
Un caserío para reinventar el arte de imprimir
La vuelta a la impresión artesanal ·
Elisabeth Pérez ha recuperado tipos móviles y máquinas antiguas para ofrecer en su casa de Orozko residencias, talleres y otras actividadesSecciones
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La vuelta a la impresión artesanal ·
Elisabeth Pérez ha recuperado tipos móviles y máquinas antiguas para ofrecer en su casa de Orozko residencias, talleres y otras actividadesBasta con darle a un botón para imprimir los libros ilustrados más espectaculares, después de haberlos diseñado en el ordenador. Pero no es ese resultado ... instantáneo el que busca Elisabeth Pérez, ilustradora, artista y editora. Al contrario. «Reivindico el proceso artesanal, que te hace concentrarte y pensar sobre lo que estás haciendo, sobre los errores, aciertos y las vías creativas que cada uno de ellos te abre», defiende en la antigua cuadra de un caserío en el barrio de Olarte, en Orozko, debajo del imponente macizo rocoso de Itxina, en el parque natural del Gorbea, y junto a la iglesia de San Bartolomé, cuyo origen se remonta al siglo XIII.
Allí guarda los tipos móviles y una impresora manual de su tío abuelo. Tenía una librería-imprenta en Boñar, localidad leonesa con estación en la línea ferroviaria entre La Robla y Bilbao. En aquel local imprimía los recordatorios de bautizos, comuniones y bodas, además de carteles, entre otros encargos de sus vecinos. En la familia no daban valor a aquellas letras de distintas formas y tamaños ordenadas en chibaletes (armazones de madera donde se colocan y ordenan las piezas para componer), como a tantas cosas antiguas, pero Elisabeth, sí. «Mi madre me mandó una foto por si me interesaba, y no me lo pensé».
No está sola en el movimiento de volver a la impresión artística y artesanal. Tomó contacto con él durante sus estancias en Il Bisonte, una fundación dedicada a las artes gráficas de Florencia en la que los residentes aprenden técnicas que obligan a mancharse las manos de tinta. Cita también otras iniciativas que conoce de muy cerca, como el taller Martín Pescador de Michoacán, donde los libros se componen letra a letra, con tipografías cuidadosamente elegidas para cada proyecto.
La ilustradora ha bautizado su iniciativa como El Lirón Gris y la define como «un espacio de trabajo, retiro y creación experimental sobre el libro, la tipografía, el grabado y la ilustración a los pies del Gorbea». Quiere compartir su entusiasmo y sus instrumentos con otras personas, sean artistas o ilustradores, o no. Y para ello, organizará talleres, encuentros con personas interesadas en saber cómo se lleva a cabo la impresión tradicional, residencias -la histórica artista Marta Cárdenas estará en septiembre- comidas y cenas que ha bautizado como Filomena.
Su compañero y cómplice, Ritxi Marina, es cocinero y socio del restaurante Ambigú, en la calle San Vicente de Bilbao. La idea es juntar a baserritarras y personas de los alrededores con otras de otros ámbitos. «Será muy interesante escuchar sus experiencias sobre el arte, la naturaleza, la astronomía o la propia cocina. Se trata de proporcionar un enriquecimiento mutuo poniendo a personas en contacto, que de otro modo no se conocerían», explica Ritxi.
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Quienes asistan a los talleres no sólo se encontrarán con los tipos móviles de su tío abuelo. También ha rescatado tres impresoras Minerva Heidelberg procedentes de la histórica imprenta Ausín, en la calle Iturriza de Bilbao. Hacía muchos años que no las usaban y las tenían en el local quizá porque moverlas no era nada sencillo. Han vendido la lonja y los nuevos dueños no sabían qué hacer con ellas.
Elisabeth Pérez se movilizó para recuperarlas. Organizó un 'crowfunding' a través de Verkami. Recaudó enseguida los 5.000 euros que establece la plataforma como mínimo para poder financiar un proyecto, con once aportaciones de 250 euros. Lleva recaudados más de 7.500 euros y mantiene la cuenta abierta hasta el 20 de septiembre. Cada aportación, según la cantidad, tiene su recompensa, serigrafías y grabados, con o sin cena en el taller, libros de Bonito Editorial, que dirige Elisabeth, tarjetas de visita muy peculiares, huevos y hortalizas del caserío.
Las claves
La promotora del proyecto ha salvado los materiales de la imprenta de su tío abuelo en Boñar, un pueblo de León
Ha salvado tres máquinas Minerva Heilderberg, que llevará al caserío, una de ellas de 4,5 toneladas de peso
La artista necesitaba el dinero para mover las imprentas, una de ellas de 4,5 toneladas, y trasladarlas a Olarte. «Será difícil, o imposible, volver a encontrarlas. Son auténticas máquinas de vapor», dice.
Entre las idas y venidas de dos perros bulliciosos, y la presencia silenciosa de un gato muy joven que se acercó al caserío desnutrido y decidió quedarse a vivir con ellos, la ilustradora enseña planchas de caucho y moldes de madera, vestigios de otra época que servían de planchas para imprimir, y que todavía pueden seguir haciéndolo. «Ni en la Facultad de Bellas Artes ni en ningún otro sitio te enseñan a trabajar con esto».
El retiro en la naturaleza proporciona paz y concentración, según la artista y editora. «Estuve entrevistando a artistas vascos para un proyecto del Bellas Artes. Gran parte de ellos, como Zumeta, Basterretxea, Ibarrola o Mari Puri Herrero, tenían sus espacios creativos en entornos naturales. Ahora entiendo por qué».
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