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Ilusión. Es la palabra que repiten como un mantra muchos de los galeristas participantes en la 42 edición de ARCO que hoy abrió sus puertas. Todos detectan optimismo y muchas ganas de comprar, en especial de unos grandes coleccionistas internacionales -400 invitados por la feria- a los que esperan como el maná. Confían más en ellos que en el átono y mercado nacional. En la oferta de ARCO 2003 impera la sensatez, manda la pintura y hay que buscar con lupa piezas escandalosas o llamativas. Pero las hay, como el cadáver de Picasso, un 'Guernica' plegable convertido en caseta para refugiados, o un «neón protesta» con el lema 'emosido engañado'.
Los primeros dos días de la feria se reservan a profesionales y a esos compradores VIP llamados a obrar el milagro de los panes y los cuadros. Tendrán a su disposición las obras de más de un millar de creadores repartidas en las 211 galerías participantes este año, un 66% foráneas. Una de sus ediciones de ARCO más internacionales de su historia, sin país invitado, dedicada al Mediterráneo y confiada en un mercado que recupera vigor.
La oferta es para todos los bolsillos, desde los 300 euros por los que se puede adquirir obra gráfica de varios autores la galería de Helga de Alvear a los tres millones setecientos mil euros galería bilbaína Carreras Múgica pide por 'Sin título', una escultura de Eduardo Chillida. Pesa 1500 kilos y es de acero cortén. Era de un coleccionista privado y es una de las pocas piezas de ese porte que está en el mercado. Antes de descubrirse la pieza más cara era un fabuloso Miró, 'Mujer y pájaro' (1960) 'Mujer y pájaro' (1960) por la que la Galería Mayoral piden dos millones de euros.
Como en las últimas ediciones, la prudencia y los valores seguros y cierta contención se han impuesto en un certamen en el que manda la pintura, aunque hay espectaculares esculturas de Juan Muñoz y Jaume Plensa, y el vídeo y la fotografía son casi anecdóticos. También esas estridentes propuestas que cada año acaparan focos y titulares esta vez escasean.
Lo más chocante es una pieza que ya tiene cinco años, el cadáver yacente de un Picasso vestido con su camiseta de marinero, pantalón blanco y alpargatas sobre un catafalco marmóreo con las manos entrecruzadas. 'Aquí murió Picasso' está en la galería ADN y es obra de Eugenio Merino, el maestro de la provocación que metió a Franco en una nevera. Oportunista, trae a su difunto Picasso de silicona en el cincuentenario de la muerte del genio malagueño. Creó en 2017 una serie de tres piezas y ha vendido una. Su galería pide 45.000 euros por la segunda. Merino ha juntado a Picasso con Lorca y ofrece por 8.000 euros una máscara mortuoria del poeta de otra serie de tres ejemplares.
«La efeméride de Picasso sirve para recordar cómo su figura funciona como reclamo turístico, causando gentrificación en Málaga» explica Miguel Ángel Sánchez, galerista de ADN. «La pandemia quedó atrás. Tenemos una gran lista de invitados y eso genera bastante ilusión. No a todo el mundo le va igual, pero yo he salido satisfecho de las 15 ediciones en las que he participado» dice optimista.En la vecina Max Estrella Picasso es también protagonista. Otro Eugenio, Ampudia, ha fabricado una caseta creando sus paredes, techo y suelos con paneles troceados de un modelo a escala real del 'Guernica'. La antibélica y universal tela de Picasso sirve para crear 'Refugio', esperanzada caseta fabricada con aluminio y dibond que se vende por 50.000 euros. «En un contexto bélico el 'Guernica' es el símbolo antiguerra total», dice el galerista. A su lado Marco Godoy, artista treintañero que atesora un archivo de pancartas de protesta ha compuesto un 'neón protesta' usando el famoso meme de 'emosido engañado'. Otro neón recrea lemas del 15-M: 'Va por ti Lucho'. «Trabajo con el lenguaje protesta y recojo frases reivindicativas para que no desaparezcan», dice Godoy.
Entre los contemporáneos, el más apreciado es Juan Muñoz, fallecido en 2021. La potente galería David Zwirner ofrecía dos esculturas del recordado artista madrileño, una por 800.000 euros que Helga de Alvear compró ayer, y otra de menor dimensión por 850.000. Millón y medio de euros tendrá que pagar quien quiera llevarse la pieza de Muñoz que exhibe Elvira González, con tres de sus hombres carcajeantes colgados en un pared en desconcertante y mudo diálogo. En el estand de González, una de las grandes del comercio del arte en España, hay piezas de Barceló, Palazuelo y de Olafur Eliason.
Las vanguardias históricas del siglo XX vuelven a marcan la pauta y las cotizaciones más altas. Con ellas trabaja Jordi Mayoral, galerista catalán asiduo a la feria que como sus colegas detecta «una enorme ilusión». Junto a la fabulosa arpillera de Miró ofrece una campana de bronce de Tàpies fundida en 1996 por la que pide 300.000 euros. También tiene piezas de Millares y Zóbel y un Rafa Macarrón por 270.000 euros. «En siete años en la feria nunca nos ha ido mal. La sensación es que hay ilusión y muchas ganas de feria; que después de tanta incertidumbre entramos en una dinámica optimista» coincide con sus colegas.
Comparte diagnóstico Juana del Aizpuru, fundadora de ARCO y que vuelve con entusiasmo al certamen que creó. «Traigo grandes formatos porque hay una gran demanda. Los piden los sudamericanos que se han instalado en España y que se compran casas fabulosas de dos y tres millones de euros», reconoce sin complejos la matriarca de los marchantes. «Digamos que los coleccionistas están desaparecidos y los suplen estos adinerados compradores», señala.
Espera la galerista que uno de estos jacarandosos millonarios se haga con la pieza más cara de su estand, una foto enorme de Wolfgang Tillmans por la que pide 350.000 euros. O un gigantesco y colorido cuadro de Fede Guzmán, de casi cuatro por tres metros titulado 'Apoteosis de la oscuridad', fotos de Alberto García Álix, y piezas de los hermanos Markus y Albert Oehlen.
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De Aizpuru cree que la feria ha sobrevivido «porque ha sabido adaptarse y encontrar su lugar». «ARCO ha cambiado mucho, como la sociedad española en estas cuatro décadas, pero siempre pensé que era necesaria y llegaba para quedarse. Si se hace con un buen planteamiento y no es una parida ,tiene que funcionar. Y así ha sido», se felicita Guillermo de Osma, otro veterano colega especializado maestros del siglo XX presente en ARCO desde hace tres décadas, detecta también ese entusiasmo que fluye por los pabellones 7 y 9 de Ifema. «El año pasado fue muy bueno y espero que repitamos. La guerra nos ha afectado, pero la sensación es muy buena», dice este marchante con piezas tan espectaculares como un Léger de 1928, 'Nature morte', por el que pide 900.000 euros. A su lado un raro cuadro de la corta etapa cubista de María Blanchard por 220.000 euros. Frente a él un dibujo de Picasso de 1966, 'Dos mujeres desnudas' valorado en 350.000 euros, y un temprano y enorme dibujo de Christo de 1973 valorado en 280.000 euros.
El vasco José de la Mano comparece en ARCO 2023 con una propuesta temática, España 1957. Repasa un año crucial en el que imperaban la abstracción y el informalismo. Ha reunido piezas de Pablo Serrano, Néstor Barrenetxea o Antonio Saura, el más caro de su estand, con una tela de 225.000 euros. «Creo que este año hay nivel, que será una edición muy buena. Hay muchos coleccionistas internacionales que esperamos que sean los que compren, porque el mercado nacional está más bien parado» asegura.
En la misma línea se expresa Olga Adelantado, de Luis Adelantado, galería que nunca ha faltado a la feria y que comparte el optimismo con sus colegas. Ofrece dos piezas de Carmen Calvo por 25.000 ('No tengo nada que hacer ni pensar') y 17.000 ('Mi madre') euros y una gran fotografía de Darío Villalba, 'La pelea' por 50.000. «Hemos detectado mucho interés, hay buenas sensaciones y mucha energía que percibimos antes de llegar a la feria» es su análisis.
La poderosa galería Marlborough ofrece una imponente pieza de la serie 'Alfaguara' de Martin Chirino por 575.000 euros, junto a obras de Soledad Sevilla, de la mexicana Laura Anderson Barbata, Juan Genovés o Lucio Muñoz.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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