«El erotismo y el amor son fundamentales en mi trabajo»

- ¿No siente vértigo ante tanto éxito?

- No. Estaría preocupado si no hubiera pasado todo esto. Mi equipo y yo vivimos para ello,no sabemos hacer otra cosa. La respuesta bonita que estamos teniendo nos hace sobrellevar un trabajo que, por otra parte, es durísimo.

- Parece que ya ha dejado atrás aquellos shows espectaculares en los hoteles madrileños donde se vendía muy poco, aunque Almodóvar, Lindsay Lohan y otros famosos estuvieran en la 'front row'.

- Sí, al principio lo único importante era hacer un show que emocionara y no se olvidase. Gracias a ello nos colocamos en un lugar al que no pensábamos llegar tan rápido. Pero he tenido que aprender a marchas forzadas. Justo después del primer desfile en París, en enero de 2018, nos dimos cuenta de que la base empresarial era todavía muy débil. Desde entonces hemos montado una realidad profesional, pero sin perder esa magia que me inspira.

- Usted ha vestido a Rosalía y se le ha vinculado con los Javis, Almodóvar y con la joven vanguardia creativa. ¿Se siente parte de lo que se llama la 'nueva movida'?

- Bueno, no soy el único ni el culpable, pero es verdad que ha surgido una generación nueva: Chicos y chicas que pensamos de una forma muy libre, que queremos presentar nuestras creaciones de una manera descarada, pero a la vez con gusto. Hemos crecido sin tabúes. Se le puede llamar la 'removida' o como se quiera.

- ¿Cómo consigue compatibilizar lo local con lo global, sus raíces, su taller y su casa en Posadas (Córdoba); sus estudios en Londres, sus desfiles en Nueva York y París o sus presencias en Madrid?

- Es algo natural. Con 18 años tenía ganas de escaparme de una zona muy rural. Pero después, cuando estudié en Londres, me di cuenta de que mi pueblo era un sitio muy cómodo. Cuando empecé mi carrera y tuve la oportunidad de tener mi taller en Posadas y construir allí mi universo me percaté de la suerte que tenía, porque cuando viajo tengo demasiadas distracciones. Mi trabajo tiene mucho que ver con un proceso personal, reflexivo e introspectivo. En Posadas consigo eso, allí puedo concentrarme en mi trabajo.

- Y ¿se siente usted libre en todas partes?

- Absolutamente, sí. El sentimiento de libertad es el que más me caracteriza. Siempre lo he sentido en casa, por supuesto a través del trabajo, ya que es un valor que me han inculcado mis padres. Ellos me lo han dado todo. El mensaje de libertad es lo más fundamental de mi marca.

- Usted hace moda para hombres. Pero, ¿cómo ha llegado a ese llamado estilo 'queer', que trasciende el binario masculino/femenino?

- Viene inicialmente de mi gusto por la costura. De niño crecí con la admiración por la moda femenina de Galliano, Saint Laurent, Lacroix, etc. Pero cuando llegué a Londres hubo un clic en mi mente, algo que me hizo sentir que no iba a ser un diseñador de ropa femenina. Empecé a estudiar diseño masculino en el London College of Fashion, que es una carrera muy técnica. De esa mezcla entre mi gusto inicial por la costura tradicional femenina, por la moda de hombre, por lo tecnológico y la libertad que me dieron acabó surgiendo este estilo medio 'queer', de gusto por lo excéntrico, lo exagerado, por los diseñadores como Lacroix, que es el padre de mi moda.

- ¿Por qué ha dicho que se ve incapaz de desarrollar un concepto de moda femenina?

- Pues me imagino que es por el erotismo y la fantasía de mis inspiraciones en el mundo masculino. A veces veo pasar una chica que me inspira, pero me cuesta mucho más hacer un diseño para ella, aunque mis referencias sean femeninas. Lo que yo trato es de repensar, de reinventar la moda masculina desde referencias femeninas.

- Háblenos de su inspiración en el erotismo.

- Sí, claro, el erotismo y el amor son fundamentales en mi trabajo. Es algo que está siempre en nuestro imaginario. Yo tengo un proceso creativo muy íntimo con Pol Roig, mi novio, con los amigos, en los 'fittings'. Pol es como una especie de Linda Evangelista, se pone la 'toile', le busca el sentido. Hace un papel de musa, consigue que una tela blanca te inspire. Es un proceso muy íntimo, de amor y erotismo.

- ¿No le parece que hay un contraste muy sorprendente entre su vanguardismo y el clasicismo o el barroquismo en muchas de sus prendas?

- Jeje, yo siempre digo que soy un señor muy clásico. Lo que pasa es que miramos al futuro, a otra forma diferente de entender la ropa, aunque nuestras referencias sean clásicas. El barroquismo es muy español, como la Semana Santa de Córdoba. En su procesión de Jueves Santo es donde ves el bordado más espectacular. Yo he crecido con eso, forma parte de mi ADN.

- Usted suele decir también que le gusta lo feo para convertirlo en bonito. ¿Cómo es eso?

- Porque es algo necesario en el proceso de muchos creadores. Miuccia Prada hace esas cosas. Por ejemplo, odio el encaje y trato de ver cómo lo incorporo para que forme parte de mi universo. En las colecciones hay que ir a cosas con las que no te sientes cómodo, para luego incorporarlas y sentirte afín a ellas.

- ¿Significa eso que ahora hace cosas más ponibles, más vendibles?

- Sí, claro, pero sin perder nunca la magia. Además, siempre hice ropa que podía tener una lectura ponible. Cada vez hay que dar más opciones, hay que entender cómo viste la gente de hoy. Quiero vivir de esto. Debemos pensar siempre en el cliente, saber que tenemos que vender mucho para mantener el negocio.

- Y, ¿cómo lleva las críticas?

- Muy bien. Yo estoy seguro de mi trabajo, creo mucho en lo que hago. Habrá gente que no le guste, pero hay un esfuerzo enorme y lo hacemos de una forma muy digna.

- Cristóbal Balenciaga confesó en una entrevista que el suyo era un trabajo de perros. ¿Cómo mantiene usted la estabilidad emocional?

- Pues intentando estar tranquilo y tratando de no tomarme todo demasiado en serio. Hago mi trabajo, soy consciente de que no voy a cambiar el mundo, cumplo el programa diario y luego vuelvo a Posadas, a mi tranquilidad, a estar con mi perro.

- ¿No es usted un divo?

- No. Puedo vestir como un divo, estar divino y tener una enorme actividad social, pero eso de estar por encima de los demás es un error bastante común en España y, más aún, en los diseñadores. Yo llegué a Madrid con mis cuatro perchitas y me esnobearon. Había algunos que no llegaron a nada y que ya no presentan colecciones. Yo les respetaba y admiraba, pero iban de altezas. Eso es un error, porque luego la caída es durísima.