![Capitalismo y revolución en Rusia](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201711/06/media/cortadas/revolucion-kfUD-U50568617867JB-1680x689@El%20Correo.jpg)
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ANTONIO ELORZA
Lunes, 6 de noviembre 2017
En ‘American Capitalism’, John K. Galbraith habló de un insecto atípico, el abejorro, a quien según las leyes de Newton no le tocaba volar, y sin embargo volaba. De acuerdo con un marxismo elemental, eso le sucedió a Rusia en 1917, que registró una revolución social triunfante cuando ese papel le correspondía a Alemania. Por eso a mediados del siglo XIX había surgido la idea de una revolución basada en la comunidad campesina: el populismo. Pero Rusia había experimentado un intenso proceso de transformaciones económicas, a partir de la emancipación de la mano de obra campesina en 1861, supuesto del rápido crecimiento capitalista. El joven Lenin supo verlo en ‘El desarrollo del capitalismo en Rusia’: «La revolución es en Rusia, inevitablemente, una revolución burguesa».
Desde 1880 tuvo lugar un vuelco en la sociedad rusa, con la formación de grandes industrias y la construcción de una red de comunicaciones del Báltico al Pacífico. Más avances culturales, protagonizados por grandes figuras que sitúan al arte ruso en la vanguardia europea. Es la Rusia de Repin y Malevich, pero también la de Nicolás II y Rasputín. La adecuación del modelo de partido socialista a ese marco de represión, oscurantismo y atraso agrario, será la obra maestra del líder de la socialdemocracia bolchevique, Vladimir Ilich ‘Lenin’, un hombre procedente de la pequeña nobleza, activista y lector infatigable, deudor en su formación de Kautsky y de los ejemplos de la Revolución francesa y de la Comuna de París, examinados a través de Marx. Y también de populistas como Chernyshevski, de quien toma algo más que el título de su ‘¿Qué hacer?’ Su «ir al pueblo» inspira el «ir a los obreros» de Lenin, y aún más la concepción voluntarista del revolucionario entregado a la construcción de un nuevo mundo, tarea en la cual, de acuerdo con el Catecismo de Netchaev, no cabe ningún sentimiento humano.
Lenin diseña en ‘¿Qué hacer?’ el instrumento de la Revolución, sobre la base de que el proletariado por sí mismo no se orienta hacia ella, necesitando la guía de un partido centralizado de revolucionarios profesionales, fuertemente disciplinado. El programa será cumplido, tanto en su vertiente positiva, blindaje frente al zarismo y estado mayor de la Revolución, como en lo negativo, la incapacidad para activar el pluralismo interno.
La Revolución de 1917 fue resultado de la autodestrucción del zarismo y del ansia de paz del pueblo, sobre las cuales actuó una eficaz estrategia insurreccional. Cuarteado ya por el desastre militar ante Japón y el intento revolucionario de 1905, el zarismo se desplomó ante las nuevas derrotas en la Gran Guerra por el levantamiento de una población hambrienta, dejando el legado de un doble poder en que el inactivo y belicista Gobierno provisional tenía ante sí al Sóviet de Petrogrado. La ausencia de una tradición parlamentaria, la penuria y el ansia de paz que Kérenski ignoró, abrieron el camino a un ‘putsch’ donde se impuso la determinación de Lenin. Luego Eisenstein puso las imágenes de heroísmo en ‘Octubre’ a una realidad más modesta: fueron una docena de bolcheviques a las órdenes de Antónov-Ovseyenko quienes tomaron el Palacio de Invierno entrando por una puerta trasera.
El nuevo orden
En 1905 Lenin había elogiado la democracia. Ahora sobraba. La Asamblea Constituyente, donde los bolcheviques eran minoría, resultó disuelta el 5 de enero de 1918. La instauración del nuevo orden fue abordada rápidamente, con sus rasgos totalitarios. Lenin suprimió de inmediato la libertad de prensa, desechó toda posible alianza con las organizaciones que no aceptaran su programa, publicó decretos sobre jornada de trabajo, control obrero, nacionalización de la Banca y grandes empresas, creación de un Consejo de Economía Nacional. El 15 de noviembre ofreció la autodeterminación a los pueblos de Rusia. En diciembre se funda la Cheka, Policía secreta encargada de «la lucha contra el sabotaje y la contrarrevolución», que muy pronto hará del régimen un Estado terrorista. Las ideas de Lenin sobre el aplastamiento del adversario de clase enlazaban con la violencia social desde abajo contra el ‘burzhoi’. «El terror y la utopía estuvieron estrechamente ligados» (O. Figes). Como el socialrevolucionario Isaac Steinberg hiciera notar a Lenin, su Comisariado de Justicia debería llamarse ‘Comisariado de Aniquilación Social’. Sobre el fondo, Lenin asintió.
Himno soviético interpretado en acto de homenaje al final de la Segunda Guerra Mundial
La guerra de clases debía ser llevada asimismo a escala mundial. Para eso fundó en 1919 la Internacional Comunista, extrapolando el modelo previo del partido bolchevique: un organismo centralizado donde los partidos comunistas subordinasen sus propios fines al objetivo de la revolución mundial, que él creía próxima. Su política suicida en la guerra contra Polonia de 1920, al renunciar a un desenlace favorable para mantener la ofensiva, fue la muestra de esa actitud, que hubo de rectificar al alejarse su sueño. Es el pragmatismo que ante el fracaso del comunismo de guerra le lleva a implantar la Nueva Política Económica, sin concesión política alguna, y a sus últimos artículos, donde toma conciencia de sus fracasos, tanto en la construcción del Estado, como en la política económica, al ver que el partido «no es una gota en el mar del pueblo». «Los burgueses por lo menos sabían alimentarnos, vosotros no sabéis», pone Lenin en boca de un campesino. También percibió antes de morir quién era Stalin, su antes «maravilloso georgiano».
Con Stalin el terror llegará al paroxismo, entre 1935 y 1939, mientras la supuesta racionalización de los planes quinquenales se apoyaba en la depredación del campesinado. De paso, el comunismo soviético adquiría los rasgos de un sistema de vigilancia y represión generalizadas. La Internacional Comunista pasó a ser un organismo al servicio de «la patria del socialismo» y de los consiguientes objetivos fijados por Stalin, sin la menor concesión al internacionalismo leninista. Lo esencial era preservar el legado imperialista de los zares, que Stalin logrará acrecer de 1939 a 1948. El marxismo se convirtió una religión política con él como sumo sacerdote, personificación del triunfo del comunismo a escala mundial. Precio: millones de muertes.
Zar rojo, ‘socialismo real’
Hitler en el poder explica la aceptación por Stalin de la estrategia de frentes populares. Estaba harto de que Manuilski, al frente de la IC, «profetizase todos los años una revolución proletaria que no tiene lugar», mientras el vigoroso PC alemán era destruido. El 7 de abril de 1934 se lo cuenta al búlgaro Dimitrov. Stalin iniciaba una valoración de la democracia como plataforma para alcanzar la etapa socialista: lo que representan las democracias populares desde 1945 y lo que sirvió desde 1934 en Francia y en España para aglutinar a las fuerzas de izquierda frente al fascismo.
La suerte de los comunistas, advirtió Togliatti, dependerá de su capacidad para convertirse en verdaderos demócratas. Lo anunciaron sus informes de España y lo desarrollará en el PC italiano a partir de 1944. Surge así el fallido comunismo democrático en Europa occidental frente al soviético y a sus variantes. Las posibilidades de una revisión interna en el bloque soviético, entrevistas a partir del informe Jrushchov en 1956, fueron aplastadas con la primavera de Praga (1968). Anclado en el ‘socialismo real’, el comunismo fue incapaz de escapar al cerco de hierro que Lenin y Stalin habían creado y de mantener la competencia con el mundo capitalista.
El legado histórico oscila así entre la represión y el terror de un lado, y de otro la lucha contra el fascismo y por la democracia. Más allá del desplome del marxismo soviético, el comunismo sobrevive hoy entre dos extremos : el floreciente capitalismo de Estado chino y la aberrante dictadura norcoreana. Y como mito.
Antonio Elorza fue militante del PC de Euskadi y confundador de IU. Actualmente es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense.
1905-1906. Domingo sangriento: Tras un año de huelgas, el 22 de enero de 1905, unos 150.000 trabajadores de San Petersburgo piden mejoras en sus condiciones laborales ante el Palacio de Invierno. La guardia abre fuego y mata a unos 200. «El prestigio del zar ha muerto hoy aquí», escribe Gorki.
Manifiesto de Octubre: El documento, precursor de la primera Constitución, concedía libertades civiles (religiosa y de expresión) y derechos como el de reunión y asociación. Permite el nacimiento del Partido Democrático Constitucional (kadetes) y legaliza los primeros sóviets.
Mayo de 1906: El zar promulga la Constitución, que contra lo esperado restringe el Manifiesto. Convoca por primera vez la Duma Imperial, con la presencia de los liberales y socialistas moderados pero la suspende en diez semanas. Hasta 1917 le suceden otras tres dumas, igualmente ineficaces.
Primera Guerra Mundial. Julio de 1914: El zar declara la guerra a Alemania con el apoyo de toda la Duma salvo los socialistas. El Ejército Imperial sufre duras derrotas y la población, desabastecimiento e inflación. San Petersburgo pasa a llamarse Petrogrado, un nombre menos germánico.
Agosto de 1915: Los fracasos en el frente llevan al zar a tomar el mando de las tropas pese a carecer de experiencia. Al cargo de los asuntos internos queda la zarina, Alejandra, de quien todos los estamentos rusos recelan por su origen alemán y por estar muy influida por Rasputín, asesinado en 1916.
1917. 8 de marzo: Las malas noticias del frente y la escasez de alimentos llevan a las mujeres de Petrogrado a sumarse a los trabajadores en huelga desde principios de mes. Tras días de altercados se unen a las protestas los soldados encargados de disolver las manifestaciones.
15 de marzo: Las revueltas, que al principio no eran apoyadas por los dirigentes socialistas, derivan en revolución y se expanden a las principales ciudades del país, donde los trabajadores llegan incluso a formar milicias. Ya no solo piden pan y paz. También el fin de la autocracia. La situación es incontrolable y políticos y militares envían telegramas al zar pidiéndole que deje el trono y evite una guerra civil. Sin llegar a Petrogrado, el zar abdica en el tren que lo traslada desde el frente. Volverá a casa, al Palacio de Alejandro en el retiro de Tsárskoye Seló, convertido en el coronel Romanov.
Gobierno provisional: Tras conocerse la abdicación del zar, un grupo de diputados del Partido Democrático Constitucional (los ‘kadete’, burgueses liberales) y el social-revolucionario Kérenski (a título personal) forman un Gobierno en coalición con el recién formado Sóviet de Petrogrado. Los primeros son partidarios de continuar con la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. El Sóviet, no. Las posiciones encontradas al respecto y la lentitud al afrontar reformas muy esperadas, como la agraria, causan una crisis y los primeros enfrentamientos armados de la revolución.
Tesis de abril: Alemania, interesada en desestabilizar aún más la situación en Rusia, organiza el regreso de Lenin. A su llegada, este aprovecha la conferencia de los sóviets para negar su apoyo al Gobierno y prometer la salida de la guerra y control de las tierras y fábricas a campesinos y obreros.
Jornadas de julio: El fracaso de la Ofensiva Kérenski para evitar el refuerzo de las tropas alemanas en el frente occidental provoca que numerosos soldados pidan al Sóviet de Petrogrado que asuma el control del país. Los bolcheviques, que aún no son mayoría en el propio Sóviet, prefieren esperar.
Represión y exilio: Consciente de que el colapso económico y la propaganda antibelicista dan popularidad a los bolcheviques, el Gobierno prohíbe sus publicaciones, manda al frente a gran parte de los soldados asentados en la capital, desarma a los obreros y reinstaura la pena de muerte, abolida en febrero. Trotski es encarcelado y Lenin huye a Finlandia. En el Gobierno, el social-revolucionario Kérenski sucede al demócrata constitucional Gueorgui Lvov. El Ejército, hasta entonces bajo el mando del nuevo presidente, queda a las órdenes del general Lavr Kornílov.
Intento de golpe de Estado: En agosto, Kornílov, defensor del zarismo, intenta devolver Rusia al viejo orden enviando regimientos de caballería a Petrogrado. Para evitarlo, Kérenski pide ayuda a los partidos revolucionarios y acepta la liberación y el rearme de los bolcheviques.
Al frente del Sóviet: Mientras socialistas moderados y mencheviques tratan de organizar una Conferencia Democrática que normalice el país tras el intento de golpe de Estado, el 30 de septiembre, el Sóviet de Petrogrado evidencia el ascenso bolchevique escogiendo como presidente a Trotski.
Listos para la verdadera revolución: El 7 de noviembre, Lenin entra en el Sóviet de Petrogrado. La debilidad del Gobierno y su mayoría entre los revolucionarios señalan que ha llegado el momento de asaltar el poder, en coincidencia con el segundo Congreso Panruso de los Sóviets.
Noviembre de 1917. Asalto al Palacio de Invierno: El 22 de octubre, el Sóviet de Petrogrado había creado el Comité Militar Revolucionario para preparar el arresto del Gobierno provisional y la toma de los puntos estratégicos de la ciudad, como estaciones, puentes, estafetas de correos y telégrafos o el banco central. El 7 de noviembre, con el apoyo mayoritario de los regimientos de Petrogrado al levantamiento, sin apenas resistencia ni épica, los revolucionarios bolcheviques toman el Palacio de Invierno, sede gubernamental.
El golpe dentro del golpe: Durante la insurrección, el Congreso Panruso de los Sóviets aprueba la propuesta menchevique para proclamar un Gobierno con representantes de todos los partidos del Sóviet de Petrogrado. Sin embargo, al saber que hay social-revolucionarios y mencheviques sitiados en el Palacio de Invierno, los representantes de estos últimos protestan abandonando el congreso. Lenin aprovecha su ausencia para proponer la creación de un Gobierno bolchevique pese a que de los 670 delegados electos inicialmente presentes solo 300 son suyos.
Construcción del orden socialista: Tras hacerse con el poder, Lenin anuncia conversaciones diplomáticas para abandonar la guerra y promulga el Decreto sobre la Tierra, por el que las grandes propiedades son abolidas sin indemnización y los campos de cultivo quedan bajo control de los sóviets.
Nuevo Gobierno: Inmediatamente, los bolcheviques crean el Consejo de Comisarios del Pueblo (o Sovnar- kom), que ordena la nacionalización de los bancos y el control obrero sobre la producción, y determina el derecho a la autoderminación de todos los pueblos de Rusia.
Levantamiento Kérenski-Krasnov: Kérenski, huido a la sede del mando del frente norte en Pskov, consigue que el general Krasnov ordene a 700 cosacos marchar sobre Petrogrado, donde son derrotados. Kérenski huye del país y Krasnov es detenido, aunque después será puesto en libertad.
La paz de Brest-Litovsk: El 15 de diciembre, Alemania y Rusia firman el armisticio e inician las negociaciones de paz. Las exigencias alemanas enfrentan a los bolcheviques que quieren la paz a cualquier precio (Lenin) con los que no aceptan cambios territoriales (Trotski). Gana la inmediatez de Lenin y en marzo de 1918 Rusia asume el pago de 6.000 millones de marcos como indemnización de guerra y cede el territorio donde vive casi un tercio de su población, un tercio de sus tierras cultivadas y el 75% de sus zonas industriales. Letonia, Estonia, Ucrania y Finlandia pasan a ser independientes.
Mantenimiento del orden: El caos en el país anima a los bolcheviques a crear en diciembre la Comisión extraordinaria de lucha contra el sabotaje y la contrarrevolución, la Cheka. Aunque su primer objetivo son los socialistas moderados, es un instrumento de represión indiscriminado.
Guerra civil: Monárquicos, social-revolucionarios de derechas y mencheviques empiezan a unirse en el llamado ejército blanco para luchar contra los bolcheviques. En el valle del Don, quienes movilizan a los opositores son los cosacos de Krasnov. Trostki funda el Ejército Rojo.
Nueva capital: En marzo, temerosos de que la inestabilidad en Petrogrado provoque una nueva insurrección, esta vez contra los propios revolucionarios, los bolcheviques establecen la sede del Gobierno en el Kremlin de Moscú. Además, Lenin decreta el abandono del calendario juliano.
El asesinato de los Romanov: El 17 de julio de 1918, ante la inminente llegada del ejército blanco a Ekaterimburgo, la cheka local decide ejecutar a los miembros de la familia real, confinados en la Casa del Propósito Especial, mientras los dirigentes bolchevique aún decidían su destino.
Atentado contra Lenin: El 30 de agosto, a la salida de un mitin en una fábrica de Moscú, el líder bolchevique recibe tres disparos. Se acusa del ataque a Fanni Kaplán, judía social-revolucionaria que reprocha a Lenin haber traicionado la Revolución. Fue ejecutada el 3 de septiembre.
El contagio alemán. Revolución de Noviembre: El fuerte impacto de la derrota en la guerra incrementa las tensiones entre las clases populares y la elite aristócrata y burguesa. La revolución fuerza la abdicación del káiser Guillermo II y da lugar a la República de Weimar.
Lucha por la tierra: Tras derrotar al ejército blanco en 1920, los bolcheviques aún deben aplastar a la guerrilla campesina (el llamado ejército verde), que rechazaba tanto la restitución de la propiedad de la tierra a sus antiguos dueños de los blancos como su gestión a través de los sóviets. al
Nueva Política Económica: El comunismo de guerra –pensado para que todos los medios productivos estuvieran a disposición del abastecimiento de armas y alimentos del Ejército Rojo– da paso al llamado capitalismo de Estado, que permite la coexistencia del sector público y el privado.
El nuevo Estado. Nace la URSS: El 28 de diciembre de 1922, casi seis años después de la caída del zar, la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Rusia se une a las repúblicas de Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia para crear la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Luchas por el poder: La muerte de Lenin, el 21 de enero de 1924, desencadena la batalla entre los dirigentes soviéticos. Un año antes, el líder bolchevique había intentado limitar el poder de Stalin, ya por entonces secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética. Conspirando con unos y con otros y traicionando a todos ellos, Stalin logra deshacerse de Trotski, Zinóviev, Kámenev o Bujarin. En 1940, prácticamente todos los protagonistas de la revolución de 1917 han sido asesinados, ejecutados, purgados o enviados al Gulag.
Economía planificada: Para acelerar la modernización del país sin ayuda de las potencias extranjeras, en 1928 Stalin pone en marcha los planes quinquenales. El Estado toma el control absoluto de la actividad agrícola e industrial, que es programada para períodos de cinco años.
Segunda Guerra Mundial: La URSS firma en 1939 un pacto de no agresión con la Alemania nazi, que favorece la invasión soviética de Polonia y la ocupación de Lituania, Letonia y Estonia. Pero en junio de 1941 Hitler ordena la invasión de la Unión Soviética y sitúa a Stalin del lado de los aliados.
La guerra fría. Nace una superpotencia: Pese al enorme sufrimiento causado por la guerra –con más de 27 millones de muertos–, la victoria aliada supone la entrada en el escenario político internacional de una URSS capaz de imponer en las conversaciones de paz su control sobre países como Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia o Rumania, que pasan a conformar el llamado Bloque del Este. Por otra parte, tras 22 años de guerra civil, en 1949 Mao Zedong, presidente del Partido Comunista, proclama la República Popular de China.
‘Desestalinización’: En marzo de 1953, muere Stalin. Le sustituye Nikita Jrushchov, que permite cierta relajación de la represión dentro del país, el deshielo. Fuera, aplasta las sublevaciones anticomunistas en Hungría y Polonia, rompe relaciones con China y desencadena la crisis de los misiles de Cuba.
‘Détente’: En 1964, la desaceleración económica provoca la sustitución de Jrushchov por Leonid Brézhnev en la secretaría general del Partido Comunista. Tras la invasión de Checoslovaquia de 1968 inicia un período de distensión con Occidente roto en 1979 por la Guerra de Afganistán.
Disolución de la URSS. Perestroika: Entre 1982 y 1985 mueren tres secretarios generales (Brézhnev, Andrópov y Chernenko), por lo que el partido busca un relevo más joven. El elegido es Mijaíl Gorbachov, cuyas reformas políticas propiciaron la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Textos: Iratxe Bernal
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