Una obra heroica
Como escultor decidió medirse directamente con la materia
Rafael Moneo
Arquitecto
Miércoles, 10 de enero 2024, 00:04
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Rafael Moneo
Arquitecto
Miércoles, 10 de enero 2024, 00:04
Había en la obra de Eduardo Chillida desde el comienzo de su carrera una dimensión que me atrevería a calificar de 'heroica' que siempre me atrajo. Pues era aquella dimensión 'heroica' la que distinguía su obra de la de sus coetáneos, interesados en la porfía ... figuración/abstracción y en la investigación lingüística, y la que la dotaba de una ineludible y magnética atracción.
Desde el inicio de su carrera Eduardo Chillida decide que como escultor va a medirse directamente con la materia, hacer de ella la protagonista de su obra, y así se enfrenta con la piedra, en primer lugar, con el hierro forjado, inmediatamente después. Y si Prometeo arrebató el fuego a los dioses para provecho de los mortales, Eduardo Chillida se siente, trabajando con el hierro, como el primer herrero sobre la faz de la Tierra capaz de que su obra se convierta en testigo del temblor fugaz de la llama o en documento de lo que fue un proceso cuyo último significado se ignoraba. Difícil pensar en una obra con más altas miras.
Fue esta primera experiencia con el hierro forjado la que le hizo ver su obra como una extensión literal de su persona. En el propio hacerse de la obra, en el trabajo que el escultor deposita en ella, está la clave para entender el sentido de unas formas que algo tienen de inquieta y continua búsqueda de la expresión del ser de que nos hablan los filósofos. Trabajo, por otra parte, que dota de empeño ético a su obra y que se ve recompensado por el descubrimiento en ella de sus intenciones. Y así, Eduardo Chillida da nombre a sus obras recién nacidas, dándonos pistas de cuáles eran sus intereses, de aquello que le sugiere el inesperado encuentro con lo que supone dar por terminada una obra. De ahí que el nombre que otorga a sus piezas nos diga tanto acerca de ellas.
La primera y precoz madurez que Eduardo Chillida alcanza con el hierro forjado dará paso a explorar otros derroteros. Por todas las materias se siente atraído: diversas piedras en cuyo tacto se recrea; maderas que le animan a investigar su traba mediante espigas y clavijas; alabastros, en los que el corte le permite descubrir su luz interior; papeles y fieltros que dan lugar a dibujar ilusorias geografías; lurras de compleja geometría, cuya sensible piel nos anima a un inmediato tacto… La felizmente larga carrera como escultor de Eduardo Chillida le ha permitido llegar al fondo de la materia con la que trabaja planteándose en ella todas las preguntas que nos hacemos ante el Universo.
Pero la dimensión 'heroica' de su obra, mencionada al comenzar estas líneas, acompañaba también a su persona, pues quienes le conocimos recordamos a un Eduardo Chillida atlético, bien parecido, lleno de energía, haciendo bien todo en la vida… aceptando con naturalidad sus dotes sin alarde alguno de las mismas. Y lo seguimos viendo hoy, cuando hubiera cumplido 100 años, como el vivo retrato de aquellos elegidos por los dioses de que nos hablan los poemas de Homero.
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