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Manuel Rivas lanza al aire un ejemplar de 'Detrás del cielo'. Efe
Manuel Rivas: «No nos podemos mover por emociones»

Manuel Rivas: «No nos podemos mover por emociones»

El escritor gallego, reciente Premio Nacional de las Letras, hablará de 'Detrás del cielo', su última novela, en el Aula de EL CORREO

Domingo, 3 de noviembre 2024, 17:52

Manuel Rivas ha regresado a la novela con 'Detrás del cielo', una historia que comienza como el relato de la cacería de un jabalí y que desemboca en una espiral de violencia. El autor gallego hablará en un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO que tendrá lugar el 4 de noviembre, a partir de las 19 horas, en la Biblioteca Bidebarrieta, de este nuevo hito en su larga trayectoria creativa. «La literatura es un trabajo ecológico, mantiene vivo el sentido de las palabras y evita el terror semántico, resulta muy útil para desmontarlo», aduce el escritor, recientemente galardonado con el Premio Nacional de las Letras. El acto cuenta con el apoyo de la editorial Alfaguara y BBK.

–¿Los premios avalan o sancionan la calidad de un autor?

–Con los premios no se escribe, al igual que si estás corriendo no te ayudan las medallas. El reconocimiento de un jurado amplio en el que hay representación de la Academia y de la asociación de periodistas me crea una responsabilidad muy grande porque tengo que responder a las expectativas que hay en esa concesión. Pero lo que te avala es lo que escribes. No me presento a galardones. Creo que lo importante no es competir sino compartir.

–Tras más de cuatro décadas de trayectoria creativa, ¿no experimenta arrepentimientos?

–No considero que la poesía, novela y ensayo que escribo pertenezcan a mundos diferentes. Mi manera de hacer tiene la forma de los círculos concéntricos. Hago un libro que se expande y me lleva a otro, en un proceso que me retrotrae, por ejemplo, a 'A Negra Terra', uno de los primeros poemas que recuerdo y que me conduce a 'El lápiz del carpintero' y desde allí a 'El último día de Terranova'. Mi trabajo es similar al de vagabundo, no tengo un destino claro.

–Ha asegurado que escribe campo a través.

–Me gusta salir de la autopista de los caminos hechos y muy marcados, me gustan los desvíos y las curvas, no planifico mucho lo que voy a hacer. Me siento mejor en la orilla porque desde allí veo otras orillas. En el centro está la palabra de orden y el discurso. Me gusta el andar periférico, explorando y no haciendo karaoke.

Manuel Rivas, la pasada semana en Sevilla. Efe

–Las lenguas son un campo de batalla en nuestro país.

–La diversidad es buena en la naturaleza y la cultura. Hay que reconocerla y apreciarla. Se acepta en el plano teórico pero incomoda cuando se ejerce. Creo que lo que es incompatible con la cultura es la uniformidad. Yo intenté traducir en experiencias anteriores, pero me sentí paralizado, no estaba cómodo, mientras que en esta ocasión la he llevado a cabo y ha sido una experiencia fluida y gozosa. Las lenguas están deseando abrazarse y tocarse como las lenguas anatómicas. Cuantas más convivan en tu interior, más ancha es tu mirada y te sientes más ligero.

–A pesar de los problemas, los idiomas periféricos y sus narrativas han conquistado a la crítica española.

–Las lenguas son una maravilla en el país que tenga esta biodiversidad cultural. Como se dice en el mundo marino gallego, el almeiro, el cardumen, es el contrapunto al lugar esquilmado por las artes prohibidas Vivimos en un país donde conviven y es una suerte. No me imagino un mapa con un solo color, sería horrible.

–¿Cómo le afecta la atmósfera de violencia que nos rodea a la hora de escribir?

–Yo creo que escribes para ahondar en la realidad, no para fugarte de ella. La literatura es descubrimiento y un lugar de porqués. Las inquietudes y los miedos que sientes en tu entorno se reflejan en lo que escribes. Yo lo viví con 15 años cuando me tocó hacer el horóscopo en la redacción de un periódico y me dijeron que copiara el del año pasado. Cuando me puso a hacerlo me vi delante me sentí muy comprometido. Todo lo que escribes te va a comprometer.

España plurilingüe

«Cuantas más lenguas convivan en tu interior, más ancha es tu mirada y te sientes más ligero»

–¿Ese clima también empapa 'Detrás del cielo'?

–Este libro, desde el principio, nació con perturbación. Vivimos un tiempo en el que la palabra paz ha desaparecido, ya no la usa ni la diplomacia. Yo arranco la novela con la cacería de un animal como si fuera un enemigo público y la persecución se vuelve humana. Habla de esa lucha que se vive cuando se escribe, el conflicto entre la pulsión creativa y la muerte, Eros contra Tanatos.

–Se vislumbran ecos de la película 'La caza' de Carlos Saura.

–En el proceso de escribir somos herederos de tradiciones y las aportaciones de otros autores. Hay referentes conscientes e inconscientes. También se puede aludir a 'Los santos inocentes' o 'La escopeta nacional'. En la existencia terrenal se entrelazan el infierno terrenal y la comedia, la autodestrucción y competiciones para ver quién la tiene más larga.

–Usted afirmó que guardaba mucha gente dentro que pugnaba por salir.

–Hay muchos y lo bueno es que piensan distinto. Hay voces masculinas y femeninas. Mi madre hablaba sola y mi abuelo era narrador de historias. En mi infancia, iba conmigo de la mano y le brotaban distintas voces que discutían entre sí y yo estaba maravillado. Le agarraba con fuerza porque pensaba que podía despegar.

El sosiego de la literatura

«Cuando estoy dos horas con una novela que te impulsa a reflexionar lo siento como un triunfo de la humanidad»

–¿La literatura nos da que pensar o la prisa y el consumismo fagocita ese propósito?

–Sí, no nos podemos mover por emociones. Hay que pararse y pensar sobre esas pulsiones. La literatura que me interesa es algo parecido a ver el mar, una experiencia que nunca te cansa. Desgraciadamente, el contexto no lo facilita, esa aceleración que vivimos más la codicia no nos deja ver las causalidades. La literatura teje ese tejido roto que es el mundo y te permite ver sus conexiones internas. Cuando estoy dos horas con una novela que te impulsa a reflexionar lo siento como un triunfo de la humanidad. Te dan ganas de salir a la ventana y exclamar que todo vuelve a tener cierto sentido.

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