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En 2011, el empresario griego Dimitris Daskalopoulos cedió 60 piezas de una treintena de artistas pertenecientes a su gran colección de arte contemporáneo, una de ... las más importantes del mundo, para que el Guggenheim organizara la muestra 'El intervalo luminoso'. Dejó huella por la importancia de las obras allí reunidas, muchas de ellas esculturas e instalaciones de grandes dimensiones que Daskalopoulos atesora en diferentes almacenes por el tamaño de muchas de ellas. También se recuerda por un par de anécdotas; los dos niños que pisaron sin querer (y sin provocar daños considerables) la instalación 'Me invadió un momento de pánico al pensar que yo podía tener razón', del artista libanés Walid Raad, y porque un turista alemán se llevó una de las ocho bolas pertenecientes al 'Proyecto Penske' del mexicano Gabriel Orozco, localizada más tarde en su hotel gracias a las cámaras de seguridad del museo. Ahora, Daskalopoulos regresa para donar seis de las obras que integraron aquella exposición, después de que en 2022 hiciera lo mismo con 350 piezas que tuvieron como destino importantes museos del mundo.
Las obras que pasan a formar parte de los fondos del museo bilbaíno son esculturas, instalaciones y cuadros de Matthew Barney, John Bock, Kendell Geers, Guyton/Walker, Martin Kippenberger y Kiki Smith. Explican fuentes del museo: «La donación de estas seis obras al Guggenheim Bilbao refuerza su colección, no solo por la introducción de nuevos soportes que combinan técnicas mixtas y ambiciosas escalas, sino también por la ampliación de su lista de artistas de prestigio internacional».
El empresario Dimitris Daskalopoulos (Atenas, 1957) es fundador y presidente de la compañía de servicios financieros e inversiones Damma Holdings SA. Entre 1983 y 2007 fue, además, propietario principal y presidente de Delta Holdings/Vivartia SA, la agrupación de empresas alimentarias más importante de Grecia. Además de coleccionista de arte contemporáneo, es miembro del Patronato del Museum of Contemporary Art de Chicago y del Tate International Council. Y hasta 2024 fue patrono y vicepresidente de la Solomon R. Guggenheim Foundation.
Dimitris Daskalopoulos
Empresario y coleccionista
En respuestas a este periódico a través del correo electrónico, Daskalopoulos reconoce que unos años después de la exposición en Bilbao, dejó de adquirir obras: «Sentía que el tema de la colección había quedado plenamente expuesto, su mensaje claro y su contenido completo. En lugar de acumular más obras sin sentido, me preocupé por lo que siempre he considerado una responsabilidad importante de un coleccionista: planificar su futuro. Mi solución a este reto fue transformar mi colección privada en un recurso para el bien público. Por eso, en 2022 doné 350 obras de arte de 142 artistas a cuatro importantes museos públicos de todo el mundo». 140 piezas fueron a parar al Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Atenas, otro centenar al Guggenheim de Nueva York y al MCA de Chicago, y 110 a la Tate de Londres. Y ahora, estas 6 que recibe el Guggenheim Bilbao.
- ¿Por qué decidió donar todas esas obra?
- Siempre me he considerado más un guardián temporal que un propietario. Porque las obras de arte son creaciones de un artista, por lo que, primordialmente y a lo largo del tiempo, le pertenecen. Y porque una obra de arte solo existe cuando dialoga con el espectador. El arte adquiere su significado y ejerce su influencia solo a través de su interacción con el público. El propósito de esta donación es garantizar la mayor difusión posible de las ideas contenidas en las obras de arte y la mayor accesibilidad posible para los ciudadanos de todo el mundo. Es fundamental que las obras sigan siendo accesibles al público internacional, que sean valoradas a lo largo de los años por su valor artístico y que se mantengan en diálogo con el arte del futuro. Los museos públicos son las organizaciones más adecuadas para lograr estos objetivos.
- ¿Y por qué el Guggenheim Bilbao?
- Siento un cariño especial por Bilbao y el Guggenheim. Fue la exposición más grande de mi colección hasta la fecha. Tuve una excelente experiencia colaborando con Juan Ignacio Vidarte, los comisarios y el personal. La muestra conmovió profundamente a todos sus visitantes, creo que más de medio millón. Recuerdo maravillarme al ver las largas colas esperando para entrar a verla. Me encantaron los pintxos, fui a un partido del Athletic Club y compré chuletón para llevar a casa. Me alegra poder expresar ahora mi gratitud con un regalo.
- ¿Cuál es el valor de estas seis piezas?
- El valor de la donación es, ante todo, cultural. El valor reside en lo que se transmite emocionalmente al espectador, en la satisfacción del amante del arte, en la inspiración que puede despertar en la mente humana.
- ¿Fueron seleccionadas por usted o en complicidad con el Guggenheim?
- Hicimos una propuesta inicial y la selección final de las obras la realizó el museo, tras un proceso de diligencia debida e informe del estado de conservación.
- ¿De cuál de sus obras no se desprendería nunca?
- He sentido un profundo afecto por cada una que he añadido a la colección, y sigo sintiéndolo. Cuando anuncié la donación hace dos años, dije que con tristeza me desprendía de esta creación que me ha brindado oportunidades únicas de desarrollo psicológico y mental en los últimos 30 años. Pero con gusto la entrego al público internacional amante del arte. Estas importantes creaciones artísticas merecen llegar al mayor público posible en el futuro.
- ¿Conserva aún su emblemática fuente-urinario de Marcel Duchamp, una de las ocho que creó?
- La fuente no ha formado parte de las donaciones.
- ¿Recuerda el episodio del robo y el accidente con los niños en la exposición de 2011?
- Es una pena, pero supongo que es inevitable cuando la gente acude en masa a los museos. En fin, nada es permanente ni indestructible, especialmente en el arte contemporáneo. En este caso, la colección colaboró estrechamente con el museo y ambas obras fueron restauradas de inmediato y se encuentran en buen estado.
- ¿Qué obra le gustaría que formara parte de su colección?
- La creatividad humana en las artes es ilimitada, extraordinaria y fascinante. Disfruto más buscando una nueva y sorprendente experiencia artística en algún lugar del mundo que admirando lo poco que puedo poseer.
Entre las obras donadas, se encuentra una de Kendell Geers (Johannesburgo, 1968), para el que su experiencia como ciudadano blanco en la Sudáfrica del 'apartheid' alimentó su arte, fruto de su activismo político y su compromiso social. Con la pieza 'Acrópolis ahora' ('Akropolis Now', 2004), «el artista pretende transmitir la dicotomía entre la atracción y el rechazo -informan desde el museo-. El título de la obra remite a la Acrópolis de Atenas, donde se encuentra el Partenón, templo dedicado a la diosa griega de la guerra y la justicia, Atenea, y al filme de Francis Ford Coppola 'Apocalypse Now', que explora el oscuro potencial de violencia y crueldad que se halla en el interior de todos nosotros La pieza se erige como algo bello que, al contemplarlo activamente, se torna a la vez peligroso: una brillante malla de alambre con cuchillas afiladas que guarda un fuerte simbolismo».
De Kiki Smith (Nuremberg, 1954) aporta la donación 'Operación de campo' ('Field Operation', 1994), compuesta de mesas en miniatura sobre las que descansan pequeños elementos orgánicos. «Su diminuta escala provoca en el público un cambio de percepción de su propio cuerpo, y, al mismo tiempo, los elementos orgánicos que reposan sobre las mesas remiten a la muerte y a la fugacidad de la vida», añaden desde el museo.
El museo destaca que la donación ha permitido sumar a los fondos globales de la constelación Guggenheim la primera pieza del colectivo Guyton/Walker (Nueva York, 2004), formado por los artistas Wade Guyton (1972) y Kelley Walker (1969), quienes experimentan con la intersección entre arte y tecnología. «En 'Sin título' (2008), un grupo de botes de pintura con etiquetas de colores vivos están apilados en un rincón, entre lienzos impresos. Las imágenes y motivos de carácter consumista han sido producidos digitalmente y su aplicación sobre objetos cotidianos transforma las imágenes, dotándolas de relieve y dimensión espacial».
En cambio, la obra de Martin Kippenberger (Dortmund, 1953 – Viena, 1997) se añade a las del grupo de artistas alemanes de la posguerra, con Sigmar Polke, Gerhard Richter, Georg Baselitz y Anselm Kiefer. Kippenberger vivió tan solo 44 años volcado en la producción artística. Según los responsables del museo, se trata de un artista «polémico y sarcástico, que mezcla en su trabajo lo conceptual y lo controvertido. Para él, los mejores chistes eran los que solo tenían contexto y carecían de gracia, lo que le da sentido a 'Sin título (La invención de un chiste)', de 1993, que muestra una escena carente de una narrativa, dejando la broma a la que se refiere el título a criterio del espectador, quien debe crear su significado para completar la obra».
Kippenberger comparte conexión con otro de los artistas integrados en esta donación, John Bock, ambos con enfoques irreverentes y un uso lúdico del absurdo para desafiar las normas establecidas del arte. Bock (Gribbohm, 1965) es escultor, cineasta, autor y dibujante y está considerado uno de los artistas más influyentes de su generación. «Se dedica a plasmar de manera poco convencional y caótica su reflexión sobre la sociedad actual y los tabúes sociales. Con la pieza 'Palms' (2007), un filme narra las aventuras de dos asesinos alemanes en un viaje por el sur de California sobre un Lincoln descapotable. La gran instalación que lo acompaña está presidida por un Lincoln de cuyo capó abierto se derraman una serie de enormes y serpenteantes tentáculos rojos que arrasan con todo lo que hay a su paso», informa el museo.
Matthew Barney (San Francisco, 1967), aporta la serie multimedia de Barney de cinco partes 'CREMÁSTER' (1994–2002), que explora «el proceso de transformación a través de un mundo excéntrico, lleno de personajes fantásticos. El título deriva del músculo cremáster masculino, que controla la contracción de los testículos en respuesta a estímulos externos. Barney utiliza esta metáfora para explorar temas de ascenso y descenso, así como la sexualidad, centrándose en los procesos de diferenciación biológica. CREMÁSTER 5 es una alusión al estado de mayor diferenciación sexual durante el proceso embrionario».
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