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No hacen falta excusas para invocar a Lorca, pero la Feria del Libro de Bilbao le rinde homenaje al coincidir con el 125 aniversario de su nacimiento, el 5 de junio de 1898. Su vida se ha contado muchas veces y por eso la que ... este sábado presenta Beñat Arginzoniz (en la carpa, 20.00 horas) es una biografía atípica, sin fechas ni datos. 'Federico y los perros de plomo' hace un recorrido por «los lugares del alma» del poeta, los que le sirvieron de refugio e inspiración. Como los campanarios de Granada y la fuente de La Teja en Valderrubio, «donde escribe a borbotones» durante su adolescencia.
Son lugares que el autor bilbaíno, poeta y editor (El Gallo de Oro) conoce bien porque está muy unido a Granada, una ciudad «donde tratan por igual a los turistas y a la gente de allí». Con este libro, que toma el título de un poema de 'Diván del Tamarit', cierra su trilogía andaluza, tras un ensayo con poemas y una biografía de Camarón. La de Federico es un «destilado» de experiencias y sensaciones en prosa poética. Sigue su rastro desde los veranos en la Vega de Granada, «con casas bajas y cielos altos», hasta el poco tiempo que pasó en Cuba, «que fue una de las épocas más felices de su vida», y el miedo que le atenazaba en la Huerta de San Vicente en vísperas de su asesinato.
Cree que para llegar a conocerle es importante leer sus cartas. «La gente siempre ve al Lorca alegre y pintoresco, pero también pasó depresiones e inseguridades», afirma. «Era lo que se llama un tímido extrovertido, para vencer la timidez se comportaba de manera extravagante. Cuando estaba con Falla y con Juan Ramón Jiménez, a los que admiraba, no se atrevía a abrir la boca, se quedaba en un segundo plano».
«Federico ríe mucho pero sus ojos no siempre ríen. Quiere agradar, quiere ser amado o salvado. Está atado a un hilo de tristeza», escribe Arginzoniz. Entre los pocos nombres propios que menciona destaca Vicenta, su madre, que le leía obras de Víctor Hugo y despertó su amor por la música. Maestra de profesión, «era una mujer culta pero bastante fría y depresiva, Lorca no podía refugiarse en ella». También habla de sus profesores, el 'Tío Camuñas' y Antonio Segura, que le enseñó a tocar el piano.
Como estudiante era un niño «distraído, torpe en las Matemáticas, la Química y hasta en los deportes», que se quedaba mirando por la ventana de la clase. En la Residencia de Estudiantes toca el piano a cuatro manos con Manuel de Falla y «su alegría es tan profunda como su tristeza». Como escritor, «corregía muchísimo, descartaba muchísimo y vivía para la poesía». Siempre estaba puliendo sus versos, «decía: quiero dejar este poema con pies y cabeza, como el poema quiere estar». En muchos de ellos hablaba con distintas imágenes de la muerte, «que era su obsesión».
Arginzoniz cree que para él sería «inimaginable» la presencia que hoy tiene en la literatura y en nuestra memoria. «Es el escritor español sobre el que más estudios se han hecho. Más que Cervantes, con el que estaba empatado hace poco». Un autor inagotable al que la Feria de Bilbao dedicará otros dos homenajes. Este sábado por la tarde en la Biblioteca de Bidebarrieta (19.00 horas) habrá un 'Preludio lorquiano' teatralizado y se proyectará el cortometraje 'La camisa blanca' de la directora bilbaína Bego Guerrero. Y el sábado 10, en el mismo escenario, el cantaor Juanjo Navas dará un recital con poemas que inspiraron a artistas como Camarón y Enrique Morente. «El sueño va sobre el tiempo/ flotando como un velero...».
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