El viento sopla con fuerza, el sol se pone a la altura justa y las cabras corretean tranquilamente, en una zona montañosa del término municipal de Calamocha, en Teruel. Las semillas y frutos del chopo flotan en el aire, en su momento de máxima dispersión. ... Son de color blanco y a contraluz parecen copos de nieve. O estrellas. O fuegos fatuos. Es el momento perfecto. Clic, clic, clic. No se le escapa nada a la cámara de Carlos Pérez Naval (Calamocha, Teruel, 2005). Tiene 16 años y la paciencia de un maestro zen. Lleva más de media vida sacando fotos del mundo animal en toda su variedad, lo mismo rabijuncos que guepardos, ranas o escarabajos, y atesora premios de prestigio internacional.
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El primero se lo dieron a los nueve años en Londres. Fue el ganador más joven del 'Young Wildlife Photographer of the Year', que recibió de manos de la duquesa de Cambridge. «La verdad es que lo he vivido todo con naturalidad. Me regalaron a los cuatro años una cámara y desde entonces no he parado», recuerda Pérez Naval, un viernes por la tarde, camino de unos campos encharcados, muy cerca de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta, entre Zaragoza y Teruel. Se desplaza en furgoneta con sus padres, Eva y Rodrigo (al volante). Los tres adoran el campo y aprovechan el tiempo al máximo. Es momento de escudriñar y admirar grullas, flamencos, archibebes y... lo que se tercie. El año pasado autoeditaron 'Aves de España. Guía fotográfica de identificación'. Tiene 416 páginas y recoge la imagen de 374 especies, «tanto de la península, como de las islas y territorios del norte de África», detalla Pérez Naval.
Es un compendio manejable, con láminas muy vistosas que muestran a los ejemplares en todas sus facetas (macho, hembra, en vuelo, con distintos plumajes y edades). Hasta ahora en España solo había guías de aves ilustradas por dibujos. El trabajo del adolescente incluye 1.500 imágenes y el 95% son fotos suyas. «La más antigua es la del pájaro moscón. La hice con seis años y tiene calidad suficiente». El prólogo del libro lo firma José Benito Ruiz, expresidente de la Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza (AEFONA). «¡Todo un lujo! Otro profesional que admiro enormemente es Uge Fuertes. Hace fotografías asombrosas de situaciones muy normales. Tiene una visión creativa, eso me gusta».
En el instituto de Calamocha, donde cursa 1° de Bachillerato, es alumno de Biología de su padre y hasta hace poco lo era también de su madre, que da clases de Tecnología e Informática. «Ha elegido la rama científica y me ha abandonado», comenta Eva Naval con tono jocoso, junto a las campas encharcadas. Han llegado a su destino, la conversación se entrecorta por el viento, pero de ahí no se mueven. Son una piña. Licenciada en Ingeniería Industrial Eléctrica, la madre de Pérez Naval observa todo con suma atención. No lo puede evitar. Siempre ha tenido buena mano para el dibujo y la pintura.
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De ahí le viene probablemente al joven calamochino la debilidad por el enfoque artístico: «Sí, claro, me interesa ser original, hacer algo distinto al resto», confirma muy serio. De hecho, ya apuntaba maneras cuando recibió el 'Young Wildlife Photographer of the Year' a los nueve años. Entre otras cosas, se valoró su habilidad para recurrir a la técnica de doble exposición. Se las ingenió para captar la imagen de un escorpión que daba la impresión de estar a punto de clavar el aguijón al Sol. Siempre fue un crío con las ideas claras.
Su padre recuerda que «en lugar de cromos de futbolistas, de pequeñito ya coleccionaba fotos». Los tres han viajado mucho, de China a Brasil, pasando por Malasia y Canadá, sin olvidarse de Kenia y Holanda. A estas alturas, Pérez Naval dispone de un archivo de más 200.000 fotos y sabe bien que su mejor momento está por llegar. «Necesito dominar la fotografía nocturna y la de alta velocidad».
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Es rápido y quiere serlo todavía más. Se le ve en forma y tranquilo. Juega al fútbol-sala y al baloncesto, y en Calamocha tiene sus raíces. Sus padres llegaron al pueblo, que ahora tiene unos 4.500 habitantes, porque fue el destino que se les adjudicó como profesores del Estado. No se imaginaban que su hijo encontraría allí el paraíso terrenal. «En Calamocha -recalca el chaval- tengo la Naturaleza al alcance de mi mano». Un verano no dudó en levantarse todos los días antes del amanecer con el único propósito de espiar a un martín pescador, cerca de su pueblo. Cada día se ganaba su confianza. Al cabo de un mes se posó en una ramita, con una rana en el pico, a poca distancia. Clic, clic, clic. Misión cumplida.
- Tu futuro es la fotografía.
- Lo intentaré, pero sé que no es fácil. Si no lo consigo, trabajaré en algo relacionado con la Naturaleza. También me gustaría ser cámara para documentales. Y nunca dejaré la fotografía como hobby.
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