudiantes de español en el mundo han pasado de 14 a 22 millones. Una tendencia que seguirá al alza, consolidando la posición del idioma, el tercero más usado en el mundo tras el inglés y el chino mandarín.
«Hay que evitar caer en la batalla de las lenguas. En el ámbito de los textos científicos, el inglés actúa como lengua franca. Es así y hay que asumirlo. Todos traducimos nuestros artículos cuando queremos darles más visibilidad», admite el autor del Anuario 2020 del Instituto Cervantes. La difusión científica en castellano, ya sea en la prensa o libros divulgativos, tiene repercusión pero el impacto mundial solo se consigue en la lengua de Shakespeare. No se puede hacer nada para revertir la situación. Gastar energías y tiempo en intentarlo sería tan descabellado como «gastar la pólvora en salvas».
Fernández Vítores es un especialista pragmático que se inclina por sumar fuerzas. «Hay que seguir estrechando lazos, aunque sea virtualmente por culpa de la pandemia. No vamos a dejar de ser un mundo global por culpa del Covid-19». Quedan muchos retos pendientes como la futura apertura de un Instituto Cervantes en Los Ángeles -«es fundamental nuestra presencia en esa ciudad»- y el reforzamiento de la red de centros en África. En las próximas décadas es muy probable que haya un repunte demográfico en la zona subsahariana, mientras que en EE UU, Latinoamérica y Europa se frenará el crecimiento de las comunidades de hispanohablantes. El Instituto Cervantes ya sondea otros caladeros para el futuro.
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