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La zozobra política y económica que vive el planeta no desmoraliza a quienes desean viajar. Tal vez les incentive el recuerdo del enclaustramiento sufrido por ... la pandemia o, quizás, se muevan impulsados por el deseo de abandonar la cotidianidad y olvidar, siquiera temporalmente, las aciagas noticias que los medios de comunicación nos trasmiten. Los individuos apuntan esos felices días de asueto, hacen las maletas y descubren los atractivos de Bilbao, por ejemplo. Su Museo de Bellas Artes reconoce que la recuperación de estos flujos ha facilitado que, a lo largo del pasado año, 191.484 personas visitaran la pinacoteca en obras, nada menos que un 27% más que en el ejercicio anterior y superando incluso las optimistas previsiones de sus responsables.
El turismo cultural mueve, según el profesor Greg Richards, investigador de dicho fenómeno, tan sólo entre el 5 y 10% de aquellos que disfrutan de esta actividad de ocio, y sin embargo, el 40% de los que llegan a un lugar diferente al de su residencia realizan algún tipo de actividad relacionada con el saber. Los portavoces de la entidad dirigida por Miguel Zugaza creen que la apertura al público de la entrada originaria, situada en el entorno de la Plaza Euskadi, ha generado un eje de conexión para los numerosos interesados en conocer la oferta de las dos principales instituciones de la Villa, el Museo de Bellas Artes y el Museo Guggenheim, situadas a 6 minutos de paso relajado.
No sólo la capital vizcaína se ha visto beneficiada por estas sinergias. Los grandes centros de exhibición artística en España han gozado de incrementos similares. El Reina Sofía también ha llegado al 30% y el Museo del Prado alcanza el 22% y más de 3 millones de espectadores a lo largo del 2023. El Bellas Artes no sólo ha depositado la confianza en el público foráneo. Según indican sus responsables, el éxito también radica en «un intenso programa de actividad, en buena parte vinculado a nuestra comunidad artística que, a través de diversos formatos y contenidos, ha suscitado el interés y ha conectado con públicos muy variados».
La heterogeneidad de sus iniciativas ha seducido a aficionados de muy diverso talento. Así, por ejemplo, la propuesta radical y minimalista de instalación 'Trece a Centauro' del guipuzcoano Sergio Prego, diálogo desnudo entre la escultura y la arquitectura del edificio antiguo, contrasta con la exposición dedicada al pintor valenciano Joaquín Sorolla en el centenario de su fallecimiento y que incluyó 'Bajo el toldo, plaza de Zarauz', aproximación a la calidad luz del pintor desde un arenal vasco.
Los recursos para incentivar la visita son también múltiples. Un soldado sentado con las piernas cruzadas y que fuma una pipa humeante es una de las piezas que contemplarán los visitantes que acudan al Museo en este año que comienza a dar sus primeros pasos. 'Mousquetaire à la pipe', de Pablo Picasso, protagoniza la sección invitada. Esta visión historicista, característica de la pinacoteca, se refuerza con 'El voto en Sainte-Anne d'Auray', obra de William Adolphe Bouguereau, pintor francés contemporáneo de los impresionistas, pero de vocación académica. El lienzo, actualmente expuesto, supone la última incorporación a los fondos del Museo.
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