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Se han cumplido las previsiones. El año pasado tocó un techo histórico y este verano no ha bajado el pistón. «Solo ha bajado un 3% la afluencia de público. Estamos en empate técnico, las cifras son espléndidas», subrayan fuentes del Guggenheim. Entre junio y agosto ... el coloso de titanio recibió un total de 473.493 visitantes, 16.453 menos que en 2023. Son datos de plusmarca que empezaron a fraguarse en 2018, cuando el museo empezó a coger carrerilla con 'blockbusters' de la talla del joven Chagal, el arte chino tras la masacre de Tiananmen y las monumentales obras de Joana Vasconcelos. El récord veraniego de aquella temporada fue de 445.147, una cifra que ahora representa la cuarta mejor de su trayectoria.
Cuatro años más tarde, en 2022, superado el trauma pandémico, se aupó a la cifra de 449.477 -con el impulso a toda máquina de la exposición 'Motion. Autos, Art, Architecture' comisariada por Norman Foster- y la siguiente temporada estival el Guggenheim pulverizó su propio récord al llegar a 489.946, gracias al tirón de la artista japonesa Yayoi Kusama, un fenómeno de masas que ronda los 100 años y no deja de producir cromatismos psicodélicos. ¿Y ahora? ¿Qué mantiene la buena racha? Muy sencillo: los vientos favorables. Con la crisis del coronavirus cada vez más lejos, el repunte del turismo extranjero ha sido fundamental: el año pasado supuso el 68% del total de visitantes y este verano se ha recuperado la tasa precovid, con un 76% de público internacional.
Desde hace 21 años, con la única excepción del periodo más duro de la pandemia, el Guggenheim no ha dejado de atraer principalmente a visitantes extranjeros. Este verano, una vez más, en el ranking de público foráneo destacan los franceses (17%), seguidos de los alemanes (9%), holandeses (8%), británicos (7%), italianos (7%) y estadounidenses (6%). El día de mayor afluencia fue el martes 9 de agosto, con un total de 9.044 visitantes a lo largo de toda la jornada.
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«Eso sí, en ningún momento se ha tenido la sensación de masificación. Hemos ampliado los horarios, de 10.00 a 20.00, que se mantendrán hasta el 22 de septiembre, y la opción de comprar las entradas online y elegir franja horaria también ayuda mucho». El Guggenheim acoge actualmente tres exposiciones temporales con mucho gancho: 'Símbolos y Objetos: Arte Pop', con piezas tan bombásticas como 'Volante Suave', de Oldenburg y Van Bruggen, que representa una descomunal pelota de bádminton; la retrospectiva de Martha Jungwirth que juega con abstracciones oníricas en la que se vislumbran formas y deseos, y la antología de Yoshitomo Nara, deudor del estilo pop japonés superflat, que no deja indiferente con sus retratos de niñas inquietantes y multicolores de ojos rasgados.
Es una oferta muy variada y atrayente para el gran público y eso explica, mes a mes, los buenos resultados. En junio visitaron el coloso de titanio nada menos que 110.587 personas (4.146 más que el año pasado, por lo que se supera la marca histórica de ese mes). En julio fueron 162.280 (3.138 menos que en 2023), y en agosto 200.626 personas (17.461 menos que el pasado año) recorrieron las salas del museo. «Es la segunda vez que rebasamos en agosto la cifra de 200.000, algo muy difícil de conseguir».
Respecto a la cifra acumulada del año, a fecha de 31 de agosto el Guggenheim ha recibido 894.040 visitantes, un guarismo en sintonía con el año pasado y superior en un 7% al resultado de 2018, el año más exitoso antes de la pandemia. A estas alturas, el museo va a velocidad de crucero y su objetivo es mantenerse en la misma dirección, sin perder de vista «la comodidad y satisfacción del visitante».
El Bellas Artes está inmerso en un cambio de hechuras -tras la ampliación de Norman Foster y Luis María Uriarte, que concluirá el próximo año, habrá ganado una nueva planta de 6.000 metros cuadrados- y pese a las obras y grúas todo apunta a que no ha perdido ni un ápice de su poder de atracción. Acaba de cerrar el periodo estival, que comprende de junio a agosto con 65.573 visitantes, un 7,4% más que el año pasado. Pese a las dificultades de logística, la pinacoteca se mantiene abierta -con entrada única y exclusivamente por el edificio antiguo- con el aliciente extra de que no hay que pagar. «Evidentemente, ahora la gratuidad actúa como incentivo, sobre todo para el público local, que repite a veces la visita. Es una oportunidad para estrechar lazos con el Bellas Artes. La gente tiene la oportunidad de conocerlo en profundidad», reflexionan fuentes del museo.
El esfuerzo por mantenerlo parcialmente abierto, con una programación original y atractiva, se ha visto refrendado por los buenos datos de asistencia. Más allá de los visitantes vascos (28%) y del resto de España (27%), con madrileños y catalanes a la cabeza, el turismo internacional también se ha sentido muy atraído por la pinacoteca bilbaína. En este último verano, el 45% del público era extranjero, principalmente de Francia, Reino Unido e Italia. Las muestras en curso son 'Familia Sota. Arte y mecenazgo', 'Eduardo Chillida-Godofredo Ortega Muñoz', 'Sergio Prego. Trece a Centauro' y 'Entreacto. Museo de Arte Moderno de Bilbao. 1924-1945'.
«Una novedad interesante es que el Departamento de Educación está integrado en el propio discurso expositivo». Es decir, en un momento de transformación y reforma se ha hecho de la necesidad virtud, «porque los encuentros y actividades son más visibles que nunca y eso tiene mucho de positivo». En cuanto a la cifra acumulada del año, ha recibido 142.195 visitantes, un 11,3% más que la pasada temporada.
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