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Unai Rementeria, Miguel Zugaza y un puñado de personas más. Más allá del diputado general y el director del Museo de Bellas Artes, pocos sabían de su existencia hasta hoy. Tres retratos de nobles vizcaínos pintados por Francisco de Goya, de valor incalculable y ... que se creían desaparecidos desde la Guerra Civil, han sido devueltos a Bizkaia. Están ya custodiados en una sala de la pinacoteca alejada del público. Fuentes de la máxima solvencia han confirmado a EL CORREO que «llegaron a Bilbao hace unos nueve meses, después de ser localizados en un punto seguro del extranjero». Las autoridades forales y culturales pretendían hacer público el descubrimiento, de impacto mundial por la firma del pintor aragonés, en un par de meses.
Los tres retratos están fechados entre 1787 y 1790. En ellos aparecen Antonio Adán de Yarza y Tavira, su madre Bernarda de Tavira y Cerón-Cuevas, y su esposa María Ramona de Barbachano. Los tres nobles pertenecen a la familia lekeitiarra de los Adán de Yarza, uno de los diez linajes más importantes de Bizkaia.
Vivían en el enorme palacio de Zubieta, en lo que ahora es Ispaster, a las afueras de Lekeitio. Hay cierto debate sobre si Goya se desplazó hasta allí, como apuntó el historiador Fernando de la Quadra Salcedo en los años 30, o si fue la familia la que viajó a Madrid en busca de quien era ya el renombrado pintor de la Corte. En 1789 había esbozado el primero de sus numerosos retratos del rey Carlos IV y los encargos familiares eran ya su principal fuente de ingresos. Según los expertos, en 1800 el rpecio de un retrato con su firma oscilaba entre 10.000 y 15.000 reales, cuando un médico ganaba al año unos 4.000. Las principales familias vizcaínas compitieron por un lienzo que decorase sus salones y remarcase su estatus y poderío económico. Once personajes vizcaínos protagonizaron retratos de Goya en la última exposición sobre el pintor en el Bellas Artes. Faltaban los Adán de Yarza. Durante 150 años, los tres retratos presidieron las sobremesas en el palacio de Zubieta hasta que, aquel verano de 1936, estalló la guerra.
El diario 'Euzkadi' abría su primera plana del 20 de noviembre de 1936 con la noticia de que «la magnífica actuación de la dirección general de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas ha salvado los tesoros artísticos del país». El entonces consejero de Justicia y Cultura, Jesús María Leizaola, celebraba la elección de «lugares de refugio para los tesoros artísticos del País Vasco, obras de arte y documentos históricos y culturales que se encontraban en la zona de guerra, expuestos a peligrosas eventualidades». Tras remarcar que no se había producido «ningún incidente en la recogida», se desgranaban los bienes por localidades: «Pinturas en Lekeitio, entre ellas tres retratos de Goya y una importantísima colección de Giordano». Leizaola añadía que todo aquel patrimonio se había escondido «en depósitos elegidos al efecto: edificios especialmente protegidos contra los bombardeos y los que se supone preservados». En la práctica, edificios públicos oficiales de donde pronto saldrían con rumbo al extranjero o al depósito franco, donde las imágenes de la época muestran cientos de marcos despojados de sus obras para un envío más discreto. José María de Ucelay, director de Bellas Artes del Gobierno vasco antes del exilio, aseguró que «los tres retratos fueron llevados a Francia por temor a que desaparecieran en la guerra, de donde ya no regresaron».
Buena parte de aquel patrimonio –que incluía esculturas y objetos religiosos– acabó en el entorno de Burdeos, pero la Segunda Guerra Mundial obligó a esconderlo nuevamente. Ahí se pierde su pista. Desde entonces, numerosos historiadores del arte intentaron localizarlos sin éxito. Según ha podido saber este periódico, los cuadros fueron lencontrados recientemente «en un espacio seguro del extranjero, no en un almacén ni en un piso privado». Los expertos dicen que la descripción coincide el dedillo con el depósito de la zona franca de Ginebra, un lugar exento de impuestos y aduanas que se considero la mayor colección de arte del mundo. Pero hay otras hipótesis. Lo que es seguro es que han sido trasladados con suma discreción hasta Bilbao, donde los expertos han realizado las comprobaciones necesarias para garantizar que se trata, efectivamente, de los célebres retratos del palacio de Zubieta. No ha habido dudas. Son los originales.
Lo que nadie puede predecir todavía es si estos retratos de Goya son la avanzadilla, la bandera bajo la que regresarán a Bizkaia otros bienes del ingente patrimonio artístico desaparecido durante la Guerra Civil.
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