Un cambio

Véase, si no, la diferencia en el seguimiento o en la repercusión mediática del Zinebi con respecto a otros festivales nacionales, la escasa respuesta ciudadana en una venta de entradas que obliga a tirar de las sempiternas invitaciones, la ausencia del Zinebi en el currículo de nuestros principales cineastas o incluso la pasividad a la hora de aprovechar ciertas instituciones de la cultura bilbaína que podrían aportarle sinergias importantes.

Y el caso es que el certamen especializado en los cortometrajes y documentales no solo es un evento lógico y obligado en la cultura pública municipal, sino también un activo de la oferta con suficiente masa crítica y potencial como para aspirar a mucho más. Que en la próxima edición haya un especial énfasis en el camino de la igualdad de género, que se extienda su comercialización a una plataforma digital o que se rinda homenaje a Imanol Uribe está muy bien. Pero falta, sí, una mayor proyección exterior, una estrategia que logre su popularización social, una complicidad mayor con nuestros mejores cineastas, una acción coordinada con otras instituciones culturales de Bilbao y un cierto cambio, como diría Lampedusa, para que todo siga igual.