«Pude demandar a Calatrava por otra obra y no lo hice»

- Sí, la verdad es que no me llevo mal. Somos compañeros de profesión y tenemos que respetarnos.

- Pues...

- Calatrava es un profesional muy reconocido en el mundo de la arquitectura, por eso me ha llamado la atención que una persona que tiene ese reconocimiento vaya a los medios de comunicación a montar ruido por un tema como el de la pasarela.

- ¿Le ha molestado?

- Me ha disgustado. Creo que Santiago se ha confundido en las formas. Si yo hubiese tenido un conflicto con otro arquitecto, lo primero que habría hecho es ponerme en contacto con su estudio para hablar del tema y tratar de alcanzar un acuerdo. Es lo normal ¿no? Pues Calatrava no lo ha hecho. De todas formas, yo nunca denunciaría a un compañero. Tuve la oportunidad de demandar a Calatrava en su día y no lo hice. No es mi estilo.

- ¿Cuándo ocurrió eso?

- En Barcelona 92. A mí me encargaron el Palau San Jordi y a Calatrava la torre de comunicaciones que está en la plaza exterior. Mucha gente me animó a demandar su obra porque entendían que desvirtuaba el diseño del pabellón, pero me negué. Soy tremendamente respetuoso con el trabajo de los demás y no me interesa entrar en polémicas con nadie.

- ¿Considera que Calatrava le ha faltado al respeto?

- Yo no puedo ir diciendo por ahí que soy un tipo guapo, del mismo modo que tampoco puedo ir pregonando que mi obra es la mejor. Digamos que me cuesta entender la actitud de Calatrava. Creo que ya está lo suficientemente reconocido en el mundo de la arquitectura como para meterse en esta guerra por una pasarela. Ha pecado de egocéntrico.

- ¿Cree que la intervención realizada en el Zubi-zuri «vulnera el diseño original de la obra» tal y como denuncia su autor?

- No. Es más, hemos hecho lo mínimo posible. Se ha respetado el puente de Calatrava en todo momento. La pasarela es una solución urbanística sin más intención que la de permitir la comunicación peatonal entre ambas márgenes de la ría. Lo importante del proyecto es la plaza, no la plataforma.

- Pues se ha montado una buena

- Es lo que no entiendo. El Ayuntamiento de Bilbao nos hizo el encargo y lo hemos resuelto lo mejor que hemos podido. La pasarela es un tema totalmente accesorio, insisto. Si quisiese llamar la atención la hubiese pintado de blanco y nada más lejos de la realidad. De hecho, si miras el puente desde lejos ni la ves. Es una solución funcional para evitar que la gente tenga que estar subiendo y bajando escaleras.

- ¿Es la primera vez que le pasa algo así?

- La primera y espero que la última, porque es una situación incómoda. Tengo obras en todo el mundo y jamás me he visto envuelto en una polémica de este estilo. En cualquier caso, yo estoy abierto al diálogo con Calatrava. Lo importante hoy es la plaza y la escultura de Chillida.

- Pues hablemos de ellas. ¿Qué le parece el resultado?

- Me encanta, porque ha quedado tal y como quería. Ni más, ni menos. El espacio está inspirado en la plaza de España de Roma -es más ancha y un poco más bajita- y me gustaría que fuese un lugar de encuentro del pueblo de Bilbao. Quiero que sea algo más que un lugar de paso. Que la gente venga a pasear, a estar, a divertirse. Que se sienten y disfruten el entorno, que compren en sus comercios, que tenga vida.

- La escultura de Chillida ha sido una apuesta personal suya.

- Me encantan las obras de Chillida. Tuve la suerte de conocerle en persona y me entusiasmó. Sólo la escultura convierte la plaza en una de las más importantes de la ciudad.