![El Centro Botín mostrará las cabezas iberas que Picasso compró tras su robo en el Louvre](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202104/06/media/cortadas/cabeza3-kreC-U1301048304257DXB-1248x1400@El%20Correo.jpg)
![El Centro Botín mostrará las cabezas iberas que Picasso compró tras su robo en el Louvre](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202104/06/media/cortadas/cabeza3-kreC-U1301048304257DXB-1248x1400@El%20Correo.jpg)
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Cosas de la bohemia de principios del siglo XX: el aventurero belga Honoré-Joseph Géry Pieret no robaba en el Louvre para ganar dinero, sino para desafiar las normas. En 1907 sustrajo dos cabezas de arte ibero de unos siete kilos cada una halladas en ... el Cerro de los Santos (Albacete), con más interés histórico que estrictamente artístico o monetario, ya que había muchas del mismo tipo. El ladrón ejercía de secretario de Apollinaire, crítico y poeta famoso, muy amigo de Picasso y primer teórico del cubismo. A través de este el artista español le compró una de las piezas y seguramente recibió la otra como regalo.
«Me dio algo de dinero, cincuenta francos creo, que perdí esa misma noche jugando al billar. 'Qué importa –me dije–, queda todo el arte fenicio'», confesó el belga en agosto de 1911 al periódico 'Paris-Journal'. Los robos en el Louvre eran entonces un tema candente porque días antes había desaparecido la 'Mona Lisa' de Leonardo, lo que evidenciaba los problemas de seguridad del museo.
Apollinaire avisó a Picasso de que podían estar en peligro. Pensaron en tirar al Sena las dos cabezas iberas, pero cambiaron de opinión. Las entregaron al 'Paris-Journal' y regresaron al Louvre. El poeta fue interrogado, protegió a su amigo y pasó unas dos semanas en la cárcel. El artista sentía devoción por aquellas dos estatuas, que según su amante Fernande Olivier guardaba en el armario de su casa en Montmatre, en el edificio del Bateau-Lavoir que conoció gracias al escultor vasco Paco Durrio. Un fervor que venía de antes de que ocurrieran estos hechos y que tuvo una importante influencia en la elaboración de sus figuras cubistas.
El Centro Botín de Santander mostrará el alcance esta inspiración en la exposición en 'Picasso ibero', la primera en profundidad sobre este tema que, comisariada por Cécile Godefroy y con Roberto Ontañón como comisario asociado, reunirá 200 piezas procedentes de 22 prestadores.
Con tan solo ver los perfiles de las estatuas en fotografías, se puede apreciar su similitud con las obras del creador malagueño en ese momento: 'Las señoritas de Avignon', fechada en el mismo año en que las recepta del bohemio belga –1907– y también en muchas otras que se podrán apreciar en las salas del centro santanderino. Es el caso de su 'Autorretrato' de 1906 y del cuadro 'Le baiser' de 1929, época en que retoma el hilo del arte que tuvo su apogeo en el siglo IV aC entre Andalucía y Levante.
«Evidentemente, Picasso conocía de siempre el arte ibérico. Pero el Louvre hizo una exposición en 1906 con sus fondos iberos y, cuando la visitó, tuvo una revelación por la forma de representar las figuras y las caras, esquemática y esencial. Es una de sus fuentes, junto con el románico catalán, Cézanne y Gauguin», explica Cécile Godefroy.
Las vanguardias, lo más último y actual, recogían y reinterpretaban lo más antiguo: Picasso, el iberismo y Gauguin, el cromatismo de las islas del Pacífico. «Buscaban la ruptura con el academicismo y les sirvió para ese propósito. Hasta la mitad del siglo XIX, un artista no existía como tal si no seguía las reglas de la academia, las clases de sus maestros, sus reglas de composición, su sistema de exposiciones y de premios. Con el arte arcaico o el de otras latitudes no occidentales, demostraron que el naturalismo no era el único camino para representar la realidad», agrega la comisaria.
Robar en el Louvre a principios del siglo XX era relativamente fácil. Las dos estatuas permanecían sobre una mesa, sin ningún tipo de protección, y para las 400 salas del centro había unos 200 guardas. «El asunto de las estatuas nos proporciona una imagen muy viva del mundillo artístico parisino de principios del siglo XX y de cómo funcionaba entonces uno de los mayores museos del mundo. Pero lo más importante es que pone de manifiesto el vínculo que unió a Picasso con el arte arcaico en diferentes etapas de su proceso creativo», incide Roberto Ontañón, comisario asociado de esta muestra que el Centro Botín ha producido en colaboración con el Museo Nacional Picasso-París.
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