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La galerista Petra Pérez, este viernes en el Museo de Bellas Artes. Jordi Alemany
Premio a 40 años de dedicación en cuerpo y alma al arte contemporáneo

Premio a 40 años de dedicación en cuerpo y alma al arte contemporáneo

El galardón bienal Sáenz de Gorbea distingue a la galerista Petra Pérez por su compromiso con los artistas en la Galería Vanguardia de Bilbao

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Viernes, 20 de diciembre 2024

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Petra Pérez, alma mater de la Galería Vanguardia, que ha sostenido durante cuatro décadas primero en Las Arenas y después en Bilbao, ha sido distinguida este viernes con el Premio Xabier Sáenz de Gorbea, galardón bienal que ha querido reconocer la dedicación en cuerpo y alma de Pérez al arte contemporáneo y su «constante y eficaz labor de promoción de artistas relevantes».

Y es que no estamos hablando de una galería cualquiera, sino de un pilar fundamental de la vida artística de Bizkaia en los últimos 40 años. Es por tanto el espacio de este tipo más veterano junto a la de Michel Mejuto –las dos abrieron sus puertas en 1984– y, mientras otras han ido cerrando, Vanguardia sigue al pie del cañón.

En un acto celebrado en el Museo de Bellas Artes, la galerista ha recordado a Sáenz de Gorbea –fallecido en 2015– y su labor al frente de Windsor y como profesor de la facultad de Bellas Artes. «Era una persona ligada a la rabiosa actualidad y las prácticas artísticas más modernas. Acudía a todas las exposiciones con su cámara y después lo daba a conocer a quienes éramos sus alumnos», ha repasado, incidiendo en su «pasión» por las nuevas manifestaciones artísticas.

Pérez amplía en conversación con este diario sus recuerdos de su antiguo profesor: «Para mí es un premio muy especial porque Xabier nos inculcó la pasión por las tendencias más actuales del arte. Nos descubría a los artistas que todavía no estaban en los libros de historia e iba a buscar la información a las exposiciones y a la prensa especializada».

Fue entonces, y gracias al cofundador de la Galería Windsor, cuando muchos artistas y amantes del arte comenzaron a descubrir las bienales y las ferias internaciones. «Fue un momento muy, muy particular que todos recordamos con mucho cariño. En general, Xabier ha sido una persona imprescindible en el mundo del arte contemporáneo», narra.

Esta inspiración y amor por el arte que Sáenz de Gorbea transmitía a sus alumnos fue en buena parte la 'culpable' de que Petra Pérez se lanzara a la aventura de montar una galería: «En los años 80 la escasez de espacios expositivos y artísticos era un tema recurrente, por lo que me lancé a abrir una galería con más audacia que cordura». 40 años más tarde, y con sus vaivenes, el proyecto de Vanguardia sigue más vivo que nunca.

De Las Arenas a Bilbao

Recuerda Pérez que montó la galería incluso antes de acabar la carrera de Bellas Artes. «En julio del 84 hicimos la primera exposición porque era cuando se acababa el curso. Duramos muy poquito en Las Arenas porque realmente aquello es pequeño y la gente es muy comodona para moverse por el arte. Así que dimos el salto a Bilbao y ya han pasado casi 40 años», detalla.

El espíritu de Galería Vanguardia en todo este tiempo ha sido el del trabajo recíproco con los artistas. «Hemos intentado defender el papel de la galería, ya que a veces no nos miran demasiado bien porque se creen que vivimos de los artistas. Por supuesto que vivimos de los artistas, pero vivimos de su inteligencia y de su conocimiento. Porque realmente tú solo vives del artista cuando consigues vender una obra. Si no, todo es gratis», reivindica.

Muchas de las galerías que convivían con Vanguardia en aquellos años han cerrado sus puertas hace tiempo, pero Pérez prefiere no hablar de decadencia sino de un cambio de época. «No hay que dramatizar, tenemos que entender que las galerías son proyectos muy personales y, por tanto, el relevo generacional es muy complejo», explica, aunque sí ve riesgo de que todo el mercado quede en manos de macrogalerías extranjeras:«¿Cómo vas a competir tú con una galería que tiene sede en Nueva York, California, Chicago o en Tokio? Eso es imposible».

Pero, pese a todas las amenazas, retos y obstáculos, defiende el oficio y la labor de estos espacios y su contribución al arte. Como bien ha concluido la galerista en su intervención en el museo, «ha habido momentos diferentes, he llegado a pensar que había cumplido mis objetivos pero después han venido tiempos complicados: somos como corchos en el océano y cuando viene mala mar lo que hay que hacer es simplemente flotar y esperar a que amaine».

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