![«Los años me han hecho mejor actor y mejor persona»](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202109/01/media/cortadas/barea01-kAO-U150392517691G3G-1248x1600@El%20Correo.jpg)
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Antes de una función, los hay que trotan por el escenario y hacen flexiones. Uno, dos. Uno, dos. Como si se prepararan para una competición olímpica. Otros, como Ramón Barea (Bilbao, 1949), se quedan sentados, muy quietos, acompasando la respiración. Nada más. Son momentos en ... que busca el punto de tranquilidad, ese espacio de paz que le hará imbatible. «Es mi manera de perder el pánico y terror al escenario. Yo entonces me digo: 'Estoy tranquilo y cuando cruce la línea voy a estar al cien por cien'. Respiro y visualizo ese momento. Eso es todo. Así salgo con mis energías intactas, con los nervios bajo control. Es una estrategia que tiene mucho de yoga y taichí», explica el actor, en vísperas de la reposición del montaje de 'El viaje a ninguna parte', que acoge mañana el Arriaga.
La obra estará en cartel hasta el día 12 y más tarde, entre el 23 y el 3 octubre, se podrá ver en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. «Es el inicio de un recorrido al uso de las compañías itinerantes. En este sentido el tiempo no ha pasado, sino que permanece de diferentes maneras». Ahora se viaja con más rapidez y se come mejor. Pero se mantiene el vértigo de la cuerda floja. Cada función es un examen y el triunfo no garantiza nada. «El curso de nuestra profesión en general es una especie de huida hacia adelante. No puedes prever lo que será tu vida en el próximo año. No tienes una actividad fija que te permita vislumbrar el futuro a base de acumular trienios...».
La adaptación para la escena de la novela de Fernando Fernán Gómez es de Ignacio Moral, y Barea asume la dirección y el papel de Don Arturo Galván. Un personaje adicto al teatro. Alguien que no puede prescindir de las tablas y candilejas. Un veneno que le da vida. Quien lo bebe lo sabe. «En mi caso el mayor gozo no me lo dan los aplausos y felicitaciones. Es el 'durante'. ¡Actuar es lo grandioso! La función es el momento en que dominamos el tiempo y el espacio, la relación con el otro, la respiración, el pálpito... Al terminar, sales como en estado de gracia. Es un viaje para el cuerpo y la mente. Tratas de que todo lo que haces sea verdad y llegue al público de una manera nítida».
Bautizado como José Ramón Ángel María Ricardo, parece que estaba destinado a jugar con la idea de meterse en la piel de muchos personajes. Con más de 50 años de trayectoria, ha tenido oportunidad de brillar como Próspero en 'La tempestad', Menenio en 'Coriolano', Max Estrella en 'Luces de bohemia'... Roles de altura que le salieron al encuentro, porque él no es de los que se pelean por un papel. Desde el principio, su prioridad ha sido mantenerse en activo, ya fuera dirigiendo o actuando en teatro, cine y televisión. «Esa es mi mayor satisfacción, seguir viviendo de mi trabajo. Lo demás no me preocupa».
Eso sí, no se ha olvidado de las palabras de Nuria Espert, cuando ambos estaban trabajando en 'Incendios', a las órdenes de Mario Gas. «Recuerdo que me decía, 'Ramón, no tienes más remedio que hacer de rey Lear. ¡De un momento a otro te va a tocar! Así que vete preparando...'. La verdad es que hice magníficas migas con Nuria. Ella sí que es una resistente, como otra gente de su generación. Y en cuanto al rey Lear, bueno, me parece estupendo pero no me muero de ganas. Lo que tenga que llegar, llegará».
Hijo de navarro y aragonesa, nacido en el Casco Viejo, tiene una voluntad de hierro. A veces se ha estampado en una pared y el mundo se le ha caído encima, pero ha persistido en su camino. Ha vivido intensamente y, por eso, es «mejor actor y mejor persona». A los 74 años se ha visto mucho y se tiene un mundo interior lleno de matices. El corazón ya no se desboca, «pero los latidos son más profundos». La perspectiva es más amplia y se aprende a coger distancia: «La vida te va colocando en ese sitio pequeñito y cósmico que eres. Desde ahí se capta mejor todo, dentro y fuera del escenario. Entiendes y sientes más», concluye con esa voz que parece quedar esculpida en el aire.
Intérpretes. Patxo Telleria, Mikel Losada, Ramón Barea, Itziar Lazkano, Irene Bau...
Adaptación teatral. Ignacio del Moral, partiendo de la novela de Fernando Fernán Gómez.
Director. Ramón Barea.
Coproducción. Arriaga y Teatro Fernán Gómez de Madrid.
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