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helena rodríguez
Jueves, 18 de noviembre 2021, 16:35
Denostadas por paisajistas y ecologistas, las canteras que se distribuyen por la geografía vasca son cicatrices en los ecosistemas. Una primera mirada sobre ellas impulsa a pensar en negativo, en ataques al medio ambiente, en desastres ecológicos. En resumen: no son lugares con buena fama. ... Un grupo de artistas vascos, sin embargo, las ven de manera diferente y abogan por empezar a mirarlas desde un punto de vista estético. Sobre esa idea ha nacido la jornada, inaugurada este jueves en Bilbao, 'Mutaciones estéticas del paisaje' que lleva aparejada una exposición que se podrá disfrutar hasta el 28 de mayo en la sala Chillida del Bizkaia Aretoa de la capital vizcaína.
En la presentación han estado los profesores de la UPV/EHU y miembros del Grupo de Investigación de Kreareak, Creación en Arte y Estéticas Aplicadas para la Ciudad, el Paisaje y la Comunidad: Xabier Laka, Ana Arnaiz e Iskander Rementería. «Nos preguntamos cómo el arte puede hacernos sensibles e interactuar ante las transformaciones del espacio común del territorio para convertirlas en paisajes de pleno derecho», explica Xabier Laka, profesor e investigador y organizador del evento. La muestra consta de cuatro vídeos, ocho cuadros de gran formato y multitud de esculturas, cristales imprimados y fotografías de pequeño tamaño. A través de todas ellas, un recorrido estético por las explotaciones de Markina, Lastur-Deba, Ereño y Dima.
Líneas rectas perfectas, oquedades que bien podrían haber servido de inspiración a Oteiza o Chillida, perspectivas inmensas... observar de cerca estos descomunales espacios construidos por el hombre para robarle la riqueza a la tierra supone un ejercicio de reeducación mental para el común de los mortales. Los componentes del grupo Kreareak no quieren que las explotaciones se «tapen» o que «se pongan otras cosas como pinturas o esculturas por ejemplo». «Lo que deseamos es que existan porque son experiencias estéticas inmensas. no poner nada. Son monumento involuntarios», defiende Laka. Y Ana Arnaiz, por su parte, establece una comparación de los más descriptiva: «Si valoramos Petra, también deberíamos valorar las canteras». Su reivindicación no es incompatible con el medio ambiente. «La sostenibilidad estética y la ecológica no son excluyentes» -defienden- antes de definirse como «demócratas de los paisajes». «Hay que asumirlos todos porque los hemos creado, pero eso no significa asumirlos de cualquier manera, sino con inteligencia y con sensibilidad. Debe haber mirada crítica», concluyen.
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