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El barón, en su despacho de Villa Favorita, situada en Lugano (Suiza), en la que vivió durante décadas. museo nacional Thyssen-Bornemisza
Las artes de un barón caprichoso

Las artes de un barón caprichoso

Hoy se cumple el centenario del nacimiento de Heinrich Thyssen-Bornemisza: rico, amante de la belleza y ávido coleccionista

Lunes, 12 de abril 2021

Thyssen, de niño, encaramado a una de las puertas de la casa familiar de Scheveningen, en Holanda.
Imagen - Thyssen, de niño, encaramado a una de las puertas de la casa familiar de Scheveningen, en Holanda.

Mundano, elegante, culto mujeriego y religioso. El estereotipo de Heinrich von Thyssen-Bornemisza (1921-2002), miembro de una de las sagas más importantes de la industria europea, cuadra a la perfección con el cliché de rico caprichoso. Este potentado mecenas vivió por y para el arte. Se definía como un «holandés errante con alma magiar», aunque por su temperamento y trayectoria otros le hubieran descrito como un vividor a secas.

Si hay que reducir su biografía a pocas palabras, estas serían lujo, belleza y mujeres. Heredó de su padre una de las mejores colecciones de arte del mundo, a la que dio unidad y que supo completar. Hoy se cumplen cien años del nacimiento del magnate que consiguió que sus lienzos, esculturas y objetos artísticos lucieran en uno de los más bellos y señoriales edificios de Madrid, el Palacio de Villahermosa.

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Nacido en Scheveningen, Países Bajos, el 13 de abril de 1921, los problemas cardiovasculares que padeció al final de su vida pusieron término a una existencia pródiga y generosa en dinero y vivencias que se prolongó durante 81 años. Le visitó la muerte el 26 de abril de 2002, en la villa que posee Carmen Cervera en Sant Feliu de Guíxols, en medio de un paisaje idílico del Bajo Ampurdán.

Gracias a un acuerdo de alambicada gestación, el Gobierno español firmó en 1993 un acuerdo por el que pagaba 250 millones de euros por 775 obras maestras escogidas de entre las cerca de 1.300 que integraban la colección completa. Suiza, Reino Unido y Estados Unidos también pujaron por tener la colección, pero las artes negociadoras de su quinta y última mujer, Carmen Cervera, hicieron que la operación tuviera como destino España.

Sus últimos años los pasó postrado en una silla de ruedas, pero su vida fue intensa y variada, como su fortuna. Enemistado con sus hermanos, cónyuges e hijos a causa de su suculento patrimonio, no tuvo problemas en divorciarse y volverse a casar, a veces con esposas de conveniencia, siempre hermosas y rutilantes. Pasional y dandi, decía que no cambiaría a su adorada Carmen Cervera por 'La Gioconda'. Atesoró una colección privada de arte que los expertos consideran solo superada por la reina de Inglaterra.

Heredó de su padre 363 de las 532 pinturas de su colección, que él amplió hasta llegar a las 1.500

Manirroto y excéntrico, tras su enlace en la antigua Ceilán con Nina Dyer la pareja adquirió una pantera y un leopardo que paseaban por las calles más distinguidas de París. Escindida su familia en dos, una rama de la saga, la encabezada por su tío Fritz, hermano mayor del primer barón, respaldó a Hitler, mientras que los Bornemisza de Hungría se fugaron a Costa Rica para escapar de los tentáculos del III Reich.

Sus padres se divorciaron cuando tenía seis años, aunque él no lo supo hasta tres años después. El joven estudió Derecho y Filosofía en Friburgo. Amante del mar, salía en sus dos barcos, el 'Hanse' y el 'Mata Mua'. Aseguraba que, de no ser un mecenas, un potentado, un aristócrata, le hubiera gustado ganarse la vida conduciendo una locomotora.

Control del emporio familiar

Con apenas veintitrés años, se vio obligado a tomar el control del emporio familiar, ya que su padre arrastraba problemas de salud y firmó un poder notarial para cederle todo el mando. Al fallecer el primer barón en 1947, el joven Hans Heinrich, Heini para los íntimos, heredó el título. Aunque no era el primogénito, su padre le legó la mayor parte de su fortuna y el grueso de su colección: 363 de sus 532 pinturas, que el se encargó de hacer crecer hasta sumar 1.500. Una de sus grandes obsesiones fue reunir de nuevo la colección familiar, diseminada tras la muerte del patriarca. No en balde, compró obras que sus hermanos pusieron a la venta.

Ahora el museo que lleva su nombre celebra su centenario. A finales de enero, el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, y la baronesa Thyssen firmaron un acuerdo que debería permitir que el 'Mata Mua' luciese de nuevo en las paredes del Palacio de Villahermosa.

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