¿Serían tan buenos si cantaran hoy?

El primer elemento de comparación está en las grabaciones. Las que dejaron Caruso y Chaliapin tienen un sonido muy oscuro que no permite un análisis riguroso. A partir de los años cincuenta y sobre todo en los sesenta, con la alta fidelidad, las grabaciones ya son excelentes. Pero, ¿son los discos fieles a la realidad? Como dice la cantante Tatiana Davidova, hoy se puede conseguir en estudio que un intérprete 'llegue' a una nota que en realidad no alcanza. Los discos antiguos tenían menos edición, pero eso no significa que no tuvieran trampas. El mítico productor Walter Legge hizo que su esposa, Elisabeth Schwarzkopf, 'prestara' a Kirsten Flagstad un par de agudos para su rol de Isolda en la célebre grabación de Furtwängler. Así que las grabaciones ayudan pero no sirven para dictar sentencia.

¿Y la técnica vocal? ¿Ha mejorado tanto como la instrumental en las últimas décadas? Nerea Erauskin, soprano y profesora en Musikene, habla de cambios, pero no está segura de que el balance sea del todo positivo, porque entiende que hay aspectos en los que ha mejorado y otros en los que no es así. Maite Arruabarrena, mezzosoprano y profesora en el mismo centro, cree que no ha habido demasiada evolución en ese terreno, pero apunta que hoy existe un «elevadísimo número de cantantes con una formación muy completa» gracias a la abundancia de centros donde pueden estudiar, frente a un cierto autodidactismo de generaciones anteriores.

Otro aspecto para el debate está en las salas. A partir de los años setenta se construyeron teatros con grandes escenarios capaces de acoger por encima de los 2.000 espectadores. Es ahí donde deben actuar los artistas de hoy. «Quizá quienes cantaban muy bien en pequeños teatros de herradura sufrieran en estas salas», reconoce Olatz Saitua, soprano y docente en Musikene. Cesidio Niño, director artístico de la ABAO, explica que no es cuestión solo de volumen, sino de características de la voz. La de algunos, asegura, no corre bien en salas muy grandes y se llevan ellos mismos una decepción. Lo ha visto en más de un caso, y comenta que sabe de artistas que antes de actuar en el Euskalduna han asistido a una función y desde el patio de butacas han observado atentamente cómo se oye a los artistas. En este terreno, todos los especialistas consultados creen que los cantantes de hoy están mejor preparados para actuar en salas grandes, aunque Juan Carlos Sancho, director de la agencia Iberkonzert, recuerda que siendo un adolescente escuchó a Mario del Monaco en el Coliseo, y «se le oía desde la calle», tal era la calidad y el volumen de su voz.

Hay otro aspecto en el que los cantantes de hoy tendrían ventaja: están más acostumbrados a moverse por el escenario y asumir todas las exigencias que les plantean los directores de escena. «Algunos de esos cantantes del pasado se plantarían incluso ante algunas condiciones que se les ponen ahora», aventura Guillermo Ibáñez, secretario de la junta directiva de la ABAO. «Por voz y técnica aquellos eran tan buenos o mejores que los actuales. Otra cosa es que no hicieran tan bien lo que se les pide en la producción», apostilla José Antonio Isusi, vicepresidente de la entidad lírica bilbaína.

Es la tiranía del mundo en que vivimos, en el que lo visual prima por encima de otros aspectos. Los cantantes del pasado eran más estáticos, salían al centro del escenario y cantaban. «Carlo Bergonzi, que era mi profesor, -recuerda Saitua- lo hacía muy bien pero no era el que más emocionaba como actor». Nadie descarta que los cantantes de ayer, sometidos a las exigencias de hoy, no respondieran de manera adecuada. Así lo cree José María Bilbao, vocal de la ABAO. Nerea Erauskin, en cambio, no lo ve así. A su juicio, «antes se valoraba casi exclusivamente la voz. Hoy son muchas más cosas y no podemos estar seguros de cómo harían frente a unas exigencias cada vez mayores». Se refiere a que hoy los artistas cantan tumbados o tienen que correr por el escenario y adoptar posturas inverosímiles... y ello exige además de una forma física que antes no se valoraba.

Otro aspecto que deben cuidar. Y que requiere de una disciplina notable en cuanto a la salud. A Mirella Freni la frenaron para que no empezara a cantar demasiado pronto y oscureciera así su voz. Y ese Caruso que en numerosas fotos aparece con un cigarrillo en la mano es hoy impensable. Claro que, como recuerda Tatiana Davidova, antes se viajaba a América en barco, y eso eran diez días sin trabajar, y hoy para ganar tiempo y poder cantar en más funciones se va en avión, donde además el aire acondicionado maltrata las cuerdas vocales. Sin olvidar los ensayos, que antes eran muy cortos para las figuras, y hoy son tan intensos que es frecuente que los intérpretes principales lleguen cansados a la primera función.

¿Los mitos de la lírica serían tan buenos si cantaran ahora? Cesidio Niño y Juan Carlos Sancho dan una respuesta que resume el sentir de todos: los más grandes lo harían tan bien y algunos incluso mejor que los actuales. Pero luego existe hoy una clase media-alta de cantantes que, comparados con ese mismo nivel de hace 50-60 años, gana con claridad. Por técnica, dominio de la escena y calidad vocal.