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Dos tercios del coste del proyecto provendrían de unos fondos europeos que nadie sabe cuándo se aprobaránEppur si muove! Pues sí, a pesar de todo el Guggenheim Urdaibai se mueve, avanza en la incertidumbre y progresa en el largo camino de su financiación. La Diputación de Bizkaia modificó hace meses el Plan Territorial Parcial de la zona, aprobó hace semana y ... media 40 millones de euros como primera inversión y además firmó un protocolo con el Ministerio de Transición Ecológica para canalizar los fondos europeos. ¿Es todo ello suficiente para asegurar en estos momentos el sí definitivo al proyecto? Pues no tanto, aunque estos pasos reflejen la decidida voluntad política de la Diputación. Piénsese en los aproximadamente 130 millones de euros que costará el proyecto. El convenio firmado con el Gobierno de Pedro Sánchez no significa que el ministerio de Teresa Ribera destinará de forma recíproca otros 40 millones de euros, sino únicamente el compromiso para la solicitud de los fondos europeos. En otras palabras, más de dos tercios del coste del proyecto dependen todavía del sí europeo, por mucho que la Diputación exprese su voluntad de sacarlo adelante.
Por supuesto que sin la ayuda europea el proyecto también podría salir, pero los plazos serían bien diferentes. De momento nadie sabe cuándo se aprobarán esos fondos, pero al canalizarse los mismos a través de los Presupuestos Generales del Estado habrá que esperar a la aprobación de las cuentas públicas del próximo año. Algo parecido sucede en relación con los Presupuestos del Gobierno vasco, toda vez que el Ejecutivo de Vitoria, un socio fundamental del Guggenheim, todavía no se ha pronunciado y tendrá que hacerlo para incluir los costes fijos del proyecto en sus propias cuentas. Cuestión distinta es la oposición incipiente de algunos grupos ecologistas, algo tan inevitable por estos pagos como anacrónico cuando se niega el pan y la sal a un proyecto revitalizador con 148.000 visitantes potenciales que se vincula al arte y a la sostenibilidad, mientras que nada se dice de la cifra muy superior del turismo playero y vacacional de la zona. El Guggenheim Urdaibai se mueve, en fin, a pesar de las incertidumbres y los anacronismos.
Cine
El mito de Marilyn Monroe pervive casi sesenta años después de su muerte, a veces alimentado con la morbosidad de revelaciones sobre su azarosa vida, otras con imágenes sobre su indudable erotismo y algunas más con el atractivo de películas y biografías que renuevan su condición de icono cultural del siglo XX. Por supuesto que su calidad interpretativa en el cine no explica la vigencia de su mito, ni tampoco su simple y vulnerable erotismo aclara su vigencia y aceptación entre hombres y mujeres en plena era del #MeToo. Pero el interés por el icono permanece inalterable, tal y como ahora vuelve a demostrar la expectación generada por el biopic 'Blonde', la adaptación de la novela de Joyce Carol Oates que ha dirigido Andrew Dominik, cuyo estreno en Netflix está previsto el 28 de septiembre tras su paso por el Festival de Venecia. Naturalmente su publicitado tráiler, los rumores de un estreno pospuesto hasta ahora por la crudeza de su contenido, las tesis expuestas en la novela de Joyce Carol Oates y la interpretación de Ana de Armas alimentan el negocio y refuerzan el mito.
Música
Afortunadamente la habitualidad de la guerra de Ucrania no impide el surgimiento de valiosas muestras de solidaridad. Es el caso de esa gira de la llamada Orquesta Ucraniana por la Libertad que está recorriendo diversos festivales europeos y norteamericanos. Formada por 74 músicos ucranianos, muchos de los cuales han participado en la guerra, la orquesta se asemeja a un ejército de reclutas culturales que pretende mantener viva la conciencia crítica contra la barbarie rusa. Al frente de la dirección musical está la canadiense de origen ucraniano Keri-Lynn Wilson, esposa de Peter Gelb -el actual director de la Metropolitan Opera House-, que dirigió en Bilbao una 'Traviata' de la ABAO en 2012. Magnífico que Wilson haya dicho que no se trata de negar la música rusa de Tchaikosvski y Shostakóvich, sino de mantener la solidaridad frente a la invasión rusa.
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