Un pago en especie «fuera de mercado»
Deuda al fisco de 4,3 millones ·
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Deuda al fisco de 4,3 millones ·
El historiador del arte Santiago Arcediano considera que «ni con el presupuesto de varios años» sería posible comprar los 85 cuadros aportados por un anónimo al Bellas ArtesEl museo de Bellas Artes de Álava no cuenta con presupuesto para adquirir nuevas obras desde el estallido de la pandemia. Sólo el Artium tiene capacidad económica para renovar su colección. Sin embargo, el palacio Augustin Zulueta ha sumado recientemente 85 pinturas y grabados -entre ... los que se incluyen figuras fundamentales del arte vasco como Aurelio Arteta, Ignacio Díaz Olano o Eduardo Zamacois- a sus fondos propios que un contribuyente anónimo ha utilizado para cubrir una deuda de 4,3 millones de euros con la Hacienda foral en concepto de Impuesto de Patrimonio. Dejando al margen lo oportuno de esta maniobra tributaria a través de un pago en especies -que ni es el primero ni el último que se ha realizado en la provincia- desde el punto de vista artístico se considera una fantástica operación. «Ni con el presupuesto del Departamento de Cultura de varios años sería posible adquirir estos cuadros en el mercado libre», afirma Santiago Arcediano, reconocido historiador de arte.
Él conoce muy bien esta colección, pues fue el autor del libro que el museo editó cuando la Fundación Juan Celaya -que guarda el legado del difunto fundador de la empresa Cegasa- cedió hace seis años parte de estos cuadros a la Diputación para su exposición antes del cambio de propiedad. «Piezas como el tríptico de la Guerra Civil de Aurelio Arteta están fuera del mercado. Una institución sería incapaz de pujar por él, salvo que estuviésemos entre 1975 y 1977, que es cuando Cayetano Ezquerra compró todos los artistas costumbristas que hoy vemos en el Bellas Artes y parte de los Miró, Palazuelo o Tápies que luego se trasladaron al Artium», recuerda Arcediano.
Este tríptico es, en su opinión, una «obra fundamental dentro del arte vasco contemporáneo». Para este experto vitoriano, Arteta es «estética y éticamente el artista vasco por excelencia» que a través de escenas como 'El frente', 'La retaguardia' y 'Éxodo' representa la crudeza de la Guerra civil española y sus dramáticas consecuencias sobre la población civil con «un estilo no geométrico, muy escultórico y muy bien delimitada».
No es en lo único en que, a su parecer, ha salido ganando el Bellas Artes con sus nuevos fondos. De Ignacio Díaz Olano destaca el «mítico» cuadro de 'Las Planchadoras'. «Está datado en 1895 y es cuando este vitoriano por excelencia empieza con su época más moderna a partir de su estancia formativa en Italia», ensalza Arcediano. De ese marcado estilo por el respeto a la precisión del trazado también nacieron 'La siesta' -«excelente», según su valoración- e 'Hilanderas y tejedores' que, como explica, «nació como un único cuadro pero se dividió en dos que son maravillosos».
Junto 'Sin madre' o 'Esperando las lanchas', Díaz Olano está representado «muy bien en diferentes épocas». Porque si por algo destacaba la colección de Celaya, desde el punto de vista experto de Arcediano, es por contar con un «abanico muy rico con pluralidad de tendencias», salvo que -eso sí- no contaba con obras abstractas. «Juan Celaya era un coleccionista particular que atendía a sus propios gustos y no pretendía rendir cuentas a nadie», apunta sobre un hombre que tuvo infinidad de inquietudes en sus 95 años de vida. Desde el ciclismo y el montañismo hasta el mundo de la comunicación o la elaboración del txakoli pasando, por supuesto, por la fábrica de Cegasa. Tal era su apego por la pintura que entre la colección que ha recibido el Museo aparece un cuadro de Andrés Apellániz sobre el caserío Upaingoa de Oñate que fue donde precisamente nació Celaya.
De Eduardo Zamacois hay «seis cuadritos pequeños, historicistas y constumbristas» entre los que destaca el óleo 'La confidencia', donde ambos personajes salen «brillantemente retratados y elegantes atuendos». «Nació en 1841 y falleció en 1871. Pues en apenas treinta años, se alzó como el primer artista vasco», apunta.
Al margen del arte vasco también se encuentran «joyas» como 'Música ambulante' del sevillano José Jiménez Aranda. «Pese a tratarse de una obra de su periodo inicial, el lienzo preanuncia muchas de las mejores características de sus trabajos adultos. El palmario aprecio por el dibujo y la composición y el equilibrado tono de los colores utilizados. Recoge una escena entre cotidiana y lastimera, con un carácter marcadamente popular que es crónica realista muy exacerbada», valora.
Pero también hay autores como los hermanos Arrúe, Valentín y Ramón de Zubiaurre, Fernando de Amárica, Máximo Juderías Caballero, Mauricio Flores Kaperotxipi, Joseph Bell, Mateo Cerezo, Paul A. Couton, Julio Galarta, Pieter van Bloemen, Henry Mosny, Enrique Serra o algunos anónimos. «Antonio Machado dijo que todo necio confundo valor y precio. El valor de esta colección es incalculable, el precio es lo que marca el mercado. Si ahora saliesen estos cuadros a la venta, la Diputación no los podría comprar. Esta operación ha sido una oportunidad no perdida», zanja Santiago Arcediano.
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