Eva G. Sáenz de Urturi: «Somos muchos los autores del 'euskal noir', cada uno con obsesiones propias»

En el encuentro online, realizado en colaboración con la editorial Planeta y con el apoyo de Fundación 'la Caixa' abordará también el 'noir' vasco, un fenómeno literario en plena ebullición. «Somos muchos y cada uno tiene voz, obsesiones y rasgos propios». A su juicio, esta corriente no es ajena a la influencia escandinava. «El boom de Stieg Larsson con la trilogía Millennium propició la exportación del modelo», asegura. El género negro, hasta entonces reducto de un público de cierta edad, se ha extendido a un segmento mucho más amplio y seducido a una enorme variedad de escritores. «El 'euskal noir' es fruto de una gestación de varios años y comprende intereses muy variados».

Ella triunfó con 'El silencio de la ciudad blanca' y lo achaca a la pluralidad de perspectivas de los nuevos aficionados, muy informados de las novedades y sus críticas. «Cada uno hace una lectura diferente». Algunos buscan la faceta humana, la historia de amor, mientras que otros se sienten fascinados por el escenario y la idiosincrasia de ritos y fiestas, y siempre están los interesados en resolver el misterio.

La ganadora del Planeta, que ha vendido más ejemplares en tres meses que todos sus predecesores, destaca que la pandemia ha supuesto «toda una Edad de Oro» para la ficción. «El mundo se ha ralentizado y los libros nos han servido de refugio», dice. «Entrar en la existencia de los personajes nos hace comprender circunstancias vitales ajenas a las nuestras y desarrollar la empatía».

'Aquitania' ha supuesto su regreso a la historia. «El cambio de género siempre viene bien porque cada proyecto de novela supone un trabajo muy intenso, mucha energía mental, un esfuerzo de lunes a domingo porque siempre tienes a los personajes en la cabeza». Leonor es una adolescente enfrentada a grandes retos políticos y personales. «Me resultaba interesante plantear los primeros pasos de su reinado, entre los trece y los veinte años, cuando se casa con otro joven como ella, huérfano sin mentor, y se encuentran al frente de las tierras de Francia y Aquitania», indica.

La ambientación en la Baja Edad Media no resulta sencilla. Nada del siglo XII nos es conocido y hay que conseguir que avance la narración sin que pese la documentación sobre ese mundo tan alejado en el tiempo. «Necesitamos contar una historia y hablar de cómo comen, vestirlos, describir sus oficios, pero toda esa información debe pesar poco y, para eso, se necesitan mucha experiencia y recursos». La novela histórica exige, a juicio de la autora, un pacto con los lectores. «Yo haré un universo coherente donde situar una ficción y personajes incluso mucho más coherentes que los normales, y ellos dejarán en suspenso su incredulidad».