Agustín Ibarrola ha sido, sin duda, uno de los creadores más importantes del País Vasco en la segunda mitad del siglo XX. Artista polifacético y multidisciplinar, su compromiso político se hizo patente tanto en su obra como más allá de la misma debido a su ... implicación en distintos procesos de construcción colectiva.
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Iniciado en la pintura bajo la influencia de Aurelio Arteta y Daniel Vázquez Díaz, Ibarrola presentó su primera exposición individual en 1948 en la Sala Studio de Bilbao. Tras una frustrada experiencia en Arantzazu, a partir de 1955 inició en colaboración con Mari Dapena e Ismael Fidalgo una campaña de exposiciones itinerantes por Bizkaia en la que mostraron paisajes y escenas cotidianas en la vida de trabajadores vascos. Al sentirse vigilado, Ibarrola se trasladó a París, donde participó en el Equipo 57, uno de los proyectos fundamentales en la historia del arte contemporáneo español debido a su papel en el desarrollo y recepción del arte normativo a partir de sus investigaciones sobre la interactividad del espacio.
A partir de 1961 participa con Dapena y Dionisio Blanco en Estampa Popular de Bizkaia, movimiento que buscaba la reacción de la sociedad con la creación de imágenes-testimonio en forma de grabados de grandes tiradas para lograr una difusión barata y con objeto de que contribuyeran a concienciar a los trabajadores de la explotación y la represión, diferenciándose de otras agrupaciones españolas, que abordaban la figura de campesinos y pescadores, en favor de iconografía en torno al trabajador industrial. Esta implicación y ser militantes del Partido Comunista supuso a Ibarrola, como a otros miembros del grupo, distintos arrestos y encarcelamientos.
Ibarrola fue igualmente protagonista en el desencuentro entre el grupo EMEN de Bizkaia y GAUR de Gipuzkoa debido a su concepción política del arte y su apuesta por la figuración, así como en los Encuentros de Pamplona de 1972, donde cubrió el gran mural que envió a la capital navarra en protesta por la censura de distintas obras por parte de los organizadores. En la década de 1990 destaca su posicionamiento frente a ETA, que le valió amenazas y ataques violentos.
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Más allá de su trabajo público más conocido realizado a partir de la década de 1980, con el bosque de Oma como ejemplo paradigmático, quizá su producción de mayor interés estriba justamente en la imaginería de figuración social y alegórica de decorados mineros, máquinas y trabajadores, primero en xilografías de pequeño tamaño, en grandes composiciones pictóricas después. La utilización de una densa pincelada, la sobriedad cromática y una acusada nitidez formal caracterizan el tratamiento de astilleros, fábricas y escenas urbanas en estos años 60 y 70, cuya actividad artística y expositiva es enorme.
Inmensas grúas y barcos, deformados y colosales, se muestran cual herramientas capitalistas despiadadas que aprisionan a los trabajadores encargados de alimentar las maquinarias de producción, representados a modo de masa anónima, compacta y colectiva. Resultan inolvidables muchos de sus enigmáticos personajes en forma de híbridas figuras totémicas que ocupan gran parte del espacio, como obreros, parejas abrazándose o cuerpos informes fundidos con máquinas. Un excelente ejemplo de síntesis entre la figuración militante y sus experimentaciones en torno a la geometría es su 'Guernica' (1977), recuperado recientemente tras casi 40 años en el olvido por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
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