Urgente El padre y el hijo arrollados por un coche cuando iban en bicicleta en Calpe son vascos
Máscara de Rafaela Ybarra y la mano de Errigoti. Yvonne Iturgaiz

Cuando el arte se une a la fe popular

El Museo Sacro de parte de dos obras de Sorolla para adentrarse en las reliquias y los relicarios, que a menudo contienen restos de santos

Viernes, 17 de noviembre 2023, 00:20

Vivir siempre ha sido complicado y es muy probable que hace unos siglos, cuando la gente dependía de las guerras, las cosechas y los caprichos ... de la corte, lo fuera mucho más. Desde los inicios del cristianismo y de la Edad Media hasta ahora, aunque menos, tocar o besar las reliquias ha sido fuente de esperanza.

Publicidad

Incluso curaba la tartamudez, propiedad atribuida a una momia natural descubierta en el siglo XVI en la sacristía de la iglesia parroquial de Santa María de Errigoiti, cuando se hacían unas reformas. Los feligreses locales la llaman 'gorputz santue'. Como abrir y cerrar el féretro, cada vez que lo pedían, se hizo cada vez más engorroso, le cortaron una mano y la colocaron en una especie de guante de metal. Así podían tomar contacto con ella con más fluidez.

Es uno de los cincuenta objetos de la exposición 'Sorolla y las reliquias', que se desarrolla en el Museo de Arte Sacro de Bilbao hasta el 31 de enero de 2024, y que se exhibe con una máscara de la beata Rafaela Ybarra moldeada justo después de su muerte.

Dos cuadros del artista valenciano que pertenecen a la colección del Bellas Artes, 'El beso de la reliquia' y 'Mesa petitoria', se sitúan el punto de partida y en el de salida de la muestra. Junto a ellas, las pruebas de la devoción popular procedentes de iglesias y ermitas de Bizkaia, que «nos adentran en el mundo de las mentalidades, en eso que ahora se llama patrimonio inmaterial», destacó Juan Manuel González Cembellín, director técnico de museo eclesiástico de la plaza de la Encarnación, en el barrio de Atxuri.

Publicidad

El obispo de Bilbao, Joseba Segura, aludió precisamente al «pequeño paraíso» que significó para las dominicas, cuando era un convento, el inmueble hoy sede del centro artístico. Enumeró las tres grandes reliquias del cristianismo, la Cruz de Cristo, el Santo Grial y la Sábana Santa, y subrayó la importancia de esta clase de símbolos religiosos como «presencia de los santos, héroes en su generosidad».

El director del Bellas Artes, Miguel Zugaza, recordó que el Ayuntamiento de Bilbao compró 'El beso de la reliquia' cuando Sorolla ganó una medalla con ese cuadro en una exposición en la villa celebrada en 1894. Fue una de las aportaciones fundacionales al museo en 1913.

Publicidad

Pertenece al «género de interiores de iglesia», explicó Javier Novo, coordinador de conservación de la institución- El estilo «triunfó en una muestra en Barcelona en 1896, en la que participó con una obra de esta clase el bilbaíno Anselmo Guinea y en la que Picasso presentó 'La primera comunión'», añadió.

La canilla de un brazo

En el recorrido de la exposición, después del cuadro de Sorolla, aparece una reliquia de san Torcuato procedente de la iglesia con el nombre del santo en Abadiño. Se trata de «una canilla del brazo» del discípulo de Santiago metido en un relicario de cristal, precisó González Cembellín.

Publicidad

«Un templo con reliquias importantes era un templo importante, así que también tenían un valor económico», agregó. Y no solo tenían valor esos testimonios de la santidad, sino también los envoltorios en plata, latón, tela y madera; es decir, los relicarios. «Felipe II fue un hombre muy religioso y un gran coleccionista de relicarios. Los puso de moda porque lo que hacía el rey todo el mundo quería hacerlo».

Cilindros, custodias (las piezas de metal precioso donde se coloca la hostia después de haber sido consagrada), cruces, obeliscos y pirámides y hasta una pequeña cruz de madera de una avellano plantado por santa Teresa figuras entre las formas de estas piezas.

Publicidad

Dentro de una de ellas está una pequeña muestra del cuerpo de san Antolín. Estuvo en Lekeitio porque la cofradía de vinateros, de la que san Antolín es patrono, la pidió a la catedral de Palencia, donde reposa el santo. La enviaron con relicario incluido. También de Lekeitio procede otra de las joyas de la muestra: una fragmento de una las 100 réplicas autorizadas de la Sábana Santa de Turín, fechada en 1620

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad