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Uno de los museos más importantes del mundo se encuentra en un estado «preocupante». El diario Le Parisien reveló el pasado jueves una nota interna de la dirección del Louvre sobre la degradación de este monumental centro de arte, situado en el corazón de París. En ese documento reciente enviado por Laurence de Cars a la ministra de Cultura, Rachida Dati, la directora del museo advierte del «estado de nuestros edificios demasiado solicitados» y que «han llegado a un nivel de obsolescencia preocupante».
Debido a su monumentalidad y su antigüedad —se trata de la antigua sede de la monarquía francesa, que empezó a ser construida en el siglo XII—, el Louvre requiere unas constantes tareas de conservación, que no se llevaron a cabo en los últimos años. Esto se ha visto reflejado en recurrentes goteras, problemas de canalización que conllevan que no funcionen los baños de toda una parte del edificio o de la calefacción y el aire acondicionado, lo que obliga a cerrar aquellas salas en las que hace demasiado calor en verano o frío en invierno.
De hecho, según el diario Le Monde, el pasado miércoles el agua de la lluvia se coló en el interior de la Gran Galería y obligó a los trabajadores a descolgar las obras de esa parte del museo, una de las más visitadas. El pasado otoño, ya se había inundado la fosa, normalmente sin agua. Sus canalizaciones corren el riesgo de romperse si no se renuevan. Además, «preocupantes variaciones de temperaturas ponen en peligro la conservación de las obras», alerta su directora en el documento filtrado.
«Conocemos estos problemas desde hace tiempo»
Su revelación no cogió con el pie cambiado ni al Ministerio de Cultura ni a los trabajadores del centro. «La dirección del Louvre expresa ahora su sorpresa por el deterioro de sus edificios, pero estos problemas los conocemos desde hace tiempo», explica a este medio Élise Muller, la secretaria nacional del sindicato SUD en el sector de la cultura y que trabaja como vigilante de una de las salas del museo.
«No se trata de una obsolescencia programada, sino que se ha vuelto obsoleto por el desgaste con el paso del tiempo», añade esta sindicalista. Y reprocha a la actual directora —la primera mujer en llevar las riendas de esta institución desde hace más de dos siglos— que no utilizara una partida prevista desde 2021 para llevar a cabo obras de renovación en un «edificio vetusto».
Además de la falta de inversiones estos últimos años, el monumental museo sufre por su éxito de público. Con 8,7 millones de visitantes, la mayoría de ellos turistas, fue en 2024 uno de los centros artísticos más visitados en el mundo. Cuando lo renovaron a finales de los ochenta con la construcción de la emblemática pirámide del Louvre, entonces la idea era que acogiera hasta cuatro millones al año. Una cifra que ha multiplicado por dos debido al turismo de masas.
Aumentar el precio de las entradas a los turistas
El hecho de visitar el Louvre «se ha convertido en una prueba física. (…) Los visitantes no disponen de ningún lugar para tomarse una pausa», lamenta su directora. «Estos millones de personas suelen frecuentar las mismas escaleras, salas y obras, lo que dificulta la comodidad de la visita y una degradación más rápida», explica Julien Lacaze, presidente de la asociación Sites & Monuments. Según este responsable asociativo, estas aglomeraciones se ven acentuadas por una de las paradojas de este museo: pese abarcar una gran riqueza artística que va desde la Edad Antigua hasta el arte decimonónico, «muchos de sus visitantes solo van al Louvre para ver 'La Gioconda'».
Tras la revelación de estos problemas, el presidente francés, Emmanuel Macron, visitará este martes el Louvre. Allí anunciará, según Le Monde, la construcción de una nueva puerta que agilice el flujo de los visitantes e incentive a que estos no se concentren en las mismas salas. «Todo esto se trata de una operación de comunicación por parte de la dirección del Louvre para conseguir una partida de cerca de 1.000 millones de euros, toda una locura en la actual coyuntura» de recortes del gasto público en Francia, considera Muller.
De hecho, se calcula que el coste de la nueva entrada y de las renovaciones urgentes que requiere el edificio superará los 750 millones. Para financiar una parte, la ministra de Cultura propuso aumentar el precio de las entradas —actualmente de 22 euros para los adultos— para los turistas de fuera de la Unión Europea. Es una medida polémica, pero más fácilmente aceptable por la opinión pública teniendo en cuenta la degradación «preocupante» del Louvre.
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