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Son las mismas planchas que conformaron el suelo de la fábrica Vicinay en Zorrozaurre, pero ahora convertidas en imponentes esculturas abstractas con las marcas que ... les dejaron al arrastrarse durante 60 años las pesadas cadenas de acero destinadas al amarre de plataformas petrolíferas. También están los residuos de tornos y fresadoras, transformados gracias al lenguaje fotográfico en una indagación singular sobre su capacidad ornamental. Incluso las herramientas, piezas, engranajes, ruletas, soportes y bielas procedentes del desaparecido astillero de La Naval adquieren un simbolismo singular como fósiles materiales de la sociedad contemporánea. Son todos ellos vestigios y restos extraídos de su contexto o de su función original que ahora conforman una verdadera arqueología del presente, evocada e interpretada por el fotógrafo Aitor Ortiz (Bilbao, 1971) en una muestra abierta hasta el 27 de abril en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, bajo el epígrafe 'Entre arquetipos y artefactos'.
Las más de 60 obras que se incluyen en la muestra (fotografías, esculturas de pequeño y gran formato e instalaciones) se unen en el recorrido por las diferentes salas y el jardín del museo a una notable colección que abarca la pintura, la escultura y las artes decorativas. En el hall de la entrada principal de este palacete de traza y estilo neo-plateresco, ubicado en el barrio de Salamanca, se ha instalado una de las planchas de acero procedentes del traslado de Vicinay, con las réplicas a ambos lados de dos armaduras completas en acero realizadas en el siglo XIX que inducen al visitante a percibir los vestigios del pasado, la práctica industrial y la interacción entre metales.
Formas caprichosas
En el piso superior del pórtico semiabierto del edificio varias decenas de fotos de Aitor Ortiz pertenecientes a la serie 'Metaflora' (2021) transforman las virutas, las astillas y los residuos industriales en objetos autónomos, en formas caprichosas que siguen el interés de Karl Blossfeldt por las estructuras vegetales o que se trastocan ante la mirada de cualquier visitante en un dilema entre la representación y la interpretación.
El recorrido de esta muestra termina en el último piso del Museo Lázaro Galdiano, donde los objetos y las piezas procedentes de la industria naval, de los astilleros y de la siderurgia se acumulan en las vitrinas como esculturas que reflejan por igual su nueva estética descontextualizada, su condición evocadora de una historia material pasada y hasta su indudable valor inspirativo para un fotógrafo que, con diferentes técnicas, ha mirado y reconfigurado el quehacer industrial de un pasado reciente.
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