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«Cervantes forma parte de mi vida». Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949), director de la Real Academia Española, lo dice casi a modo de explicación acerca de las razones que, siendo su especialidad académica el Derecho Administrativo, le han llevado a dedicar diez años ... a una labor hercúlea: una biografía del autor del 'Quijote' que va de la vida a la obra y el contexto político e histórico en el que se desenvuelve. El resultado es 'Cervantes' (Ed. Crítica), un volumen de más de 1.000 páginas de letra apretada que da un paso más sobre las biografías disponibles hasta el momento.
- El interés por la vida de Cervantes fue tardío, frente a lo sucedido con Lope y Quevedo. ¿Es un caso de esos en que una obra eclipsa a su autor?
- La obra es tan imponente que durante mucho tiempo se olvidó la persona que la había creado. Ocurrió durante todo el siglo XVII: el 'Quijote' ya se consideraba una obra maestra, pero el escritor como tal se vio perjudicado por el hecho de no tener discípulos directos ni mecenas que empujaran el interés por él.
- En su vida no faltan los episodios de guerra, los oficios peligrosos, los amoríos, las incógnitas sobre lo que hizo en algunos momentos, los odios y las envidias, la falsificación de su obra... Parece casi más un tema novelesco.
- Yo he escrito no solo la biografía consolidada en los datos, sino también la historia de las biografías anteriores, en el sentido de ir dando cuenta de qué cosas se han descubierto en cada momento. Con su peripecia se puede hacer cualquier cosa, cierto. Y de hecho, en algunas biografías antiguas hay episodios que hoy sabemos que no son ciertos.
- Antes que nada, quería triunfar en el teatro. Lo intentó, luego estuvo alejado de las tablas y cuando quiso regresar Lope arrasaba. ¿Hasta qué punto fue una frustración no tener su mismo éxito?
- Con Lope se dio cuenta de que no había sitio para más, así que él se alejó del teatro, y lo sintió. Pero antes se había enorgullecido de la buena acogida de sus obras previas. Él quería triunfar en el teatro y le sorprendió el éxito del 'Quijote'.
- Y lo mismo sucede con el poeta, que no alcanza a Quevedo, por ejemplo. ¿Fue consciente de esa inferioridad respecto de colegas más jóvenes?
- Creo que es un aspecto diferente. Cervantes escribe de sí mismo que es un poeta mediano. Y, sin embargo, había sido su primera dedicación. Era aún casi un niño y ya escribía poemas. La crítica literaria ha dicho tradicionalmente que no era tan bueno como otros de su tiempo, pero en los últimos tiempos se está reivindicando al Cervantes poeta.
- Hablando de sus colegas, su biografía descubre que la buena relación que tenía con Lope se estropeó. ¿Se llevaban mal los escritores del Siglo de Oro?
- Son cosas muy humanas. Pensar que los escritores tienen una genética diferente es un error. Hay envidias, enfrentamientos, críticas, como en todos los ámbitos. Todos los escritores del Siglo de Oro se llevaban mal y se menospreciaban de manera durísima. Cervantes tuvo con Lope una buena relación. Pero, tras la publicación de la primera parte del 'Quijote', se estropeó. Puede que Lope se enfadara por la valoración que se hace en el libro del teatro de la época, del que se dice que ha abandonado el canon para dirigirse al vulgo.
- Veía con buenos ojos la barraganía y defendía que las mujeres debían tener derecho a decidir si se casaban o no y con quién. Y también criticaba la sumisión al marido. ¿Era un adelantado a su tiempo?
- No hay que sublimar esa posición. Es cierto que hay elogios a la libertad de la mujer y críticas a su sumisión, pero hay más textos en los que sigue las pautas clásicas sobre la cuestión. Lo hizo en ese tema como en otros muchos. Cervantes no es rompedor respecto de las normas sociales.
- ¿Y en otros asuntos? Era partidario de la expulsión de los moriscos, por razones de experiencia personal, y su obra desprende un cierto antisemitismo.
- Todo eso era común en España y en Europa. Recuerde que España no fue el primer país que expulsó a los judíos. Y la crítica a los judíos era una forma de luchar contra su éxito económico y su proximidad al poder.
- El antisemitismo también está en Shakespeare. ¿Ha encontrado algo que vincule a ambos?
- No he hallado ningún indicio de que Cervantes conociera la obra de Shakespeare, y viceversa. Ni siquiera temáticamente aparecen conexiones entre ambos. Como sabe, en su momento también se especuló con un viaje de Shakespeare a España en el que pudo haber conocido a Cervantes, pero no pasa de ser una especulación sin prueba alguna.
- Cervantes habla de la tortura, denuncia el pésimo estado de las cárceles (y tuvo ocasiones de conocerlo). Incluso parece que la existencia de una justicia institucional le resulta casi un fracaso social.
- En materia de ley y justicia vivió un momento histórico, porque estaba cambiando un sistema medieval por uno propio de un Estado moderno. Es un proceso que duró décadas y se hallan referencias al mismo también en otros autores, como Lope.
- A su funeral no fue nadie famoso pese a la celebridad de su gran obra. ¿Por qué?
- Tenía una posición no muy entregada con sus mecenas. Tuvo algunos que le ayudaban pero sin gran generosidad y no se preocuparon mucho ni de su entierro ni de propiciar la extensión de su memoria post mortem. En sus últimos días no tenía muchos amigos.
- ¿El misterio sobre sus restos está ya resuelto o se buscó una solución de compromiso para dejar de buscar?
- Creo que había que dejar de buscar. Se sabe que lo enterraron en las Trinitarias pero, como nadie puso un mármol, pasó de una sepultura común a un osario común. Así que seguramente será imposible hallar sus huesos. Pero no me parece grave. El empeño de dar con sus restos es de una importancia discutible.
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