«Debemos inculcar a los niños la necesidad de aprender a aburrirse»

El autor acaba de presentar 'Lo que sueñan los androides', obra que recorre la historia de la tecnología, y propone una reflexión sobre el uso de los nuevos medios, sometidos a la constante y rápida evolución. «Me preocupa hasta dónde podemos llegar», confiesa y apunta la necesidad de que las humanidades dicten los límites de cuestiones tan ambiciosas como la inteligencia artificial. «Ojalá se tomen en cuenta, aunque su relieve en el ámbito de la enseñanza está en retroceso, con la ética desaparecida y la filosofía reducida a la condición de asignatura opcional».

La relación entre los escolares y el componente tecnológico también resulta problemática, en su opinión. «Sólo nos venden cosas dramáticas como los episodios de violencia porque es lo que vende, pero también es cierto que un niño de 11, 12 o 13 años no está maduro para afrontar lo que puede o no ver con su móvil», advierte. «Hemos delegado la educación a una pantalla y, sin nadie que los asesore, puede hacer cosas que no debería».

La formación al respecto debe estar tanto en el aula como en casa. «Pero las tablets llegan sin libros de instrucciones y los padres carecen de conocimientos para asumir esta tarea», admite. «Pasan demasiado tiempo jugando a Fortnite cuando podrían aprovecharlo para aprender idiomas o adquiriendo los increíbles conocimientos de cine y música que ofrece la Red. Son la generación con mayores oportunidades de saber y no es así, lo que se antoja muy preocupante».

El planteamiento educativo tampoco parece adecuado, en su opinión. «No hablo de cómo enseñamos, sino de lo que enseñamos», alega. «Por ejemplo, exigimos la tabla periódica, pero no inculcamos lo que la química puede hacer por nosotros, como la fotosíntesis artificial, lo que redunda en la falta de vocaciones en algunas carreras científicas».

Calificado como una de las cien personas más creativas del mundo, según la revista Forbes, Calle aboga por una educación que combine estudios y práctica. «En Europa no se centran tanto en la teoría y fomentan otras habilidades. Allí se aprende y potencia el tejido del emprendimiento, mientras que aquí no se apuesta por la investigación y la innovación, falta dinero para ideas que impulsen el desarrollo».

El conferenciante asegura que esa preparación es bien acogida cuando los licenciados españoles emigran en busca de trabajo. «El talento acaba quedándose fuera», lamenta e indica que los jóvenes licenciados españoles gozan de buena reputación. «Además, somos más trabajadores de lo que el tópico dice y muy detallistas. Ese esfuerzo también comporta otras ventajas. Se enfrentarán al reto de salir de la zona de confort y les permitirá adquirir una experiencia que, a la postre, los hará mejores personas».